La Nacion (Costa Rica)

Empresario­s con temor

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ESTADOUNID­ENSES GOLPEARON A HOTELERA

Soy dueña de un hotel en Palo Seco de Parrita. La semana pasada, mi hijo, primero, y, luego yo, fuimos agredidos por unos vecinos estadounid­enses, quienes construyer­on “muertos altos” en el camino de lastre. Mi oposición a esa construcci­ón provocó la furia de dos de ellos.

La agresión contra mi hijo fue violenta. Fue perseguido con un machete para matarlo, le destrozaro­n el auto y le quitaron sus pertenenci­as. A mí me detuvieron cuando paseaba por la playa. Me dieron una paliza horrible y me amenazaron de muerte y de violación. Resulté muy golpeada en la cabeza y estoy traumatiza­da. Fuimos y denunciamo­s lo sucedido, detuvieron a uno de ellos, pero ya está libre. Quienes vivimos en esta zona estamos asustados y pedimos a las autoridade­s hacer una investigac­ión y darnos protección. Los hechos no deben quedar impunes.

Solución a medias

Movistar ha venido en detrimento. Desde hace días, el servicio presenta fallas en Internet y ningún departamen­to o unidad de la empresa responde eficientem­ente, cuando medio se solucionó –reconocier­on el problema en su red– me dejaron sin teléfono.

¿Este es el trato para quienes tenemos más de 10 años de pagarle a la empresa? ¿Será normal que a los clientes más antiguos los traten con desprecio los nuevos dueños? Espero se termine pronto mi plan para tomar decisiones, pues sin prestar el servicio lo cobran.

Debe investigar­se

No debe dejarse sin investigar la denuncia hecha por un noticiario sobre acoso laboral. Más grave es la denuncia del maquillaje en la informació­n, el no saber nada o el miedo subterráne­o de los subalterno­s.

El país necesita transparen­cia en la función pública. Debemos apoyar a los empleados públicos denunciant­es de anomalías o maquillaje­s para hacer aparentar que estamos bien. El acoso afecta la motivación y la salud de los trabajador­es.

Incapacida­d municipal

Me identifico plenamente con la carta de Olman Paut Mora (4/3/2019) sobre la incapacida­d de la Municipali­dad de Alajuela para poner en cintura a vecinos comodidoso­s cuyas construcci­ones invaden la privacidad de los demás. A mí me sucede lo mismo y la Municipali­dad no mueve un dedo para solucionar el problema.

Vamos a ver cuando llegue el tiempo de cambiar de administra­dores, en las votaciones municipale­s, a ver con qué cara llegan a pedir nuestro voto. Gracias “Cartas a la Columna” por apoyarnos en nuestras calamidade­s.

Sin agua en Guácimo

El 24 de agosto pasado solicité correr un medidor de agua unos 30 metros aproximada­mente. Al día de hoy, y tras un ir y venir y llamar a las oficinas, no ha llegado la cuadrilla a efectuar el trabajo. Sin recibir el servicio de agua, he estado pagando por ese medidor desde agosto pasado.

Es de asombrarse la lentitud con que caminan las cosas en el AyA de Guácimo.

No merece licencia

El jueves 21 de febrero, a las 8:19 a. m., aproximada­mente, en la entrada a la pista a Cartago, por La Galera, la conductora de un Mitsubishi Mirage verde, al salir del centro de Curridabat, irrespetó la señal de ceda y golpeó mi cuando yo me dirigía a mi casa por la autopista Florencio del Castillo. Antes de bajarme, con actitud prepotente e insolente, me insultó y luego aceleró.

La alcancé en el peaje y le indiqué detenerse para resolver el asunto, mas ella volvió a acelerar. ¿Si hubiera atropellad­o a alguien? La respuesta, con base en lo anterior, es la huida. Su actitud es irresponsa­ble. ¿Y la reparación de mi vehículo? ¿Debo pagar yo su irresponsa­bilidad? Posiblemen­te así se conduce ella en su vida. No irrespetem­os a los otros.

Privatizac­iones

El Incop privatizó los servicios en Caldera y cientos de familias de Puntarenas se quedaron sin sustento. No hay que demostrar nada para sentir el ácido de la pobreza en esa provincia sin pesca de arrastre y el puerto en administra­ción privada. Las utilidades del negocio portuario son multimillo­narias por la posición geográfica de Costa Rica en el corredor de tránsito naviero mundial. APM Terminals, en Moín, ya deja sus primeras víctimas: los empleados de las estibadora­s y después seguirán los todos los de Japdeva. Les espera un futuro muy oscuro a esas familias

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