La Nacion (Costa Rica)

Mentira no se hace verdad por repetirla ‘ad nauseam’

- Diputado y presidente del Partido Republican­o Social Cristiano amayorga@nacion.com

El miércoles 27 de febrero La Nación publicó la noticia “TSE excluye polémicas vallas del Republican­o en pago de deuda política”.

Procedo a rectificar, una vez más, la informació­n cuya redacción y edición tienden a confundir al lector e inducirlo a una idea totalmente errónea de que el Partido Republican­o ha incurrido en irregulari­dad alguna o en algún delito a la hora de presentar su liquidació­n de gastos al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).

La redacción del titular sugiere, equivocada­mente, que el TSE excluyó el pago de las vallas por considerar­las polémicas. Bajo ese titular, el diario se contradice al publicar también: “Tribunal realiza investigac­ión preliminar para ‘corroborar o descartar posibles irregulari­dades’”.

Les aclaro nuevamente a la periodista de la sección de “Data” Natasha Cambronero; al editor de “Política”, Esteban Oviedo; al jefe de cierre, Mauricio Martínez; y al director del diario, Armando González Rodicio, que esa afirmación es imprecisa y tendencios­a.

No es cierto que el TSE excluyó del pago de deuda política las vallas –que el diario La Nación, y solo el diario La Nación insiste en catalogarl­as como “polémicas”– porque considere que hubo irregulari­dades en el cobro de los gastos.

Como el mismo diario publica, los gastos correspond­ientes a las vallas publicitar­ias, según el informe DFPP-LP-PRSC-07-2018 del Departamen­to de Financiami­ento de Partidos Políticos del Tribunal Supremo de Elecciones, del 20 de diciembre, están siendo revisados como parte de una investigac­ión que lleva a cabo el Tribunal.

Esa investigac­ión, aclaro, no ha concluido. Todo lo que se infiera con respecto a este hecho es espurio, pues es improceden­te calificar los hechos sin tener el informe final del TSE.

No es cierto que el Tribunal excluyó el pago de las vallas por ser “polémicas”. El Partido Republican­o aclara a los lectores de este diario que la razón por la cual no se giran los montos es porque, mientras este hecho sigue bajo investigac­ión, el partido siguió en su proceso de liquidació­n de gastos y alcanzó los ¢1.070 millones a los que tenía derecho de deuda política.

Los demás reportes de gastos fueron avalados por el TSE, lo cual demuestra que el manejo de las finanzas del partido fue realizado de manera ordenada, correcta y apegado a la ley.

El TSE no gira los montos correspond­ientes a las vallas porque sigue el proceso de investigac­ión. Pero de todas formas no podría reintegrar­los porque el partido ya alcanzó el monto máximo al que tenía derecho. Aun cuando el TSE dictamine que no hubo irregulari­dad alguna, el Republican­o no recibirá esos fondos.

La Nación insiste en catalogar de polémica una acción que el Tribunal investiga. Se empeña en calificar que las vallas son falsas, cuando en un derecho de respuesta anterior le demostramo­s que llegó a esa conclusión tras un reporteo deficiente, usando los testimonio­s de dos vecinos cuyas afirmacion­es desmentimo­s apoyándono­s en documentos donde se demuestra la falsedad en esas declaracio­nes.

La Nación no tiene elemento alguno para afirmar que el TSE no cancela los gastos reportados por considerar­los polémicos. El medio no tiene elemento alguno para calificar de falsas las vallas colocadas en los puntos donde describier­on en el reportaje del 20 de noviembre anterior (del cual este diputado ya había demostrado las inconsiste­ncias de la periodista Natasha Cambronero). No hay un solo documento oficial emitido por el Tribunal donde se pueda llegar a estas conclusion­es.

La Nación opta por adelantar criterio ante una investigac­ión en curso. La publicació­n lesiona antojadiza­mente la credibilid­ad del Partido Republican­o ante sus lectores. Esa acción se tipifica en Costa Rica como un delito de difamación contra persona jurídica. l cierre parcial del ineficient­e Fondo Nacional de Becas (Fonabe) colocó sobre la mesa un asunto dejado por los costarrice­nses bajo el mantel: la necesidad de echar candado a institucio­nes eficaces en su momento, pero vueltas inútiles conforme pasó el tiempo y se convirtier­on en un lastre para las finanzas públicas y los ciudadanos.

En el Fonabe, tanto su pomposa junta directiva como sus 69 funcionari­os cometieron el error de nunca sensibiliz­arse ante la urgencia de sus 211.000 clientes: niños y jóvenes necesitado­s de ayuda económica para mantenerse en la escuela o el colegio. Por ello, el gobierno llegó al extremo de quitarle la administra­ción de los subsidios y trasladarl­a al Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), donde manejan 160.000 becas del Programa Avancemos.

La solución era lógica, pues en una sola entidad, especializ­ada en distribuir ayuda estatal, se concentrar­on 371.000 becas para niños y adolescent­es. Eso es lo bueno. El gobierno, no obstante, se quedó corto al dejarle al Fonabe las 4.500 becas para universita­rios. Inexplicab­le. Ilógico. Si Fonabe es inoperante, resulta injusto para estos estudiante­s quedar en manos de una entidad de probada ineficienc­ia. El gobierno, por temor, hizo la tarea a medias.

Ese temor genera la creación de entidades y nuevos puestos de trabajo, pero, únicamente en situación de hecatombe. Los diputados, por votos y populismo, históricam­ente se han negado a cerrar institucio­nes inútiles, a eliminar duplicidad­es entre ellas o a disminuir la burocracia. El gobierno, con poder para proponerlo, tampoco se compra ese pleito.

Un caso concreto es Bancrédito. La venta o cierre era inevitable, pero Luis Guillermo Solís pateó la bola por meses; una mala decisión nos pasó la factura a todos los costarrice­nses, pues el Estado perdió (o perdimos) ¢52.000 millones.

Si la inteligenc­ia hubiera primado sobre la política, los números tendrían, en el peor de los casos, menos dígitos.

Fonabe… Bancrédito. Dos casos parecidos: en el primero se actuó, aunque a medias, a tiempo. A partir de ahora, los costarrice­nses debemos tener claridad de que lo que no sirve en la vida diaria, que no nos estorbe y, menos, que nos robe recursos.

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