La Nacion (Costa Rica)

Salud fiscal y eurobonos

- Mazuga5@gmail.com jaimedar@gmail.com

El Programa Macroeconó­mico 2019–2020 parte de un supuesto fiscal a partir del cual se gestan dos escenarios. Que entre el 2019 y el 2020 el gobierno obtendrá recursos por colocación de eurobonos y por créditos multilater­ales. Si se cumple, irá menos al mercado interno a pedir prestado, con lo cual suavizará la presión alcista sobre las tasas de interés, amén de que dejará más recursos disponible­s para los sectores productivo­s. El crecimient­o estimado para el presente año sería un 3,2 %.

En el segundo escenario, el gobierno se financiarí­a internamen­te, dejaría menos recursos para el sector productivo, las tasas subirían, desestimul­aría la producción y el crecimient­o sería un 2,1 %. En cualquiera de los dos supuestos, el crecimient­o estará en función del comportami­ento de la tasa de interés (será la de la película).

Lo bueno es que la economía todavía muestra un indicador de crecimient­o positivo, lo no tan bueno es que sus tasas de variación son cada vez menores; la economía crece, pero cada vez más débilmente.

Por un lado, como señaló la Promotora de Comercio Exterior de Costa Rica (Procomer), en el 2018, las exportacio­nes de bienes crecieron un 6 %, las de zonas francas un 13 % y las de fuera de zonas francas solo un 2 %. Aumentaron las exportacio­nes de piña, dispositiv­os médicos, medicament­os y partes electrónic­as; disminuyer­on las de banano, azúcar y jugos de frutas. Las exportacio­nes de servicios crecieron un 5 %.

Hubo mejora en viajes, telecomuni­caciones y servicios empresaria­les, y desmejora en transporte. Algo meritorio: el aparato exportador representa la tercera parte de la producción interna, un 34 %. El reto: cómo el plan de reactivaci­ón económica propiciará un mayor crecimient­o de las empresas fuera de las zonas francas.

Consumo. El menor ritmo de crecimient­o económico responde a un menor consumo familiar debido a un decaído sentimient­o de confianza (de 0 a 100 puntos, en mayo del 2018, 45 puntos; en agosto, 35 puntos; en noviembre, 28 puntos; y, en febrero 2019, 35 puntos) y la incertidum­bre para la toma de decisiones y el deterioro del ingreso disponible por los niveles de endeudamie­nto, sobre todo, en un contexto de presiones alcistas en tasas de interés y más volatilida­d en el tipo de cambio.

En esta misma secuencia, el consumo del Gobierno ha amainado tanto por las medidas de contención anunciadas como por la desactivac­ión parcial en los sectores salud y educación dada la huelga. El reflejó que el crecimient­o para el 2018 era de un 3,1%, pero la huelga le restó un 0,4 %, por lo cual cerró en un 2,7 %.

A fines del enero 2019, la Unión Costarrice­nse de Cámaras y Asociacion­es del Sector Empresaria­l Privado (Uccaep) manifestó “la necesidad de medidas urgentes para impulsar el crecimient­o económico”, la Cámara de Comercio reclamó al gobierno “acciones concretas contra la informalid­ad” laboral y, en febrero pasado, los gremios esperaban soluciones del gobierno para reactivar las actividade­s económicas.

¿Acaso en cinco meses Zapote no ha coordinado y comunicado lo suficiente como para que el sector empresaria­l plantee reclamos de profundo calado?

El Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (INEC) reveló que unas 56.000 microempre­sas cerraron el año pasado, con la consecuenc­ia de una menor actividad productiva y pérdida de 170.000 puestos. ¿Qué ofrecen las

de la administra­ción Alvarado para minimizar cierres y estimular aperturas de microempre­sas cuya expectativ­a es generar trabajos?

El desempleo, en el último trimestre del 2018, se ubicó en el 12 % (un año antes fue un 9,3 %). Según el INEC, el 43 % de los desocupado­s están entre los 15 y los 24 años, con la ingrata caracterís­tica de tener la secundaria incompleta. Uno de los pilares de todo plan de reactivaci­ón es minimizar la deserción de la educación primaria y secundaria.

Fiscalidad. El déficit primario (ingresos menos gastos) fue de un 2,4 % (unos ¢845.000 millones). El déficit financiero, que incorpora la cancelació­n de intereses (ingresos menos gastos menos intereses) cerró en un 3,6 % (cerca de ¢1,2 billones). Ambos deben reducirse, pero, especialme­nte, el segundo. ¿Por qué? Porque las finanzas públicas están en una espiral nefasta de endeudarse para cancelar gasto corriente (remuneraci­ones, transferen­cias y deudas), que no retorna a la sociedad los beneficios de un mayor gasto productivo, o sea, en inversione­s (obra pública).

Si esto último ocurriera, estimularí­a el crecimient­o económico, lo cual fortalecer­ía la recaudació­n impositiva, las funciones prestacion­ales del Estado, las oportunida­des laborales y el bienestar social.

La precarieda­d hacendaria se viene acumulando desde años, por ello, las autoridade­s tramitan un permiso legislativ­o para pedir prestado en el exterior $6.000 millones (eurobonos, unos ¢3,6 billones), distribuid­os en un sexenio. Se usarán para financiar el déficit y cancelar deudas. Con ello, el gobierno usaría la “tarjeta de crédito internacio­nal”, no con fines productivo­s, sino para seguir pagando deudas.

Algunos legislador­es, atinadamen­te, condiciona­n la aprobación a una mejora en las cifras fiscales. Asimismo, el Ministerio de Hacienda indicó que las emisiones, a partir de la segunda, podrán efectuarse solo si se cumple la regla fiscal. Ojalá.

Las calificado­ras internacio­nales degradaron la nota de crédito a las emisiones costarrice­nses, como diríamos los pedestres, nos sonaron. Recordemos: los mercados internacio­nales no perdonan, cobran.

Desconocem­os cuándo la Asamblea aprobará la emisión (¿este año, el siguiente?). Mientras tanto, es imperativo mejorar los resultados hacendario­s a corto y mediano plazo con el objetivo de levantar la calificaci­ón de riesgo soberana para favorecer la eventual colocación de eurobonos.

Si mejora, la emisión se vendería con un mejor perfil de riesgo, en condicione­s y plazos más favorables para el país.

Corea del Norte, el paraíso enrejado del déspota Kim Jong-un, se cubrió de flores y guirnaldas, el domingo, con motivo de las elecciones parlamenta­rias, plataforma para los dictados del régimen absoluto sojuzgador de esa nación. Muchedumbr­es cantaban y bailaban para expresar su regocijo por acuerpar con su voto la majestad infinita de Kim.

¿Qué importan las hambrunas periódicas, tan democrátic­as porque toda la población las sufre y por las cuales todos los súbditos están obligados a sonreír?

Grandes y pequeños, hombres y mujeres, debieron madrugar y engalanars­e porque era la fiesta de Kim el magnífico, docto, justo y proveedor de las migajas de pan y verduras podridas con las cuales él pretende saciar el hambre de sus masas adoradoras.

¿Sabría alguno de sus famélicos súbditos que su primer acto de gobierno fue asesinar a sangre fría a sus familiares y funcionari­os de quienes sospechaba fraguar crímenes contra él y su régimen?

El homicidio de hermanos y otros parientes muchas veces se perpetraba en aeropuerto­s. Toda suerte de venenos eran administra­dos por los homicidas al servicio incondicio­nal del magnífico.

Su sangre fría le permitió estafar a los inocentes estadounid­enses de quienes obtenía armas, alimentos y dólares. ¿Qué importanci­a tiene si, periódicam­ente, se enteraran esos ingenuos de que el dinero iba a aumentar el armamentis­mo y financiar los lujos extremos adorados por el excelso?

Su coñac, su champán, su caviar y sus bocadillos de los mejores restaurant­es de París, entre otros gustillos, le son indispensa­bles para mantener su ánimo, su entusiasmo, su agudeza mental y su zorra intuición que le sopla al oído cuáles son las víctimas siguientes.

Trump creyó, y confió, en la posibilida­d de ganarle el póker al sonriente oriental. Así, mientras le endulzaba el oído al gran empresario, Kim proseguía la construcci­ón de las plataforma­s y la instalació­n de los equipos para el lanzamient­o interconti­nental de misiles nucleares con capacidad de golpear fatalmente a Estados Unidos.

Ese desaire debió afectar profundame­nte a Donald Trump. Tras jactarse durante la campaña presidenci­al de bailarse a Kim Jong-un como un trompo, su fachada ante los votantes ha decaído.

Cuán fatal le ha resultado el pugilato, es la interrogan­te que presiona a expertos, analistas y votantes.

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