Terrorismo causa gran dolor en pacífica ciudad
La tranquila ciudad de Christchurch, que aún se recupera del gran sismo del 2011, estaba de nuevo conmocionada ayer mientras la Policía armada patrullaba las calles y los habitantes trataban de entender lo sucedido.
Horas después de que murieron 49 personas en la mezquita Masjid al Noor y en otro pequeño lugar de culto situado en el suburbio de Linwood, miembros de la muy unida comunidad musulmana se congregaron en silencio en el parque Hagley.
“Este es el más pacífico, encantador lugar de la tierra y seguirá siéndolo”, dijo un palestino que no quiso identificarse.
Por unos minutos, durante las oraciones de ayer, esta “ciudad jardín”, un “encantador lugar”, fue escenario de un insondable acto de odio.
Minutos después de que el hombre disparó al concluir la tarde, acudieron al lugar civiles y policías armados para cerrar tiendas y negocios.
Las escuelas de la ciudad fueron acordonadas, mientras se escuchaban las sirenas de los vehículos policiales y las ambulancias que acudían a las mezquitas para llevar muertos y heridos al hospital Christchurch, situado al otro lado del parque.
Debido al bloqueo de la ciudad y el acordonamiento de las escuelas, padres y madres vivieron horas de incertidumbre por lo que hubiera podido ocurrir a sus hijos.
Muchos esperan que la sociedad abierta en la que viven no cambiará, pese a que en un breve lapso se registraron tantos asesinatos como los que ocurren en todo un año en el país.
La alcaldesa, Lianne Dalziel, con lágrimas y conmocionada, insistió en la unidad: “Parece que lo peor ha ocurrido y tenemos que unirnos para superar esta situación”, expresó con un pesar evidente.
La primera ministra, Jacinda Ardern, calificó lo ocurrido como “uno de los más sombríos días de Nueva Zelanda”.
Christchurch, situada en la isla sur de Nueva Zelanda, ya conocía el mal sabor de la tragedia. Ocho años antes, 185 personas murieron por un terremoto que destruyó gran parte de la ciudad, el 22 de febrero del 2011.
Los habitantes expresaron que están determinados a que en esta tragedia, como en la anterior, los habitantes de Christchurch se mantendrán unidos sin importar la religión que profesen.
Al llegar la noche, Wendy Johnson y su esposo acudieron llorando al parque Hagley para depositar un gran helecho, símbolo de la nación, así como flores de lirio, en homenaje a los muertos.
“Recogimos el helecho en nuestro jardín para expresar a la comunidad musulmana que nuestros corazones están rotos y somos solidarios con ellos”, manifestó, llorando, Wendy Johnson.
“Deben estar protegidos para que puedan orar cuando lo deseen. Es increíble. No debe haber tolerancia con lo ocurrido”, agregó la mujer.