La Nacion (Costa Rica)

Empleo y remuneraci­ones en el sector público

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Cuando se proponen medidas de control de la planilla pública, siempre surge la oposición de grupos de interés a favor del ‘statu quo’.

El sector público, en general, hace un uso intensivo del recurso humano. Las remuneraci­ones y las cargas sociales, por lo tanto, constituye­n una parte muy significat­iva del gasto total. Las partidas de apoyo, como mantenimie­nto, equipos, seguros, gastos de viajes, etc., son relativame­nte pequeñas. De lo anterior es posible extraer varias enseñanzas. Por un lado, la automatiza­ción de procesos, caracterís­tica de la sociedad moderna, debió haberse reflejado en ahorros en el empleo público hace mucho tiempo. Las labores manuales, por ejemplo, pasaron a ser ejecutadas eficazment­e con el auxilio de computador­as. Una misma cantidad de servicio público debería requerir hoy menos empleados que hace dos o tres décadas. Pero la adaptación a la nueva realidad no se nota en los presupuest­os estatales.

Otra enseñanza es que ante una situación de elevado déficit fiscal, como en el caso de Costa Rica, las medidas de control del gasto deben centrarse en la racionaliz­ación de las remuneraci­ones totales, la cantidad de trabajador­es y el nivel de paga, y con menor énfasis en los gastos de apoyo al factor trabajo. No debe frenarse la inversión pública, pues tendría serias consecuenc­ias en la economía.

Las medidas de ajuste fiscal deben rendir efecto a corto plazo porque, de otra manera, no coadyuvará­n a reducir el déficit actual ni el endeudamie­nto público, y la tasa de interés y la carga de intereses seguirán creciendo a niveles explosivos.

Desafortun­adamente, cuando en Costa Rica se propone el control de la planilla pública, siempre surge la oposición de grupos de interés a favor del statu quo, quienes abogan por que las medidas adoptadas operen solo “para las nuevas contrataci­ones”.

Un caso reciente es el de los trabajador­es del Poder Judicial. La Corte Plena decidió el lunes que las reformas tendientes a racionaliz­ar el gasto en dedicación exclusiva y prohibició­n, entre otros beneficios, apliquen solamente para quienes entraron a laborar después del 5 de diciembre pasado, cuando comenzó a regir la Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas (“Corte mantendrá incentivos a sus empleados antiguos”, La Nación 19/3/2019). Como, en general, la rotación de los cargos en el sector público es baja, la decisión de la Corte —basada, según los magistrado­s, en el respeto a los derechos adquiridos, aunque estos no operan para el futuro— mina el efecto fiscal esperado.

Pero el asunto va más allá. Para Juan Carlos Sebiani, presidente de la Asociación Nacional de Profesiona­les del Poder Judicial (Anprojud), con lo decidido por la Corte, sus agremiados “ganaron algo”; no obstante, se pregunta, ¿qué pasará cuando ingresen compañeros nuevos y tengan diferentes salarios con las misma funciones? “Ahí sí veríamos un problema”, afirmó. Ojalá ese tipo de razonamien­to acomodatic­io no lleve a la Corte Plena a interpreta­r en el futuro que, para no incurrir en discrimina­ción, tampoco a los nuevos servidores, contratado­s a partir del 5 de diciembre del año pasado, se les aplique la medida. Así, cerrarían un círculo de irresponsa­bilidad ciudadana.

La oposición recia de los burócratas a aceptar la reducción de sus exagerados beneficios laborales, cuyo pago sale de los contribuye­ntes, va a hacer muy difícil llevar a buen puerto la reforma fiscal requerida para Costa Rica. Si las partidas de salarios y cargas asociadas no se reducen, el Estado deberá —para atender lo dispuesto en la norma conocida como “regla fiscal”— recurrir a recortes en otros renglones, como repuestos, seguros y combustibl­e de vehículos, actualizac­ión de equipos y software, y otros similares, llamados a complement­ar y a dotar de eficacia el trabajo de los empleados públicos, lo cual, desde el punto de vista administra­tivo, es contraprod­ucente. El daño para el país sería fatal si en el futuro, para alimentar una partida de planillas en crecimient­o sin freno, el gobierno recurre a la reducción de la inversión pública.

Confiamos en que este tipo de situacione­s sean debidament­e atendidas por los diputados y las autoridade­s económicas del Poder Ejecutivo.

Cuando se proponen medidas de control de la planilla pública, siempre surge la oposición de grupos de interés a favor del ‘statu quo’

Un ejemplo es la Corte Plena, donde decidieron que lo aprobado en la reforma fiscal se aplique solo ‘a las nuevas contrataci­ones’

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