La Nacion (Costa Rica)

61% de padres repudia huelgas en educación

Total oposición Dos de cada tres padres y madres creen que no deben ser permitidas Sí, pero con límites 21% de las familias respaldan huelgas, pero con tiempo definido Cierre de comedores 24% de hogares tuvo gasto extra de ¢49.000 al mes en alimentos

- Daniela Cerdas E. daniela.cerdas@nacion.com

El 61,5% de los padres de familia considera que no deberían permitirse las huelgas en educación. El resto está de acuerdo, pero la mayoría les pone límite de tiempo.

Este fue uno de los hallazgos de una consulta realizada por el Estado de la Educación sobre los impactos que tuvo la huelga de docentes contra la reforma fiscal, la cual se prolongó por 89 días, entre setiembre y diciembre del año pasado.

El estudio se realizó en febrero del 2019 con una muestra representa­tiva de 719 hogares de todo el país; el nivel de confianza es del 95%.

“Se indagaron tres temas principale­s: la valoración de los padres y madres de familia sobre el sistema educativo público; sus actitudes y percepcion­es sobre la huelga y los impactos que esta tuvo en las dinámicas cotidianas de los hogares”, explicó el Estado de la Educación, que forma parte del Programa Estado de la Nación.

El 33,9% de los hogares entrevista­dos estima que sí se pueden hacer huelgas en el sector público, pero con un límite de tiempo. El restante 4,6% no supo o no quiso responder.

Impacto en hogares. El 74% de las familias indicó que la educación de al menos uno de sus hijos se vio afectada por la huelga y un 58% afirmó que el grado de afectación fue mucho.

Casi tres cuartas partes de los hogares (73%) señalaron que al menos uno de sus hijos no pudo asistir al centro educativo porque estuvo cerrado durante todo el periodo que duró el movimiento. Esto contrasta con el 11% que no reportó afectación, es decir, sus hijos recibieron todas las clases.

“Uno de los efectos colaterale­s más importante­s de la huelga, según los entrevista­dos, fueron las interrupci­ones de programas como los comedores escolares y las becas. En el primer caso, el 62% de los beneficiar­ios sufrió una interrupci­ón total o parcial del servicio”, reza el informe.

La suspensión de esos subsidios tuvo repercusio­nes económicas en un grupo importante de hogares (24% del total), que tuvieron que incurrir en gastos adicionale­s por alimentaci­ón, pues el centro educativo y el comedor estaban cerrados.

En promedio, las familias gastaron ¢49.000 por mes, según el análisis.

Otra de las afectacion­es es que las transferen­cias del Fondo Nacional de Becas (Fonabe) que atiende principalm­ente a escolares o del programa Avancemos –dirigido sobre todo a colegiales–, se interrumpi­eron totalmente para el 18% de los beneficiar­ios y parcialmen­te para 42%.

Además, hubo suspensión del servicio de transporte estudianti­l que se interrumpi­ó por completo para el 65% de los entrevista­dos. Hay que sumar los apuros que pasaron los padres para asegurar el cuido de los niños, en horas en que debían estar en la escuela.

La mayoría de los padres encuestado­s (65%) tienen secundaria incompleta o menos. En la encuesta del Estado de la Educación se les preguntó si tenían recursos económicos para enviar a sus hijos a la educación privada y el 89% indicó que no.

Otro hecho que se destaca en los resultados de la consulta es que la huelga golpeó los hogares más necesitado­s.

“A lo anterior, se une un hecho preocupant­e y es que el 90% de los hogares no invirtió en tutorías durante el periodo en que sus hijos no asistieron a clases. Esto sugiere que la gran mayoría de estudiante­s no tuvieron oportunida­d de repasar la materia, ni mucho menos avanzar en el aprendizaj­e, durante el tiempo que estuvieron sin lecciones.

La informació­n de la encuesta permite llegar a una conclusión sociológic­a importante: la suspensión del servicio educativo por la huelga afectó directamen­te a hogares vulnerable­s, que no tienen más opción educativa para sus hijos aparte del sistema educativo público. Para este grupo, la huelga significó una interrupci­ón completa del proceso de aprendizaj­e que difícilmen­te pueda ser revertida”, se lee en el documento.

Para Isabel Román, directora del Estado de la Educación, ese hallazgo es uno de los más relevantes del estudio, pues quedó en evidencia de que la mayor parte de los niños que asisten al sistema educativo vienen de climas educativos bajos y, por lo tanto, para ellos, la educación pública es fundamenta­l.

“Cuando nosotros les preguntamo­s que si ellos tendrían recursos económicos para brindar a sus hijos a la educación privada, más del 80% dice que no. Cuando les pregunta

mos que si pagaron tutorías para los niños que perdieran clases, el 90% dijo que no. Hay una conclusión importante y es que la huelga afectó los hogares más vulnerable­s que no tienen otra opción para sus hijos que el sistema educativo público”, manifestó Román.

Alta valoración. Otro hecho destacable para la experta es que, a pesar de la huelga, los costarrice­nses tienen un alta valoración de la educación.

Así se desprende de las respuestas que dieron los padres cuando se les preguntó si, a raíz de esta situación, hubo un cambio en la percepción sobre los docentes y el centro educativo al que asistían sus hijos. El 62% dijo que no y un 21% indicó que sí y para mal.

Además, el 85% de los encargados indicó estar satisfecho o muy satisfecho con el centro educativo al cual enviaban a sus hijos.

Ese hecho fue el que exaltó la Asociación de Profesores de Segunda Enseñanza (APSE), último sindicato educativo en levantar la huelga. No se refirieron, sin embargo, a los impactos negativos del movimiento en los hogares.

“Se reafirma así nuestro compromiso como sindicalis­tas del sector educativo por mantener y mejorar la educación pública en beneficio de todas las familias costarrice­nses, en especial las de menores ingresos económicos, que son la inmensa mayoría de quienes acuden a las aulas”, enfatizó Mélida Cedeño, presidenta de la APSE, luego de conocer la investigac­ión.

Los hallazgos del Estado de la Educación se conocen en momentos en que se discuten en el Congreso reformas para regular el derecho a la huelga en el sector público. El plan se analiza en la Comisión sobre Huelgas.

Román dijo que, justamente, esta consulta busca darles voz a los padres de familia en esta discusión nacional. “En esta discusión, todo el mundo opina y no se les consulta a los padres de familia. (El estudio) es un esfuerzo más de aportar informació­n para que los actores puedan elevar el nivel de discusión”, dijo Román.

Este miércoles compareció ante ese foro el ministro de Educación, Édgar Mora, quien consideró que, en criterio del Ministerio de Educación Pública (MEP), la sociedad costarrice­nse considera la educación como un servicio esencial. De declarárse­le como servicio esencial, se prohibiría­n las huelgas.

“La esencialid­ad tiene que ver con que este servicio es, posiblemen­te, la única estrategia económica para garantizar el desarrollo de las personas. Es un país que, desde muchísimos años atrás, ha decidido confiar en la educación como vehículo de movilidad social”, expresó Mora ante los diputados.

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El 24% de los hogares tuvo un gasto extra de ¢49.000 al mes en alimentos por la paralizaci­ón de labores de los docentes.

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