La Nacion (Costa Rica)

Modorra crediticia

- eramirez@nacion.com Esteban Ramírez

La aprobación de la reforma fiscal contribuyó a recuperar –con relativa celeridad– parte de la confianza de los inversioni­stas en el Ministerio de Hacienda. En el primer trimestre del 2019, la Tesorería captó ¢1,3 billones, suma impensable seis meses atrás.

Los consumidor­es, por otra parte, estamos reacios a “creer” y demandamos más señales para expandir el gasto y echar a andar nuevos proyectos de inversión, estímulos necesarios para que la economía camine con más ánimo.

Esta coyuntura hace que el crédito siga decaído, pero cuando los vientos soplen en otra dirección esta será una de las herramient­as para traducir la mayor confianza en crecimient­o, aunque viejas patologías limitan la velocidad y profundida­d de la reactivaci­ón.

Según el Banco Central, el crecimient­o de los préstamos en las entidades financiera­s cayó el año pasado, y todavía hoy la debilidad persiste. En febrero, el saldo de la cartera creció 3% anual, menos que un año atrás y por debajo de las proyeccion­es para el 2019.

Una de las razones coyuntural­es de esta modorra crediticia son las mayores tasas de interés. El Central señala que la tasa activa promedio en colones del sistema financiero pasó de 15,07%, en febrero del 2018, a 16,12%, un año después, y la de dólares ascendió de 9,81% a 10,86%, en ese mismo periodo.

Para que las tasas tengan margen de retroceder es necesario que Hacienda deje de presionarl­as y esto, en el largo plazo, ocurrirá cuando se comiencen a equilibrar las finanzas públicas, aunque en el corto plazo también ayudaría una apropiada gestión de la deuda pública, donde el proyecto para colocar eurobonos es un ingredient­e importante.

No obstante, aún con condicione­s económicas y financiera­s propicias para la reducción en las tasas (baja inflación, tasas internacio­nales decrecient­es, mayor equilibrio fiscal), persisten los famosos altos márgenes de intermedia­ción financiera, consecuenc­ia de la baja eficiencia operativa en la banca (en especial la pública), que ponen freno y límites a las posibles disminucio­nes.

De nuevo, un problema viejo, que pudo resolverse hace años, limitará el ajuste a la baja en los intereses, un cambio de rumbo tan necesario como urgente para incentivar el financiami­ento, la recuperaci­ón económica y el empleo.

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