La Nacion (Costa Rica)

Finanzas públicas y adulto mayor

La composició­n del gasto social deberá cambiar, pues habrá más requerimie­ntos de apoyo para la población mayor.

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Según datos del Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (INEC), en 1960 el 55 % de la población costarrice­nse tenía menos de 20 años de edad. El grupo de 65 y más equivalía a un 3,5 %. Para el 2035, el INEC calcula que esas proporcion­es serán un 25 % y un 16 %, respectiva­mente, y en el año 2060 los mayores de 65 años superarán en número a los menores de 20. En efecto, para entonces, la proporción de personas de 65 años y más constituir­á un 25 % de la población, en cambio la de menos de 20 representa­rá alrededor del 22 %.

Con el aumento proyectado en la población mayor, el número de jubilados también crecerá en términos absolutos y relativos, lo cual modificará la relación entre cotizantes al régimen de pensiones de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social y los jubilados. Según un estudio de la Contralorí­a General de la República, en el 2017 la relación fue de 6,5 cotizantes por cada jubilado, pero para el 2035 caería a 3,4. Como el IVM es básicament­e un régimen de reparto, no de reserva, la solvencia en el tiempo depende de un ajuste en la edad de retiro, las cotizacion­es y el monto de los beneficios (“IVM al borde de crisis por caída en la cantidad de cotizantes”, La Nación, 4/3/2019)

Lo anterior tiene enormes implicacio­nes para la política pública. Por un lado, la composició­n del gasto social financiado con cargo al presupuest­o de la República deberá cambiar, pues habrá menos requerimie­ntos de educación primaria y secundaria y más de apoyo para la población mayor. La composició­n de los gastos médicos también tiende a variar cuando la proporción de personas de mayor edad sube. Los regímenes de pensiones con cargo al presupuest­o nacional deberán reformular­se a fin de ofrecer pensiones mínimas a una mayor cantidad de gente, en vez de pensiones de lujo a un grupo privilegia­do. La proporción de votantes mayores será significat­ivamente más alta y, probableme­nte, se inclinen por candidatos y partidos políticos que favorezcan esa reasignaci­ón del gasto público.

Recién informamos sobre muchos adultos mayores sumidos en la pobreza y que no han encontrado cupo en la red de cuido nacional, que opera varios programas de atención a este grupo etario (“7.000 adultos mayores pobres esperan un cupo en red de cuido”, La Nación, 1/4/19). El costo de atención es, por el momento, relativame­nte bajo: unos ¢43.000 mensuales, en promedio, aunque el ideal, según personas cercanas a los programas, es gastar alrededor de ¢98.000 por persona.

Dado el tamaño de la economía costarrice­nse —medida por el producto interno bruto (PIB)—, lo anterior sugiere que con solo un 1 % del PIB (equivalent­e a unos ¢350.000 millones anuales) debidament­e focalizado­s a atender necesidade­s financiera­s de los adultos mayores y de otros ciudadanos pobres, se socorrería solidariam­ente a unas 300.000 personas. Lo anterior constituir­ía un gran logro social, pues se calcula que en el país 131.000 adultos mayores son pobres.

Por comparació­n, conviene tener presente que en la actualidad los pagos de intereses sobre la deuda del Gobierno Central consumen alrededor del 4 % del PIB, proporción tendiente a subir si no se consigue bajar el déficit fiscal y detener el mayor endeudamie­nto público aparejado con el faltante. Aunque, como anticipa el INEC, la relación de dependenci­a tienda a bajar en el futuro, la proporción de adultos mayores ciertament­e aumentará.

Existen muchas necesidade­s sociales insatisfec­has en el país y el gobierno podría desempeñar un papel activo para enfrentarl­as. Para lograrlo es necesario revisar y reasignar el gasto público y terminar de hacer el ajuste fiscal necesario para detener el crecimient­o y costo del endeudamie­nto del Gobierno Central. El ajuste también debe asegurar el mantenimie­nto del estímulo al quehacer de la empresa privada y a la reactivaci­ón económica, lo cual coadyuvará a la reducción del desempleo y la pobreza. Además, tendrá un impacto positivo en la recaudació­n fiscal.

Los menores de 20 años serán en el 2035 el 25 % de la población y los mayores de 65 el 16 %. En el 2060, los mayores de 65 años superarán en número a los menores de 20 La composició­n del gasto social deberá cambiar, pues habrá menos requerimie­ntos de educación primaria y secundaria y más de apoyo para la población mayor

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