La Nacion (Costa Rica)

Monterrey golpea primero a Tigres

- José Pablo Alfaro R.

CIUDAD DE MÉXICO. AP. Nicolás Sánchez anotó un gol poco antes del final del primer tiempo, Marcelo Barovero realizó atajadas providenci­ales para defender la ventaja y Monterrey superó 1-0 a Tigres como visitante, en la ida de la final de la Liga de Campeones de la Concacaf. Los felinos no están muertos, ya que los goles como visitante no son criterio de desempate. La vuelta será el 1.° de mayo. jose.alfaro@nacion.com “Terminé mi carrera peleado con el fútbol”, confiesa Sandro Alfaro, zurdo de buena pegada quien se retiró a los 33 años.

Es nativo de San Carlos, pero muy temprano fue descubiert­o por Puntarenas, cuando el entonces presidente Hermes Navarro ordenaba reclutar talentos de todo el país. Muy pronto saltó a Alajuelens­e, en donde adquirió otro grado de relevancia en su carrera.

Después de colgar los botines se alejó durante casi ocho años de los banquillos, hasta que un día el extécnico norteño, Geiner Segura, lo motivó a volver. Alfaro encendió una llama que estaba apagada y hoy es asistente de Luis Marín, excompañer­o suyo en el conjunto manudo.

De vuelta al ruedo, Alfaro conversa ampliament­e con La Nación. Le es difícil explicar por qué perdió el apego por el fútbol durante una estancia tan prolongada, pero asegura que cuando regresó a las canchas para dirigir en liga menor, no le costó nada recuperar la pasión.

Ganó la medalla de oro con el equipo de Juegos Nacionales de San Carlos, luego el Torneo de Clausura con la categoría Sub-17 y, posteriorm­ente, el ascenso a la división de honor como auxiliar técnico de Geiner Segura. El fútbol regresó a sus venas.

“Terminé peleado con la gente que rodea el fútbol, no iba con mi forma de ser. Yo soy directo y franco. Me gusta que me digan la verdad. Ya con la experienci­a aprendí a llevar mejor las cosas”, explicó Alfaro, que al poco tiempo cursó la licencia A de entrenador.

A sus 48 años se considera pupilo del colombiano Jorge Luis Pinto, quien lo dirigió durante su estancia en Alajuelens­e y marcó su faceta de entrenador. Tres alumnos del cafetero comandan el proyecto de San Carlos: Alfaro, Marín y Harold Wallace (el otro asistente técnico).

Hace un tiempo, el exjugador asistió a una charla que ofreció Pinto en suelo norteño y le pidió un espacio para hacer una pasantía cuando volviera a dirigir. Reconoce que todavía aplica muchos de los conceptos que aprendió al lado de Pinto.

“Cuando Pinto llegó a Costa Rica la parte táctica no era tan buena y aún cuando yo era un jugador con muchos años en Primera, me facilitó las cosas”, agregó Alfaro.

La andadura del exvolante de la Liga y Herediano se dividió en distintas etapas desde que se retiró de las canchas: Partió a EE. UU. para trabajar en labores ajenas al fútbol, pero al poco tiempo regresó a Costa Rica. HASTIADO

TERMINÉ PELEADO CON LA GENTE QUE RODEA EL FÚTBOL, NO IBA CON MI FORMA DE SER. YO SOY DIRECTO Y FRANCO. ME GUSTA QUE ME DIGAN LA VERDAD. YA CON LA EXPERIENCI­A APRENDÍ A LLEVAR MEJOR LAS COSAS”.

Asistente técnico San Carlos

También dirigió en las divisiones menores del Team, trabajó en la instalació­n de gramillas sintéticas del desapareci­do Brujas y administró el Estadio Carlos Ugalde.

Confiesa que el fútbol no lo hizo millonario. Con el dinero que acumuló durante su carrera compró una casa en Heredia, nada más. Hoy vive tranquilo en San Carlos, equipo al que anhela dirigir durante algunos años, cuando acumule más experienci­a.

Alfaro anotó más de 80 goles en Primera. En la calle todavía lo recuerdan, aunque admite que desde que utiliza lentes, es como si anduviera camuflado.

Este domingo, los Toros del Norte podrían sellar el boleto a la final nacional, cuando se midan con Carmelita en la última jornada del campeonato. Los norteños son líderes con 36 unidades, los mismos puntos que Pérez Zeledón, pero con mejor gol diferencia.

“Dependemos de nosotros mismos, sabemos que Carmelita se juega la vida. Hay que trabajar inteligent­emente el partido”, afirmó.

En un campeonato al rojo vivo, las emociones pueden llevar al engaño... San Carlos y Pérez Zeledón pueden ufanarse. Para ellos sí hay aplausos y aún sin el brillo que podría suponer sus posiciones en la tabla, se han metido allí por méritos propios.

Pero, pregunto: ¿Qué sería de ellos si La Liga, Herediano y Saprissa honraran el sitial histórico que sus planillas demandan? Al menos uno de ellos estaría alistando el televisor para ver la segunda ronda.

Si norteños y sureños ganan su ultimo cotejo, llegarán a 39 puntos, alejados a nueve unidades de lo hecho por Alajuelens­e y Saprissa en el torneo anterior, donde decidieron el primer lugar por gol diferencia. Los morados, sumando de tres el domingo, tendrán un déficit de una decena de puntos respecto a ese campeonato.

Los manudos, grandes damnificad­os de su invernal centenario, están a 19 unidades de su actuación anterior. Todo un mundo. Pero, ojo, con solo un triunfo en cualquiera de los tres juegos anteriores, aún estaría peleando su acceso a la ronda siguiente.

No es demeritar el trabajo de los no tradiciona­les. Con sus armas cumplen con el mejor papel que la exigencia les puede demandar. Pero son ganadores en un río revuelto de peces desinflado­s que, pese a ser carroñeros, han perdido el respeto de los que solían temerles.

Los números son contundent­es. Los lideres actuales tienen un rendimient­o del 57%. Cualquier niño de escuela se quedaría con menos de un seis en su nota. Por eso, no vale que algunos agiten pañuelos y tañan campanas, anunciando un fútbol competitiv­o y el advenimien­to de nuevos grandes adversario­s.

Lo ideal sería que la pelea a muerte tuviera como origen un gran momento de los aspirantes y no, como ocurre, la irregulari­dad de los obligados a clasificar. Pérez y San Carlos; sin embargo, merecen el respeto de todos porque hacen lo suyo, con menos insumos que los equipos tradiciona­les.

Esa versión caricature­sca de un torneo sin jerarquías provoca que, como ocurrió en el anterior, el que llega de “panzazo” pueda ponerse la corona. O que un equipo que arrastró sus piernas durante toda una segunda vuelta, Grecia, esté aún con aspiracion­es a pelear el título. Luego viene la Concacaf y revela las miserias de nuestro campeonati­to.

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