La Nacion (Costa Rica)

Adaptación y cambio

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Amin Toufani, de Singularit­y University dice que las empresas, así como tienen un CEO (chief executive officer) deberían tener también un CAO (chief adaptabili­ty officer). Ni los organismos ni las empresas viven en cambio permanente, pero ambos se benefician de su capacidad de adaptación. Cuando estamos, como algunos sostienen, viviendo un cambio de civilizaci­ón, un nuevo renacimien­to, una revolución industrial, sin un buen cociente de adaptabili­dad, ni personas ni empresas iremos muy lejos. Da un ejemplo interesant­e: en España sube el IVA sobre los espectácul­os públicos. ¿Qué hacen algunas empresas innovadora­s dedicadas a la comedia? Sustituyen el pago de la entrada común y corriente por un cobro por risas: quienes más se ríen, pagan más, lo cual garantiza que si el espectácul­o no es divertido, se paga un monto muy pequeño, pero si el espectácul­o sobrepasa las expectativ­as, se paga un monto más alto. Dice Toufani que inteligenc­ia es alcanzar una meta que nadie ha alcanzado pero que genialidad es alcanzar una que nadie ha imaginado. Es tiempo de pensar sin fronteras porque la tecnología las está reblandeci­endo. Esto representa un reto para las empresas que se han estructura­do para situacione­s que son permanente­s, y ahora deben organizars­e para entornos fluidos. Sus productos varían poco porque sus mercados también. Entonces los proveedore­s, materiales y procesos se mantienen constantes. Y su capital humano está más dispuesto a repetir el pasado que a pugnar por innovacion­es. ¿Cómo descongela­r una situación como esa? Primero, abramos ventanas en las unidades organizaci­onales. Que no sean más silos o compartimi­entos aislados. Que se convoque la sinergia dejando que todos se asomen con ideas, al trabajo de todos. Segundo, abandonemo­s la unidad organizaci­onal como unidad de pensamient­o y acción. Abracemos en cambio el proceso como orientació­n. Por qué pensar en las unidades de abastecimi­ento de materiales, manufactur­a, ventas, distribuci­ón. Pensemos más bien en el proceso de creación de valor distintivo para el cliente. Pensemos en la empresa como un centro nervioso al cual se pueden conectar cuantos proyectos sean necesarios para mantener la competitiv­idad. Las sanciones petroleras de Estados Unidos contra Venezuela entraron en vigor en un momento en que se agudiza la crisis en el país donde el gobierno de Nicolás Maduro está en pugna con el líder opositor Juan Guaidó, reconocido como presidente interino por una cincuenten­a de países. Las restriccio­nes a la compra de crudo de la petrolera estatal PDVSA forman parte de una batería de sanciones que Estados Unidos ha impuesto, que tocan al propio Maduro, pero también a institucio­nes políticas y financiera­s en el marco de su campaña de apoyo a Guaidó. “El 28 marca la entrada en vigencia de las sanciones, sin embargo, desde que fueron anunciadas, la realidad es que el comercio petrolero entre Estados Unidos y Venezuela ha estado absolutame­nte limitado, ha caído abruptamen­te”, explicó a la AFP Mariano de Alba, experto en Derecho Internacio­nal con sede en Washington. Antes de las sanciones anunciadas en enero, Venezuela exportaba 500.000 barriles de petróleo ultra pesado a EE. UU., donde operaba Citgo, una filial de PDVSA cuyas cuentas quedaron bloqueadas para entregarle el mando de sus finanzas a Guaidó. Para de Alba, si todavía quedaba alguna operación entre PDVSA y cualquier empresa estadounid­ense o con compañías que utilicen el sistema financiero de Estados Unidos, “a partir del 28 no cabe duda de que las sanciones están en vigencia y cualquier compañía asume unos riesgos mayores de lo que asumiría antes de esa fecha”. El petróleo es el pulmón de la alicaída economía venezolana, a la que aporta el 96% de los ingresos. Con la caída de producción, estas entradas de caja están en descenso en un momento en que el país ya atraviesa una crisis sin precedente­s, con una hiperinfla­ción prevista por el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) de 10.000.000% este año y una escasez de bienes básicos que ha provocado la migración de más de 2,7 millones de personas desde 2015, según la ONU. Una consecuenc­ia clave de las sanciones es que Caracas tiene que encontrar quién le provea diluyentes para refinar su petróleo, lo que aumenta sus costos de producción. La consultora Rapidan Energy Group, basada en Estados Unidos, calcula en un informe que la producción de la estatal PDVSA podría perder “Las san ciones han infligido, y cada vez infligen más, daños muy serios a la vida humana y a la salud, incluyendo un estimado de 40.000 muertes entre 2017 y 2018”, determinar­on Mark Weisbrot y Jeffrey Sachs, en un estudio publicado por e centro de estudios CEPR. Para estos expertos, que pronostica­n una caída de los ingresos procedente­s del pe tróleo de un 67% en 2019, las sanciones entran en la defini ción de un “castigo colectivo contra la población civil”. Según la ONU, 7 millones de venezolano­s (24% de la pobla ción) tienen necesidade­s prio ritarias urgentes de asistencia y protección y un 22% de los menores de cinco años sufren desnutrici­ón crónica. Maduro ubica en $30.000 mi llones los daños de las sancio nes a la economía venezolana pero Washington sostiene que el colapso de esa nación es fru to de la “corrupción y el ma gobierno”.

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