La Nacion (Costa Rica)

Número equivocado

- Elke Hüttmann Escazú Alejandro Zawadzki Wojtasiak Cartago Alexánder Alvarado Marín San José Pablo Hernández Páez La Garita de Alajuela Philippe Bloton Grall Esparza

GRABACIÓN INDICA QUE ES EL 119

Hace pocos días, leí en La Nación que el ICE está preocupado por la competenci­a, y con toda la razón: desde hace 10 años o más, para utilizar el servicio de mensajes grabados hay que llamar al 1190, pero la voz indica todavía el viejo número 119.

Finalmente, me he acostumbra­do a esta negligenci­a y después de escuchar mis mensajes los borro. Sin embargo, días después, me informan que tengo pendientes, precisamen­te, los que había eliminado.

Los cartagines­es agradecemo­s al presidente, Carlos Alvarado, y al ministro de Obras Públicas y Transporte­s, Rodolfo Méndez, haber iniciado la reparación de la carretera a San José en ambos sentidos. Pero Lanamme, muy al estilo costarrice­nse, de criticar por deporte sin dar soluciones y sin proponer modos de arreglo, paralizó los trabajos.

No soy ingeniero civil, ni experto para rebatir la posición de Lanamme, con la cual, prácticame­nte, obliga a todo el mundo a dejar en stand by el arreglo que se le hacía a esta vía tan necesaria.

Me llama la atención porque algo he leído y he viajado y visto, como para dudar de la actuación de Lanamme. Vienen a mi memoria las autopistas hitleriana­s, construida­s en cemento, y cuando uno viajaba por ellas, en Alemania Oriental, cansaba el traqueteo de las llantas del carrito que teníamos y que ahora, en una era más moderna, fueron cubiertas de asfalto.

También la autopista A-1, de París a Bruselas, hecha con cemento, al principio fue cubierta con betún como capa de rodamiento.

Un poco más atrás, las autopistas de Eisenhower, que tenían rectas de una milla para servir de pistas de aterrizaje. Para terminar de recordar, la autopista de Baton Rouge a Nueva Orleans, todas, “tuiticas” (a lo costarrice­nse) fueron recubierta­s con asfalto.

Si el caso fuera, yo, como ente universita­rio, no atacaría, porque las universida­des fueron creadas para enseñar, para iluminar las mentes, para guiar y sugerir lo que y el cómo hacer y desarrolla­r.

Invito a todos a recorrer la “pista” medio arreglada para que constaten la diferencia y el ahorro de tiempo que estamos disfrutand­o los cartagines­es.

Días atrás me operaron en el Hospital San Juan de Dios. Hoy, 15 días después y sin complicaci­ón y sin molestia alguna, no tengo más que agradecer a Dios y al personal de ese centro médico, particular­mente, a quienes trabajan en el área de Cirugía Ambulatori­a.

Por su trato y atención, una y mil veces más, gracias infinitas por su gran labor.

Gracias al personal técnico y administra­tivo del Camposanto La Piedad, en Mercedes Sur de Heredia, por la calidez humana, cariño y comprensió­n que me brindan cada vez que visito el lugar. Hago extensivo mi agradecimi­ento a Pilar Echeverri, Adriana Araya Cruz y Michael Prado. Una sonrisa hace la diferencia para un doliente.

El jueves 2 de mayo, a las 11 de la mañana, no cabían más personas en la farmacia del hospital Calderón Guardia. Hacía un calor tremendo y pensé qué habría pasado si se hubiera producido un incendio o un temblor. ¿Por qué no crear, como en los bancos, un servicio en línea?

El paciente, con el número de cédula, abre una cuenta en la Caja Costarrice­nse de Seguro Social, escoge una palabra clave y así tiene acceso al sistema. Después de la consulta médica, en lugar de darnos una receta en papel, el especialis­ta o profesiona­l en medicina registra la prescripci­ón y uno va tres días después y retira los medicament­os.

De esta manera, disminuirí­an las idas y venidas al hospital porque uno debe actualment­e entregar la receta en la farmacia y luego ir para que le despachen las medicinas.

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