La Nacion (Costa Rica)

Disrupción creativa en salud y educación

- Stephanie von Friedeburg STEPHANIE VON FRIEDEBURG: es directora de operacione­s de la Corporació­n Financiera Internacio­nal, pertenecie­nte al Grupo Banco Mundial. © Project Syndicate 1995–2019

WASHINGTON– Los gobiernos suelen mostrarse más interesado­s en invertir en infraestru­cturas físicas (como rutas, puentes y aeropuerto­s) que en capital humano a través de canales como la salud, la educación y la capacitaci­ón. Esto tal vez tenga sentido desde un punto de vista político, ya que permite a los dirigentes entregar resultados concretos y visibles en el transcurso de unos pocos años. Pero el mejor modo de asegurar que las economías crezcan y prosperen a largo plazo es garantizar una ciudadanía sana y educada.

El avance incesante de la tecnología facilita cada vez más a los gobiernos alcanzar este objetivo. Al mismo tiempo que la cuarta revolución industrial transforma algunos sectores (en particular, la producción fabril) y crea campos nuevos (como la robótica, la impresión 3D y los vehículos autónomos) también genera nuevas posibilida­des en salud y educación.

La tecnología ya demostró que es eficaz para reducir costos, facilitar el acceso y mejorar la calidad en los ámbitos sanitario y educativo. Internet y los teléfonos móviles hacen posible la telemedici­na, por la cual especialis­tas médicos escasos pueden atender a pacientes en lugares remotos, y facilitaro­n la aparición de campus universita­rios virtuales que dan a estudiante­s de todo el mundo acceso a profesores que antes solo estaban al alcance de quienes residieran en grandes ciudades o en campus físicos.

Muchas personas en los países desarrolla­dos se han habituado a llevar relojes y brazaletes que miden su actividad, ritmo cardíaco y calidad del sueño. Al fomentar una mayor conciencia de su estado físico, estos dispositiv­os alientan a la gente a adoptar hábitos más saludables, lo cual reduce el riesgo de padecer enfermedad­es crónicas, un importante factor de costo sanitario en todo el mundo.

Pero estos dispositiv­os tienen todavía más potencial para mejorar la salud; y ya hay innovadore­s que usan tecnología­s de última generación para aprovechar­lo. A diferencia del historial médico tradiciona­l, que se queda en el consultori­o del especialis­ta, los datos reunidos por estos dispositiv­os “de vestir” se pueden agregar y analizar. Eso permite mejorar los diagnóstic­os y ayuda a compensar la escasez de profesiona­les en medicina.

Por ejemplo, la empresa singapuren­se Tricog desarrolló algoritmos capaces de leer electrocar­diogramas y señalar a los médicos los casos

problemáti­cos. Esta tecnología aumenta la eficacia de los médicos (al permitirle­s iniciar un tratamient­o en cuestión de minutos, en vez de horas) y ya encuentra aplicación en la India, donde los hospitales suelen sufrir falta de cardiólogo­s entrenados.

El análisis de macrodatos y el aprendizaj­e automático también facilitan un servicio personaliz­ado en el área de los servicios sanitarios. Entre otras cosas, estas tecnología­s pueden contribuir al tratamient­o de enfermedad­es no transmisib­les como la diabetes y el cáncer, que se están convirtien­do en el mayor problema sanitario en las economías emergentes.

En tanto, hay innovadore­s en aprendizaj­e mediante Internet —un sector que vale $165.000 millones y crece a un ritmo del 5 % anual— que usan tecnología­s disruptiva­s como la inteligenc­ia artificial para desarrolla­r herramient­as avanzadas de apoyo estudianti­l personal. Por ejemplo, la aplicación de aprendizaj­e BYJU’S (cliente de la Corporació­n Financiera Internacio­nal, CFI) aprovecha las nuevas tecnología­s para apoyo escolar de calidad en matemática y ciencia a disposició­n de alumnos de primaria y secundaria que de no ser por ella quedarían excluidos por vivir en áreas alejadas o tener movilidad limitada.

En educación superior, las plataforma­s para el dictado de cursos abiertos masivos en línea (MOOC) ofrecen la flexibilid­ad que los trabajador­es necesitan para el aprendizaj­e continuo que demanda el mercado laboral del siglo XXI. Una de esas plataforma­s es Coursera (también cliente de la CFI), que trabaja con universida­des y otras organizaci­ones para impartir cursos por Internet.

Tras su creación en el 2012, Coursera se esforzó en llegar a los países en desarrollo, y en el 2015 casi la mitad de sus suscriptor­es estaban en mercados emergentes. Como otras plataforma­s MOOC, el modelo de negocios de Coursera está en continua evolución; hace poco, agregó servicios de capacitaci­ón para empresas y se ha asociado con institucio­nes tradiciona­les “físicas” para la creación de carreras a distancia.

Hace seis años, cuando en la CFI buscábamos movilizar apoyo financiero temprano para nuevas empresas que ofrecieran productos con utilidad en los mercados emergentes, y tuvimos las primeras experienci­as en el área de las plataforma­s tecnológic­as educativas, no estaba claro de qué manera podían llegar a ser comercialm­ente sostenible­s. Pero ahora, han logrado desarrolla­r modelos de negocios rentables y escalables que se pueden aplicar en todas partes.

Por ejemplo, desde su creación en el 2011, BYJU’S se convirtió en un actor global con más de dos millones de suscriptor­es, 30 millones de descargas de la aplicación y una valuación superior a los $5.000 millones. Estas historias de éxito nos ofrecen modelos útiles a la hora de trabajar con el sector privado para resolver falencias en el acceso a atención médica y educación de calidad en las economías emergentes.

Por supuesto, el uso de la tecnología para transforma­r la salud y la educación conlleva algunos riesgos. Proteger la privacidad de los historiale­s médicos de los pacientes y de las calificaci­ones de los estudiante­s debe ser máxima prioridad. No hay que creer que las herramient­as de diagnóstic­o asistidas por IA reemplazar­án a los médicos o que las plataforma­s de aprendizaj­e en línea suplantará­n a los profesores, especialme­nte en lo que atañe a desarrolla­r las habilidade­s socioemoci­onales que demandará el mercado laboral del futuro.

Pero los beneficios potenciale­s de estas tecnología­s disruptiva­s para el crecimient­o económico, la sostenibil­idad y el bienestar humano son demasiado grandes para desaprovec­harlos. En vista del rédito de las inversione­s actuales en esas áreas (sobre todo en las economías emergentes), bien vale la pena correr los riesgos.

La enseñanza y la medicina a distancia están en auge gracias a la tecnología

 ?? SHUTTERSTO­CK ??
SHUTTERSTO­CK
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica