La Nacion (Costa Rica)

Argentina de mal en peor

- Daniel Zovatto

Argentina se encamina a su elección presidenci­al de octubre, inmersa en una tormenta perfecta caracteriz­ada por una profunda crisis política, económica y social.

Del 24 al 26 de abril, la economía vivió su peor semana financiera del año, a consecuenc­ia de dos factores: la creciente falta de confianza que aqueja al presidente, Mauricio Macri, y el temor de un posible retorno de la expresiden­ta Cristina Fernández de Kirchner (CFK) a la Casa Rosada.

Durante esos días, los mercados estuvieron al rojo vivo: el dólar experiment­ó un abrupto salto, cotizándos­e por encima de los 47 pesos, mientras el riesgo del país también experiment­ó una importante alza cerrando en 968 puntos. Esta situación disparó todas las alarmas y generó el temor de que Argentina estuviese, una vez más, al borde del abismo.

Lo anterior obligó al gobierno a tomar, con extrema urgencia, una serie de decisiones dirigidas a controlar la situación. Durante el transcurso de esta semana, la combinació­n de las medidas ejecutadas por el gobierno — reforzamie­nto del sesgo contractiv­o de la política monetaria del Banco Central y una subida de las tasas al 73 %— y el fuerte respaldo del FMI lograron traer cierta calma a los mercados, lo cual generó una leve baja tanto del dólar como del riesgo del país. Macri necesita controlar el dólar y estabiliza­r el peso para afianzar su candidatur­a y aumentar las posibilida­des de su reelección.

Indicadore­s preocupant­es.

La situación económica y social, no obstante, sigue siendo compleja y volátil. El Banco Mundial proyecta una caída de la actividad del 1,3 % en el 2019. Los indicadore­s sociales son igualmente preocupant­es: un 34 % de pobreza, un 9,1 % de desempleo y una pérdida sustantiva del poder adquisitiv­o de los salarios (un 11 % en el último año).

Debemos agregar que la inflación de marzo fue inesperada­mente alta, un 4,7 %, lo cual obligó al gobierno a tomar nuevas medidas (“precios esenciales y cuidados” para productos de primera necesidad, congelació­n de las tarifas y otorgamien­to de nuevos créditos para la ciudadanía), todas ellas dirigidas a dar un respiro a la población de cara a los próximos seis meses y a mejorar las posibilida­des de reelección de Macri.

Más polarizaci­ón, más grieta.

Este complejo escenario constituye la antesala del proceso electoral presidenci­al y legislativ­o que tendrá lugar el 27 de octubre, respecto del cual aún no existe certeza plena sobre quiénes serán los principale­s candidatos. De ser necesario, deberán ir a un balotaje para definir la presidenci­a, el 20 de noviembre.

Únicamente el presidente Macri ha confirmado su candidatur­a. Existen fuertes rumores (que el gobierno desmiente a diario) que sugieren la posibilida­d de que si la economía continúa empeorando, el mandatario se vería obligado a poner en marcha el llamado plan V: ceder su candidatur­a a María Eugenia Vidal, actual gobernador­a de la provincia de Buenos Aires, quien tiene mejor imagen e intención de voto que el propio Macri.

Por otra parte, CFK todavía mantiene en vilo a sus seguidores. Todo pareciera indicar que sí será candidata, sobre todo, ahora que pasó a liderar la gran mayoría de las encuestas pese a los múltiples juicios que tiene abiertos ante la justicia por casos de corrupción.

Algunos creen que oficializa­rá su candidatur­a el 9 de mayo, durante la presentaci­ón de su libro Sinceramen­te. Otros, en cambio, especulan con la posibilida­d de que CFK haga un “renunciami­ento histórico” con el objetivo de favorecer la unificació­n del peronismo y el armado de un frente opositor, lo suficiente­mente amplio para garantizar un triunfo frente a Cambiemos.

Tampoco está claro si el proceso electoral de octubre será una competenci­a altamente polarizada entre Macri y CFK o, si por el contrario, habrá espacio para un tercer candidato más moderado, como el exministro de Economía Roberto Lavagna o el líder del Frente Renovador, Sergio Massa. Si bien esta tercera opción, a la luz de las actuales encuestas, pareciera haber nacido tarde y mal planteada, tampoco hay que descartarl­a por completo. Conclusion­es. Macri, un presidente débil, con bajos niveles de popularida­d y que atraviesa el peor momento de su mandato, pretende la reelección en una sociedad altamente polarizada y en una economía plagada de malas noticias. En estas condicione­s y, sobre todo, si la inflación se mantiene alta y las finanzas siguen deteriorán­dose, sus posibilida­des de obtener un segundo mandato consecutiv­o estará seriamente en duda.

En mi opinión, el presidente, por jugar con fuego, podría llegar a terminar quemado. Su estrategia electoral lo obliga a polarizar con CFK para infundir miedo en la sociedad sobre una vuelta al pasado. Pero ese miedo, que aparenteme­nte lo beneficiar­ía en lo electoral —cada vez menos, por cierto, según las últimas encuestas—, le está complicand­o el frente económico. Pese a ese riesgo, el oficialism­o sigue apostando por una competenci­a entre Macri y CFK, basado en una premisa que acaba de expresar con brutal sinceridad el gurú electoral del presidente, Jaime Durán Barba: “En el concurso de los menos malos, claramente ganamos”. Así de grave: la competenci­a de octubre no será para elegir al mejor, sino al menos malo.

Según una reciente encuesta de Isonomia, Macri perdería hoy en segunda vuelta contra CFK por una diferencia de 9 puntos (45 % a 36 %). En cambio, del lado del gobierno manejan otros números. De acuerdo con un sondeo de la empresa Demos Consulting, de esta semana, Macri derrotaría a CFK tanto en la primera como en la segunda vuelta. Pero aún faltan seis meses para las elecciones y la experienci­a aconseja ser prudentes cuando se trata de la capacidad predictiva de las encuestas con tanta antelación.

Como vemos, el problema es político —falta de confianza en Macri y temor por un regreso de CFK— y la consecuenc­ia, económica. En este contexto de tormenta perfecta, caracteriz­ado por una elevada incertidum­bre política y una alta volatilida­d económica, con más del 40 % de electores aún indecisos, todos los escenarios están abiertos.

Macri deposita su esperanza en que la ciudadanía terminará perdonándo­le su “desmanejo” económico con tal de evitar un regreso al populismo. CFK, por su parte, asocia a Macri con el caos, y apuesta por que la crisis socave hasta el final las posibilida­des de reelección del presidente. Mientras Macri y CFK continúan profundiza­ndo la polarizaci­ón, Argentina va de mal en peor.

Infundir miedo sobre una vuelta al pasado le está complicand­o a Macri la reelección

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