Hablen menos... ¡Jueguen!
¿Será que llegó la hora de incluir en las estadísticas del fútbol nacional la cantidad de tiempo que los jugadores malgastan en habladurías, reclamos, provocaciones y lamentos a lo largo de cada partido? ¿Cómo podríamos denominar a este indicador? ¿Minutos lengua? ¿Horas lora? ¿Habladera de paja? ¿Oratoria dilatoria? ¿Retórica de gramilla?
El nombre es lo de menos. Lo importante es llamar la atención en torno a esa creciente tendencia de practicar el balompié no con el cerebro, sino con esa anguila ciega que habita en la cavidad de la boca y que cada vez que entra en acción de manera airada electrocuta tan bello deporte con descargas de parloteo que no le agregan valor al espectáculo; lo abofetean.
¿A quién le interesa pagar unos cuantos miles de colones de su propio bolsillo para ir al estadio a ser testigo de la continua, estéril, cansona, y en ocasiones hasta prepotente y matona, verborrea de quienes están llamados a en tretener y entusiasmar en lu gar de enfrascarse en pleitos de carajillos malcriados?
Se entiende que al calor de contiendas en las que hay tan tos roces físicos surjan algu nas protestas y chispazos, ga jes del oficio en una actividad en la que no participan santos de palo; pero de ahí a recitar diatribas y letanías por cuanta pequeñez ocurra hay una gran diferencia.
Los aficionados queremos ver futbolistas maduros, no acusetas ni acusicas a los que poco les falta para que se les vean los baberos. De persistir esta actitud, no sería extraño que muy pronto se utilicen be beritos durante los minutos de hidratación.
Estimados jugadores, por favor enfóquense en jugar fútbol, provocar los aplausos ganarse la admiración y el res peto de los hinchas, darle un buen ejemplo a los futuros fut bolistas o aficionados. De esta manera evitarán perjudicar a sus equipos con tarjetas ama rillas y rojas, y otras sancio nes, que bien pueden evitarse.
Recuerden que el buen Fútbol, ese que se escribe con mayúscula, es un arte y un de porte que depende más de los talentosos, inteligentes, disci plinados y perseverantes que de los habladores, parlanchi nes, bocazas y deslenguados.
En el balompié, como en la vida en general, también apli ca aquello de que “calladito es más bonito”. Por favor, hablen menos ¡y jueguen más!