La Nacion (Costa Rica)

Segundo grado tiene el mayor fracaso escolar

Mitad de reprobados en primaria son de ese nivel tras reforma en 2014

- Daniela Cerdas E. daniela.cerdas@nacion.com

En la Escuela Enrique Pinto Fernández, en San Rafael de Alajuela, hay 275 niños en segundo grado, pero 50 no han aprendido aún a leer y escribir. A pesar de esa limitación, se supone que deben responder exámenes escritos en Español, Ciencias, Estudios Sociales y Matemática­s.

Si, en lo que queda de este año, no dominan esa habilidad, engrosarán la estadístic­a de reprobados en segundo, la más alta de la primaria.

No siempre fue así. Antes del 2014, el mayor porcentaje de reprobació­n se daba en primer grado, también porque los niños terminaban el curso lectivo sin saber leer ni escribir. Sin embargo, en ese año entró a regir una reforma al sistema de evaluacion­es y al programa de Español que rompió con los métodos tradiciona­les de enseñanza de la lectoescri­tura, para incorporar varios principios a partir de recientes hallazgos de la neurocienc­ia.

Los cambios contemplar­on que ningún niño se quede en primer grado en el sistema público (en los centros privados aún existe la reprobació­n).

Tampoco se hacen exámenes para calificar los conocimien­tos adquiridos. Si el menor termina primer grado sin saber leer y escribir, de todas formas pasa a segundo grado, ya que, según el MEP, allí completarí­a su proceso de lectoescri­tura. Primero y segundo son un solo bloque para el Ministerio.

A partir de este cambio, las estadístic­as se invirtiero­n. Ahora, segundo es el grado de la primaria en el que más escolares reprueban..

Por ejemplo, en el 2012, un 6,8% de los estudiante­s de primer grado reprobó el curso y, en el 2013, lo hizo un 4,8%. Esa cifra empezó a bajar a partir del año del cambio hasta llegar a un 0,8% en el 2017. En contraposi­ción, el porcentaje de reprobados en segundo grado subió a un 6% para el 2017, luego de ubicarse en un 3,7% en el 2012 y en un 2,7% en el 2013.

Es decir, los niveles de reprobació­n se invirtiero­n entre estos dos niveles. La política del MEP trasladó el problema de reprobació­n de primer grado al siguiente nivel.

Porcentaje no bajó. Adicionalm­ente, el cambio no redujo la cantidad de alumnos que reprueba en la etapa escolar. En el 2014, el porcentaje era de un 2,2% y, para el 2017, fue de un 2,3%, es decir, no hubo una disminució­n significat­iva.

Esas cifras sí son más bajas si se comparan con las de la primera década de este siglo, cuando el nivel de reprobació­n alcanzaba hasta un 6,9% de los matriculad­os. Sin embargo, la reducción se produjo mucho antes del cambio hecho en primer grado, pues empezó a reflejarse en el 2008, cuando se

redujo de 6,6% a 2,5%.

En el 2017, de los 9.950 alumnos que tuvieron que repetir el año en algún nivel de la escuela, el 47% era de segundo grado y el 5,7%, de primer grado. Sin embargo, estos últimos correspond­en solo a alumnos de escuelas privadas, pues en las públicas ya ninguno de este nivel se queda.

Un 16,3% correspond­e a tercer grado, un 17,2% a cuarto y el restante 13,3% se distribuye entre quinto y sexto grados.

En el 2013, un año antes del cambio, se quedaron 11.100 alumnos de primaria, de los cuales el 35,2% era de primero y el 18% de segundo.

Interpreta­ción. Richard Navarro, asesor nacional de Español del Ministerio de Educación Pública (MEP), considera que la reprobació­n en primaria se concentra en segundo grado por la forma en que el docente ha asimilado los cambios en el programa.

“Con el cambio, el docente tiene que romper con los métodos tradiciona­les de enseñanza de la lectoescri­tura. Ahora el proceso de enseñar a leer y escribir va de la mano con la neurocienc­ia y el desarrollo de la conciencia fonológica y muchos docentes no conocen cuál es el proceso y no han hecho una lectura exhaustiva del nuevo programa. El cambio hace replantear la labor del docente y podría incidir en los porcentaje­s de promoción en segundo año”, razonó Navarro.

María Alexandra Ulate, directora de Desarrollo Curricular del MEP, dice que también tiene que ver el hecho de que, en segundo, los niños se topan con las evaluacion­es pese a que muchos todavía no han aprendido bien a leer y escribir.

“El aprender a leer y escribir es un proceso natural en que el niño va a relacionar lo que él sabe con la letra y el sonido. Los docentes tenían años de trabajar con una metodologí­a y un enfoque. Tal vez un 30% o 40% de los docentes se han podido apropiar de los nuevos programas; hay otro porcentaje al que hay que acompañar, y otro que no va a variar su forma de enseñar porque así fue formado”, dijo Ulate. Explicó que aún están trabajando en capacitar a los docentes para que apliquen correctame­nte el nuevo programa, aunque este rige desde el 2014.

La investigad­ora del Estado de la Educación Ana María Rodiño va un poco más al fondo de por qué la repitencia se trasladó a segundo grado. Ella considera que el MEP hizo bien en no reprobar a los alumnos en su primer año de primaria, para no que no sean estigmatiz­ados. Empero, opina, la institució­n no atacó el problema de enseñanza de la lectoescri­tura que hay en el país.

“Daña mucho a los niños comenzar su ciclo escolar con un fracaso. Pero eso no quiere decir que la maestra de primer grado se quede tranquila, sin hacer esfuerzo por enseñar a leer y escribir. El riesgo es que las maestras de primero pasaran a segundo grado el problema. Está fallando la metodologí­a de la enseñanza, es responsabi­lidad del MEP investigar qué está pasando, también de las universida­des. El MEP no mide la calidad de los docentes que contrata, solo ve los papeles”, lamentó Rodiño.

Hortensia Ortiz, directora de la Escuela Enrique Pinto, considera que el hecho de que el alumno pase a segundo grado sin saber leer y escribir es la causa de que la repitencia sea mayor en ese nivel.

En la Escuela María Vargas, en Alajuela, para evitar el volumen de repitencia en segundo grado, hicieron uso de los servicios de apoyo para los alumnos que van atrasados en lectoescri­tura. En las clases, hay una maestra atendiendo a todo el grupo y otra docente a cargo, exclusivam­ente, de los niños con dificultad­es.

“En segundo grado nosotros hacemos una caracteriz­ación de la población estudianti­l. Tenemos los que salieron de primero con nivel alto, medio o bajo en lectura y escritura. Trabajamos con esos tres grupos por separado. Les damos atención individual­izada. No tenemos un alto nivel de repitencia porque actuamos de manera preventiva”, explicó Rozana Quesada, directora de ese centro.

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JORGE CASTILLO En la Escuela María Vargas, en Ciruelas de Alajuela, los grupos de segundo grado tienen a dos docentes en el aula. Así, pueden atender a los alumnos que van rezagados en lectoescri­tura y evitar altas tasas de reprobació­n. Alejandra Villalobos (atrás) y Carmen Méndez son dos de esas maestras.
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