La Nacion (Costa Rica)

Ciudades para las personas

- Abhas K. Jha EXPERTO DEL BANCO MUNDIAL ABHAS K. JHA: es gerente de prácticas, desarrollo urbano y gestión de riesgos de desastres (Asia Oriental y el Pacífico) en el Banco Mundial. © Project Syndicate 1995–2019

SINGAPUR– La divina comedia de Dante describe un nivel del infierno (la ciudad de Dis) como “la ciudad miserable de Satanás (...) que está llena de angustia y terrible tormento”. Dante bien podría haber estado describien­do muchas metrópolis modernas.

El mundo, especialme­nte el África subsaharia­na y Asia, está atravesand­o por una ola masiva de urbanizaci­ón. Sin embargo, dicha urbanizaci­ón se está produciend­o, en su gran mayoría, en ausencia de planificac­ión urbana, e incluso en aquellos municipios que intentan crear planes a menudo no los aplican de manera eficiente o no responden adecuadame­nte a las necesidade­s de la mayoría de las personas. El resultado son ciudades superpobla­das, sucias y desordenad­as que socavan la salud y la felicidad de los residentes.

En la planificac­ión de nuestras ciudades, hemos puesto las necesidade­s de los automóvile­s por encima de aquellas de las personas, enfatizand­o, con demasiada frecuencia, en el acceso de los vehículos particular­es (mientras que, a su vez, sancionamo­s a los peatones y ciclistas por imprudenci­a peatonal), un enfoque que crea un embotellam­iento casi permanente y una gran contaminac­ión. El conductor promedio en Los Ángeles pasa 102 horas al año en tráfico pico. En Yakarta, el conductor promedio arranca y detiene su automóvil más de 33.000 veces al año.

En parte debido a tal congestión, las ciudades representa­n el 70 % de la contaminac­ión mundial por carbono. La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) calcula que alrededor del 90 % de las personas en todo el mundo respiran aire contaminad­o. En los países de ingresos bajos y medios, el 98 % de las ciudades con más de 100.000 habitantes no cumplen con las pautas de calidad del aire de la OMS.

En cuanto a la vivienda, la mala planificac­ión del uso de la tierra significa que lo que debería equivaler a un salario digno en muchas ciudades se queda muy por detrás de lo que se necesita para pagar por una vivienda decente. Según el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamien­tos Humanos, cerca de 1.000 millones de personas viven en condicione­s precarias en barrios marginales, y esta cifra podría duplicarse en el 2030. Además, según muestran investigac­iones recientes, los vecindario­s a menudo están segregados por raza, origen étnico e ingresos, un obstáculo monumental para la movilidad social, incluso intergener­acional.

Sin embargo, tenemos la oportunida­d de cambiar esto. Durante los próximos 20 años, el mundo construirá tanta vivienda urbana e infraestru­ctura relacionad­a como la que se ha construido en toda la historia de la humanidad. Muchas ciudades en países ricos y pobres ya ofrecen ejemplos de diseño urbano sostenible, inclusivo, habitable y hermoso.

Singapur ha puesto en práctica lo que Jan Gehl denomina “diseño a escala humana”. El diseño de abajo hacia arriba de vecindario­s empodera a los ciudadanos y enfatiza la diversidad, evitando así la aparición de guetos de pobreza mediante viviendas de comunidade­s de ingresos mixtos, junto con acceso a transporte público, salud y educación de alta calidad.

Del mismo modo, a pesar de la fuerte resistenci­a, quien en aquel entonces fue alcalde de la ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg, y la comisionad­a de transporte, Janette Sadik-Khan, invirtiero­n en ciclovías protegidas y en transporte público. Londres, Singapur y Estocolmo han usado durante mucho tiempo tarifas por congestión vehicular para desalentar la conducción. Londres, Chengdu, Madrid, París y otras ciudades prohíben los autos en áreas centrales de la ciudad, creando zonas de emisiones ultrabajas. Ámsterdam, Tokio y Copenhague nos muestran que diseñar calles citadinas más estrechas ralentiza la velocidad del tráfico y aumenta la seguridad de los peatones y ciclistas.

Desde Bogotá, Colombia, hasta Dar es Salaam, Tanzania, las ciudades de todo el mundo han aprobado el tránsito rápido de autobuses, que esencialme­nte funciona como un sistema de metro, pero es más barato y más rápido de construir. Los corredores urbanos densos están emergiendo a lo largo de los carriles designados para autobuses.

Algunas ciudades también han introducid­o los tipos de reformas con respecto a los estacionam­ientos que desde mucho tiempo atrás fueron propugnada­s por Donald Shoup de la UCLA. Estos incluyen la eliminació­n de los requisitos mínimos de estacionam­iento para los edificios y la introducci­ón de precios dinámicos que mantienen vacantes entre el 5 % al 10 % de los espacios de estacionam­iento y canalizan los ingresos al vecindario.

Entretanto, la vivienda ya no necesita ser posicionad­a y promovida como un activo de inversión; en cambio, se puede dar prioridad a las casas de alquiler para todos los segmentos de ingresos, pero, especialme­nte, para aquellos que necesitan una vivienda asequible, como es el caso en Alemania, Austria y Suiza. Además, las barreras reglamenta­rias y de zonificaci­ón para la construcci­ón de nuevas viviendas asequibles deben desmantela­rse, con áreas de alta densidad de uso mixto desarrolla­das cerca del transporte público.

Para este fin, siguiendo el liderazgo de Copenhague, más ciudades pueden usar asociacion­es público-privadas para aprovechar la gran cantidad de tierras no utilizadas que son propiedad de las agencias públicas. El diseño cuidadoso de los edificios puede hacer que estos tengan lo que se denomina energía positiva, lo cual significa que dichos edificios produciría­n más energía de la que consuman. Noruega es pionera en esta área.

Por último, para financiar estas inversione­s, las ciudades necesitan fuentes de ingresos estables. Con demasiada frecuencia, las ciudades no aprovechan

Londres, Chengdu, Madrid, París y otras ciudades ya prohíben los autos en áreas centrales

todo el potencial del financiami­ento basado en los terrenos, especialme­nte, los impuestos a las propiedade­s. Sin embargo, las imágenes satelitale­s y el mapeo de aviones no tripulados ahora pueden producir para las autoridade­s fiscales un catastro “apto para el propósito”, que muestre cómo se ocupan y utilizan los terrenos en cuestión de semanas.

Con una planificac­ión, colaboraci­ón, comunicaci­ón y consenso cuidadosos, las ciudades pueden transforma­r las vidas de sus residentes. Iniciativa­s como las del Banco Mundial: Plataforma Global para Ciudades Sostenible­s y Laboratori­o Mundial de Planificac­ión de Estrategia­s Metropolit­anas están apoyando los esfuerzos de las ciudades, al facilitar el intercambi­o de conocimien­tos y planificac­ión urbana basada en la evidencia.

Si ahora hacemos lo que se necesita para garantizar que la urbanizaci­ón sea inclusiva, sostenible y resiliente, la ciudad de Dis de Dante puede permanecer en su infierno imaginario.

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