Aumento de decomisos de ketamina enciende alerta
Anestésico para animales se vende como droga, en especial, a jóvenes
Los cuerpos policiales del Ministerio de Seguridad Pública (MSP) decomisaron 325 dosis de ketamina en el 2017. Esa cifra equivale a un 0,025% de las 98.000 incautadas en el primer cuatrimestre de este año.
Las autoridades de Seguridad afirman que el aumento en los decomisos durante este 2019 es considerable, ya que desde que se comenzó a detectar su ingreso ilegal a Costa Rica, en el 2017, ni siquiera se llegaba a 500 dosis confiscadas.
Cada dosis de este anestésico veterinario equivale a 0,5 mililitros y, regularmente, al llegar a manos de los traficantes, se transforma en polvo para ser aspirado o combinado con bebidas.
Además, pese a ser menos común, también puede ser inyectado, según detalla el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas del Gobierno estadounidense (NIDA, por sus siglas en inglés).
La incautación más reciente de esta droga en el país ocurrió el 29 de abril en Peñas Blancas, en el puesto fronterizo con Nicaragua.
Ahí, un oficial de la Fuerza Pública, de apellido López, fue detenido con 200 frascos de ese anestésico para animales, que ahora consumen, en especial, los jóvenes.
El uniformado estaba destacado en la delegación de La Cruz, Guanacaste, y transportaba el cargamento en su día libre.
Una semana antes, el 22 de abril, un joven apellidado Aguirre, de 20 años, fue aprehendido con la misma cantidad de ketamina, también llamada gato o Special K.
Quienes ingresan a territorio tico con el estupefaciente son, en su mayoría, los denominados “burros”.
Ellos compran los frascos en Nicaragua y luego evaden los controles policiales, hasta entregar la droga a los traficantes.
En la nación vecina no existen regulaciones para esta sustancia, por lo que su adquisición es sencilla.
Guillermo Araya, director del Instituto Costarricense de Drogas (ICD), explicó que en los años noventa la ketamina se utilizaba para rellenar puntas de cocaína.
Años después, a partir del 2013, comienzan a recibirse datos de su uso independiente y, en el 2016, al regularse como una sustancia de “receta verde” en Costa Rica, se inicia el trasiego.
“Cuando la ketamina o ketanol, como también se le llama, comienza a ser una sustancia regulada, en la que los veterinarios que la utilizan deben realizar un registro, notamos un incremento en el tráfico internacional, específicamente de Nicaragua hacia Costa Rica”, manifestó Araya.
Un informe del Departamento de Química Analítica de Ciencias Forenses del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) precisa que la ketamina apareció como droga en el segundo trimestre del 2013, en el 2014 pasó inadvertida, mientras que en el 2015 y 2016 emergió nuevamente.
Los cargamentos que se decomisan en territorio nacional suelen venir en frascos de diversos tamaños, la mayoría de 50 mililitros, lo cual equivale a unas 100 dosis cada uno.
En el país, un gramo de ketamina puede conseguirse en ¢5.000, según los registros del ICD.
Para Araya, lo más preocupante, además del elevado trasiego, es el engrosamiento de la lista de sustancias ilícitas que consumen los jóvenes, quienes suelen mezclar diversas drogas en sus actividades.
“En Costa Rica existe el policonsumo, por lo que los jóvenes no necesariamente consumen una sola sustancia.
”Cada droga genera efectos secundarios y adversos para la salud y, entre más jóvenes las consumen, mayor es el riesgo
de afectación en sus capacidades y crecimiento”, aseguró Araya.
La Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas en Población de Educación Secundaria del 2015, elaborada por el Instituto Nacional de Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), reveló que 11,7% de los estudiantes del país refirió haber consumido ketamina alguna vez en su vida.
En el informe, la entidad destacó que atendió 19 pacientes con problemas de adicción, en los que se reportó el uso de la droga durante el 2014. Mente separada.
La ketamina es un agente disociador, lo cual quiere decir que sus consumidores sienten que su cuerpo se separa de su mente.
Asimismo, dependiendo de la dosis, distorsiona las percepciones visuales y auditivas, provoca alucinaciones y reduce la capacidad de la memoria.
Los efectos pueden durar entre dos y cuatro horas, según estimaciones.
Para el director del ICD, la pérdida de consciencia que produce la droga ha hecho que en ocasiones sea utilizada para cometer delitos sexuales, ya que el área motora del cuerpo funciona, pero la mente está en otra parte.
Agregó que los consumidores habituales del gato, como se le conoce, llegan a transpirar un olor a hule quemado.