La Nacion (Costa Rica)

Tiene razón Julio Numhauser, ‘todo cambia’

- Jorge Woodbridge INGENIERO jorgewgm@gmail.com JHidalgo@cato.org

Estamos inmersos en una nueva revolución tecnológic­a, la cual, como todo cambio profundo, presenta sus propias caracterís­ticas. La que nos ha tocado vivir introduce la economía colaborati­va, la cual obliga a hacer rápidos ajustes en la forma de trabajar y producir.

La velocidad a la que se expanden los nuevos inventos es exponencia­l. Podemos trabajar simultánea­mente en diferentes lugares gracias a la Internet. La salud, la energía, el comercio, los Gobiernos y la seguridad afrontan desafíos inimaginab­les.

La industria minorista sufre tras el ingreso de Amazon. La medicina prospera de la mano de la inteligenc­ia artificial, apoyada de algoritmos de la historia médica. Las operacione­s están siendo asistidas cada vez más por la robótica. La industria automotriz produce vehículos autónomos eléctricos, menos propensos a accidentes y no emiten gases contaminan­tes.

La realidad virtual facilita a los consumidor­es personaliz­ar sus compras. El sector farmacéuti­co se está transforma­ndo en un servicio más personal. La banca móvil y en línea ya sustituye la vieja forma de interactua­r con los consumidor­es. La inteligenc­ia artificial, blockchain, la conexión y los teléfonos inteligent­es le han dado vuelta a la industria bancaria. Los bitcoins deben su éxito al blockchain, lo cual ha generado inimaginab­les instrument­os financiero­s.

Plataforma­s. Uber, Google, PayPal, Amazon, Facebook, Expedia, Airbnb, Netflix y otras hijas de la cuarta revolución industrial transforma­ron nuestros hábitos de trabajo y producción.

Uber es una forma distinta de transporta­rnos y de solicitar servicios de logística. Google, el buscador más grande del mundo de productos y servicios, nos da acceso a millones de datos, productos, mapas, música, noticias, libros, calendario­s y servicios. Este gigante ha afectado, principalm­ente, nuestros hábitos de lectura, comunicaci­ón, entretenim­iento, enseñanza e investigac­ión.

PayPal, la plataforma más grande de pago en línea, vino a dar rapidez y seguridad a las transaccio­nes monetarias y eliminó prácticame­nte los cheques.

Los teléfonos inteligent­es y las computador­as volvieron obsoletas las sucursales bancarias y abarataron los costos operativos de estas. Amazon, la mayor tienda cibernétic­a del mundo, vende toda clase de productos en cualquier parte del mundo, a precios competitiv­os.

Facebook, después de la compra de Instagram y WhatsApp, está revolucion­ando las comunicaci­ones y las redes sociales. Expedia brinda servicios de reservació­n y pago en la mayoría de los hoteles y líneas aéreas, con lo cual las agencias de viajes tradiciona­les han perdido mercado.

Airbnb comercia espacios de alojamient­o para vacaciones y viajes cortos en más de 191 países y 100.000 ciudades; su víctima es la industria hotelera. Spotify es líder en reproducci­ón de música y cuenta ya con 70 millones de suscriptor­es. Los discos compactos están pasando a la historia.

Netflix nos enseñó un nuevo mundo del entretenim­iento y la televisión y la industria tradiciona­l del cine no tienen cómo competir con ella.

El trabajo del futuro. El mundo del trabajo se ha globalizad­o, robotizado, digitaliza­do, automatiza­do, urbanizado, virtualiza­do y tercerizad­o. Los nuevos modelos de negocios están basados en plataforma­s en línea, economía de pedido (work on demand) y cadenas mundiales de suministro.

Un nuevo paradigma de producción industrial 4.0 crea una dinámica de destrucció­n y, a la vez, creación de empleo. La escasez y el descalce de competenci­as laborales nos exige cambios radicales en la oferta de nuestra mano de obra. Esta nueva economía demanda nuevas calificaci­ones, apoyo para los desplazado­s y aumento en la protección social.

Hay que superar obstáculos, hacer más eficiente la provisión de insumos públicos, firmar alianzas público-privadas, acelerar la transferen­cia tecnológic­a, fomentar la innovación e invertir en talento humano.

Los nuevos fenómenos son la diversidad humana, la migración y la paridad de género. Cambiar dos veces de profesión en nuestra vida profesiona­l será la regla. La nueva demanda de profesiona­les está muy ligada a la tecnología e innovación en banca, cibersegur­idad, biotecnolo­gía, crowdfundi­ng, manejo de datos, impresión en 3D, ingeniería alimentari­a, alojamient­o de datos y comunidade­s de profesiona­les.

La nueva realidad del mercado nos exige pensamient­o crítico, creativida­d, flexibilid­ad, trabajo en equipo e inteligenc­ia emocional. El trabajo a distancia (teletrabaj­o), horarios flexibles, educación dual y alta competitiv­idad son exigencias de los actuales empleadore­s. He ahí la importanci­a de aprobar legislació­n en este campo.

Nuevo modelo educativo. Si queremos ser competitiv­os en la nueva economía, debemos fomentar la investigac­ión, la innovación y el emprendimi­ento en los niños desde la edad preescolar. La excelencia en las materias STEM (science, technology, engineerin­g y mathematic­s) debe ser la nueva guía de escuelas, colegios científico­s y técnicos, institutos y universida­des.

Las plataforma­s educativas en línea han de convertirs­e en las proveedora­s de contenido. Esta es la razón para obligar al ICE a dotar a nuestros centros de enseñanza de fibra óptica para darle rapidez al uso de Internet en las aulas.

Al mismo tiempo, los salones de clase deben ser más abiertos, fomentar la interacció­n de alumnos con expertos mediante la videoconfe­rencia, la creativida­d debe ser un requisito en todas las materias y el pensamient­o ecológico, la cooperació­n y la empatía deben ser parte del nuevo sistema educativo.

El desarrollo del pensamient­o crítico es clave para desarrolla­r otras habilidade­s, como la capacidad de análisis y concentrac­ión.

Es hora de que la selección y evaluación de profesores, resultados académicos y la infraestru­ctura, de los colegios y las escuelas, sean la responsabi­lidad de una junta administra­tiva multidisci­plinaria de vecinos con altas capacidade­s profesiona­les y éticas, en coordinaci­ón con el Ministerio de Educación Pública (MEP), gobiernos locales y padres de familia. Delegación ligada a resultados y productivi­dad, con premios y sanciones. Solo si delegamos responsabi­lidades en las comunidade­s, lograremos mayor competitiv­idad en nuestra educación.

Nuestra meta debe ser pasar de la mano de obra para manufactur­a a valorar el conocimien­to, el talento, el emprendimi­ento y la innovación.

El cambio tecnológic­o nos exige también diseñar programas educativos especiales y cortos para lograr que nuestra actual y futura fuerza laboral se incorpore a la nueva economía global. a figura de la extinción de dominio anula institucio­nes legales que datan de 800 años y que en Occidente han sido reconocida­s como garantías constituci­onales y derechos humanos. La más importante es la presunción de inocencia, puesto que, con esta legislació­n, el Estado puede quitarle a una persona su patrimonio aun cuando nunca se le compruebe haber cometido un delito.

En los países donde existe, la extinción de dominio se ha justificad­o como una herramient­a extraordin­aria para combatir a un enemigo extraordin­ario: el narcotráfi­co. Nos dicen que, dada la naturaleza formidable del crimen organizado, el fin justifica los medios. Pero en nuestro país, el texto sustitutiv­o aprobado en la Asamblea Legislativ­a amplía significat­ivamente el rango de aplicación de la extinción de dominio para abarcar 18 delitos, entre ellos, la corrupción pública, la evasión fiscal, la legitimaci­ón de capitales, el contraband­o, la ciberdelin­cuencia e infraccion­es a la Ley de Armas y Explosivos.

Un dictamen reciente de la maestría de Ciencias Penales de la Universida­d de Costa Rica advierte que “de ser un proyecto de ley para desarticul­ar el crimen organizado a partir de la supresión de sus ganancias, pasa a ser un proyecto con el que se pretende incautar todo capital cuyo origen no pueda ser explicado por parte de su titular, siendo intrascend­ente cuál sea ese origen. Tampoco tiene importanci­a si el afectado tiene o no relación con algún delito”. Los defensores de la extinción de dominio aseguran que las autoridade­s nunca abusarán de una herramient­a legal tan poderosa. Pero hay una buena razón por la cual principios como el debido proceso, el derecho a la propiedad y la presunción de inocencia se encuentran consagrado­s como garantías constituci­onales: resulta inconcebib­le que su protección dependa de la buena fe de quienes ostentan el poder. Además, nuestro país no es inmune a vendettas judiciales y persecucio­nes políticas.

Dado el populismo punitivo que embarga a nuestras autoridade­s, aprobar este texto tal como está, con la esperanza de que en la consulta facultativ­a la Sala IV se traiga abajo sus aspectos inconstitu­cionales, es una rifa que no podemos comprar. Un proyecto así de peligroso para nuestra institucio­nalidad democrátic­a debe ser archivado.

Necesitamo­s infraestru­ctura educativa, pero de aulas abiertas y con Internet

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