Inversión para toda la vida
Por mucho tiempo se pensó, y todavía muchos lo creen hoy, que los niños van al kínder a jugar y a entretenerse.
Empero, un creciente número de estudios ha demostrado que el aprendizaje que adquieren los menores en sus años de preescolar es determinante y hará diferencias cruciales en su futuro de mediano y largo plazo.
En su libro Escuelas, capacidades y sinapsis, el economista y profesor estadounidense James Heckman, Premio Nobel de Economía en el año 2000, afirma que la inversión educativa en la primera infancia genera las más altas tasas de retorno frente a cualquier otra inversión social. “No podemos posponer la inversión en los niños, ni siquiera hasta que lleguen a la edad escolar, pues podría ser muy tarde. Al ser el aprendizaje un proceso dinámico, este es más efectivo cuando se empieza a muy temprana edad”, afirma.
Por su parte, investigadores del Washington Center for Equitable Growth, en Estados Unidos, indagaron sobre los beneficios de invertir en educación antes de la primaria y su conclusión es que estos persisten en el tiempo. Primero, se manifiestan en menores tasas de reprobación y en un mayor éxito en la escuela y el colegio; más adelante, estas personas dependerán menos de programas de ayuda social, accederán a empleos mejor remunerados y tendrán una presencia mucho menor en las tasas de criminalidad que quienes no recibieron una educación preescolar de calidad.