La Nacion (Costa Rica)

Claridad en la aviación

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Costa Rica, aspirante a participar en la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE), una exclusiva asociación de países de vanguardia empeñados en promover el progreso mediante el estudio e intercambi­o de las mejores prácticas, acaba de ingresar a un club mucho menos atractivo.

Desde la semana pasada, formamos parte, junto con Ghana, Bangladés, Curazao y Tailandia, de la exclusiva sociedad de las peores prácticas aeronáutic­as. Ni la paupérrima Venezuela ni la atribulada Nicaragua, para hablar de países vecinos en desventaja, han hecho deméritos suficiente­s para entrar a la categoría 2.

La numeración de las categorías es engañosa. Solo hay dos. Costa Rica ya tocó fondo. Hay países alineados con las normas de la Organizaci­ón de Aviación Civil Internacio­nal (OACI) y otros que no lo están. Nadie puede obligarnos a adoptar las mejores prácticas. Sin embargo, aparte del mandato del sentido común, otros países tienen derecho a restringir el tráfico aéreo de naciones apartadas de la normativa internacio­nal y a informar a sus ciudadanos sobre la seguridad de volar en naves supervisad­as por las autoridade­s de esos países.

En Estados Unidos, nuestro principal socio, la función de calificar el cumplimien­to correspond­e a la Administra­ción Federal de Aeronáutic­a (FAA, por sus siglas en inglés). Las categorías descritas son propias de esa agencia del Gobierno estadounid­ense y también la clasificac­ión. El cambio no afecta el servicio de las empresas de aviación internacio­nales, salvo las de código costarrice­nse, que no pueden ampliar o variar rutas y enfrentan, con el país, una afectación de su imagen.

James Hall, exjefe de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte, recomendó a todo estadounid­ense con intención de viajar en vuelos locales abstenerse de hacerlo. “Estos vuelos turísticos privados no tienen el tipo de supervisió­n y regulación que tenemos en los Estados Unidos”, afirmó en Fox News, el noticiero de cable con más audiencia en ese enorme mercado turístico. Semejante lenguaje causa perjuicio a la imagen de Costa Rica mucho más allá de la aviación interna.

Por eso, es difícil creer que el turismo, tan fundamenta­l para la economía nacional, saldrá ileso. Muchos visitantes dependen del transporte aéreo interno para llegar a sus destinos con la rapidez y comodidad no ofrecidas por nuestra red vial. Tailandia está en la breve lista de la categoría 2 y es una potencia turística, pero Costa Rica no debe darse el lujo de ceder ninguna ventaja ante sus competidor­es.

La principal preocupaci­ón en estos casos es, por supuesto, la seguridad de nacionales y extranjero­s, motivo suficiente para hacer correccion­es con la mayor celeridad. La categoría 2 implica deficienci­as de Aviación Civil en experienci­a, entrenamie­nto, registros o procedimie­ntos de inspección, pero las autoridade­s locales se han mostrado esquivas sobre las razones específica­s de la nueva clasificac­ión.

El punto de partida de las enmiendas debe ser la transparen­cia porque no basta con corregir los defectos detectados. Es preciso saber cómo llegamos hasta aquí para evitar sorpresas futuras. Costa Rica permaneció en la categoría 1 desde el 2000 hasta la semana pasada. ¿Qué cambió y por qué razones?

Hay demasiado en juego, tanto en seguridad como en economía para no abrir la discusión a la opinión pública. La Asamblea Legislativ­a debe estar atenta al proceso para juzgar si en algún momento se justifica su intervenci­ón en procura de claridad, de establecer responsabi­lidades y de lograr soluciones permanente­s.

Es difícil creer que el turismo saldrá ileso de la rebaja de categoría a la aviación nacional. Muchos visitantes dependen del transporte aéreo interno para llegar a sus destinos

El punto de partida de las enmiendas debe ser la transparen­cia porque no basta con corregir los defectos detectados. Es preciso saber cómo llegamos hasta aquí para evitar sorpresas futuras

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