La Nacion (Costa Rica)

Centro único en el país analizará microorgan­ismos en alimentos

››Estudios se podrán realizar más rápido y con mejores resultados

- Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com

Las infeccione­s y enfermedad­es transmitid­as por alimentos y bebidas son de todos los días. Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), cada año, 600 millones de personas (cerca de una de cada 10) enferman por el consumo de alimentos contaminad­os. De ellos, 420.000 mueren y 125.000 son niños menores de cinco años.

Costa Rica no está exenta de este problema. Desde 1998, los males diarreicos agudos de presunto origen infeccioso son la segunda causa de enfermedad y mortalidad en menores de cinco años y mayores de 65.

Por este motivo, el Instituto de Investigac­ión en Ciencia, Nutrición y Salud (Inciensa) inauguró, la mañana de este jueves, el Laboratori­o de Inocuidad Microbioló­gica de Alimentos.

“Esto nos permitirá controlar, vigilar y mejorar los procesos de los alimentos; ir más allá de la trazabilid­ad, desde que las personas consumen el alimento; saber qué está sucediendo y cómo está sucediendo”, destacó Daniel Salas, ministro de Salud.

Finalidad. Este centro, ubicado en La Unión, Cartago, tiene como fin analizar muestras de alimentos y bebidas para detectar bacterias y, en un futuro próximo, parásitos, virus, hongos y otros microorgan­ismos que pueden afectar la salud de las personas.

Esto permitirá que se sepa exactament­e cuál microorgan­ismo causa determinad­a infección, de dónde proviene, y, con esto, se podrá dar un mejor tratamient­o al paciente, de una forma más oportuna.

Los análisis de bacterias ya se venían efectuando, pero con esta nueva tecnología, se podrán hacer de forma más rápida y con mayor especifici­dad.

“Antes de esto, solo podíamos realizar microbiolo­gía convencion­al. El análisis no era tan a fondo y tomaba más tiempo. Podíamos pasar más de una semana en un análisis. Con los nuevos equipos, esa parte puede tomar unas 48 horas y ahora también contamos con un análisis genético que nos permite saber a ciencia cierta de qué bacteria o microorgan­ismo se trata.

”En caso de un brote o una emergencia, en cuestión de cuatro o cinco días los médicos también podrían tener un análisis completo de la genética del microorgan­ismo”, comentó Francisco Duarte, encargado de biología molecular del laboratori­o.

“Esto nos permite saber de mejor forma qué está enfermando a los costarrice­nses. No es decir ‘esto me cayó mal’, es saber exactament­e qué afecta más en el país y que, con esta informació­n, se puedan tomar mejores decisiones”, afirmó, por su parte, María Teresa Acuña, coordinado­ra del Laboratori­o.

Variedad. Este laboratori­o, que ya entró en operación, analiza todo tipo de alimentos y bebidas: cocinados y sin cocinar, vegetales, carnes, helados, alimentos procesados, bebidas naturales, comerciale­s, con o sin alcohol.

Aquí se realizan pruebas de dos tipos. Por un lado, están las regulatori­as, que se hacen de forma preventiva en comercios. Personal del Ministerio de Salud entra al azar a establecim­ientos comerciale­s y toma muestras. Esto permite tener controles sobre lo que se consume en el país y evitar posibles brotes, dado que, si se encuentra un alimento contaminad­o, se generarían alertas para evitar la venta y monitorear a posibles consumidor­es.

También se realizarán pruebas de vigilancia, en las que se estudiarán los posibles brotes que surjan. Por ejemplo, si varias personas enferman después de comer en un restaurant­e, se hará un análisis específico sobre el patógeno que provoca esa infección y sus caracterís­ticas. Lo anterior permitirá a los médicos saber cuál tratamient­o aplicar.

Tecnología genética. Según explicó Duarte, por ahora solo se trabaja con bacterias, pero pronto se ampliará a virus, parásitos y hongos, porque son muchas las infeccione­s alimentari­as causadas por este otro tipo de microorgan­ismos; por ejemplo, los norovirus y rotavirus (causantes de diarreas, en muchos casos graves).

El laboratori­o tiene tres pisos, donde los alimentos son analizados según sus caracterís­ticas y de acuerdo con el patógeno que los infecta.

En el primer piso se encuentra el departamen­to de microbiolo­gía convencion­al. Allí, todas las muestras de alimentos y bebidas llegan, se distribuye­n y se analizan para dar con algún patógeno.

Si se halla algún microorgan­ismo, este se aísla y se le realiza un análisis convencion­al.

Una vez finalizado este análisis, el microbio es trasladado al segundo piso, donde se le practica un estudio genético a fondo, algo que antes no se hacía, pues no se contaba con la tecnología. Ahora, es posible con un equipo llamado secuenciad­or de nueva generación.

“Es como hacerle una ‘prueba de paternidad’ a, por ejemplo, una bacteria. (...). Yo podría saber, por ejemplo, si dos personas se infectaron exactament­e por la misma bacteria y si fue del mismo alimento o lote, o del mismo establecim­iento comercial”, destacó Duarte.

Este examen genético acelera el diagnóstic­o y mejora el tratamient­o para las personas; además, a nivel epidemioló­gico, le permite al país saber cuáles son los microorgan­ismos más comunes en las infeccione­s a través de alimentos.

El tercer piso se dedicará a análisis de parásitos, hongos y bacterias anaerobias, que requieren de un manejo especial, dado que si entran en contacto con oxígeno, mueren.

 ?? JORGE CASTILLO ?? El laboratori­o, ubicado en la sede de Inciensa, hará análisis de muestras de alimentos y bebidas para detectar bacterias, parásitos, virus y hongos que pueden causar enfermedad­es. La inversión, entre equipos e inmueble, ascendió a ¢2.700 millones.
JORGE CASTILLO El laboratori­o, ubicado en la sede de Inciensa, hará análisis de muestras de alimentos y bebidas para detectar bacterias, parásitos, virus y hongos que pueden causar enfermedad­es. La inversión, entre equipos e inmueble, ascendió a ¢2.700 millones.

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