La proeza estaba escrita desde meses atrás
Andrea Vargas habló, de forma extendida, con su pequeña Avril de cuatro años y su esposo, David Jiménez, la noche del miércoles. Luego de enterarse cómo iba todo por Costa Rica, decidió pedirle a su pareja una frase motivadora y, desde ese momento, el oro que ganaría en los Panamericanos de Lima empezó a palpitarse.
“Lo que le dijimos es que queríamos ver la medalla de cerca. Solo eso”, confesó Jiménez, quien contó que ella solo acató a sonreír. Sin embargo, esas palabras fueron suficientes para que la puriscaleña se ciñera en conseguir una presea en la final de los 100 metros con vallas de los Juegos de Lima 2019.
En la casa de la familia Jiménez Vargas hay un papel que recuerda constantemente las metas deportivas de la madre. Desde inicio de año, Andrea escribe en una hoja sus competencias y pretensiones. Así, para el mes de agosto de 2019 estaba claro que el espacio que decía Juegos Panamericanos tenía otro a la par con las palabra meta y seguidamente decía medalla.
“Hacemos una lista de metas que tenemos en eventos cercanos y lo teníamos claro que queríamos medalla, hacer un buen papel”, reveló Jiménez.
Así llegó el momento de sentarse frente al televisor y ver a mamá hacer historia.
“Fue muy curioso porque vieras que en la semifinal ella solo estaba conmigo y ahí enloqueció, corría, saltaba y gritaba: ¡Vamos mami!, ¡Vamos mami!, pero ahora como estaban más personas, pues como que se unió a nuestros sobrinos y también se hizo una locura total”, dijo.
“Al final todo se resumió en un: ¡Mami ganó!, ¡Mami ganó! y saltos, gritos, de todo...”, añadió.
Ahora en el papelito de las metas hay una nueva, con plazo de un año: ir todos a Tokyo 2020 y disfrutar de los Olímpicos.