La Nacion (Costa Rica)

Integridad de la regla fiscal

La pretensión de las universida­des de quedar fuera de la regla fiscal está por resolverse en Sala IV; las municipali­dades cabildean para eximirse.

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El crecimient­o de la deuda costarrice­nse es una acelerada carrera hacia el abismo. Los números deberían convencern­os. Las obligacion­es del Gobierno Central ya rondan el 60 % del producto interno bruto (PIB) y los intereses absorben ríos de recursos necesarios para resolver grandes carencias nacionales. Entre el 2007 y el 2017, el endeudamie­nto como porcentaje de la producción se duplicó. En los últimos dos años, creció diez puntos porcentual­es más.

El crecimient­o de la deuda es producto de los constantes déficits de las finanzas públicas. Año tras año, el gobierno gasta más de lo que ingresa y la diferencia se financia con dinero prestado. Para interrumpi­r el círculo vicioso, cuyos giros conducen inevitable­mente a la ruina, la Asamblea Legislativ­a aprobó la reforma tributaria el año pasado y le incorporó la regla fiscal, a cuyo tenor el aumento del gasto corriente (no destinado a inversión) depende del nivel de endeudamie­nto y el crecimient­o de la producción.

Si la deuda pesa entre un 45 % y un 60 % del PIB, el gasto corriente no puede crecer más del 75 % del promedio de aumento de la producción en los cuatro años anteriores. En situacione­s críticas como la que estamos a punto de alcanzar (una deuda de más del 60 % del PIB), el gasto total, incluido el de capital (inversione­s) se reduce al 65 % del promedio del crecimient­o de la producción.

La aplicación de la regla fiscal lleva consigo un ajuste severo, pero no hay salida. El país ha llegado a este punto a lomos de sus excesos. En todos los sectores, hay reconocimi­ento de esa realidad, en mayor o menor grado. Eso no implica la aceptación de los sacrificio­s en cada caso. La huida de la regla fiscal es el equivalent­e, en el sector público, al desfile de grupos privados consciente­s de la necesidad de elevar la carga tributaria, pero seguros, cada uno de ellos, de las estupendas razones para eximirse de la suerte de los demás.

El éxito de la regla fiscal y las posibilida­des de salir de la difícil situación nacional depende de la aplicación uniforme de la medida. Lo mismo puede decirse de la aprobación de la próxima partida de eurobonos, indispensa­bles para mantener la estabilida­d el año entrante. El crecimient­o de la deuda, por otra parte, es impensable. El estancamie­nto económico producto de las dificultad­es descritas se profundiza­ría si el gobierno sigue compitiend­o por recursos financiero­s y el alza en las tasas de interés se constituir­ía en un obstáculo más a la inversión y el crecimient­o. Las institucio­nes empeñadas en eximirse del esfuerzo nacional deben pensar con detenimien­to en las consecuenc­ias para los sectores más desposeído­s de la sociedad.

Las universida­des, rebosantes de privilegio­s, pretenden desentende­rse del difícil contexto nacional y esgrimen su autonomía para declararse exentas. Plantearon el caso a la Sala Constituci­onal y la Procuradur­ía General de la República ya se presentó a rendir informe ante los magistrado­s. La autonomía universita­ria solo podría ser limitada por normas de igual rango constituci­onal, dijeron los procurador­es, y todo depende del alcance del principio de equilibrio financiero derivado de la Constituci­ón por los magistrado­s al contestar la consulta sobre el plan fiscal.

Ese principio es, ante todo, una garantía de la sostenibil­idad del Estado y el reconocimi­ento de un derecho a recibir las prestacion­es a su cargo, sin las cuales no hay garantía para la dignidad humana, especialme­nte de los más necesitado­s. “Frente a una condición crítica en las finanzas públicas, que pone en riesgo la efectiva o adecuada ejecución de las prestacion­es de relevancia constituci­onal, la decisión de las autoridade­s competente­s de definir y tomar medidas aptas para paliar o solucionar el problema, no solo resulta razonable sino que, aún más, es insoslayab­le”, escribiero­n los magistrado­s.

La pretensión de las universida­des está por resolverse en la Sala, pero las municipali­dades cabildean en el Congreso para eximirse por medio de una reforma legal. También ellas invocan su autonomía. Ojalá los diputados no hagan en este caso lo que hicieron con las cooperativ­as cuando se armó el “sálvese quien pueda” para evitar nuevos impuestos. Los gobiernos locales desempeñan funciones importante­s, pero no más que el resto del aparato estatal.

La pretensión de las universida­des de quedar fuera de la regla fiscal está por resolverse en la Sala IV, pero las municipali­dades cabildean para eximirse mediante reforma lega

La aplicación de la regla fiscal lleva consigo un ajuste severo, pero no hay salida. El país ha llegado a este punto a lomos de sus excesos

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