La Nacion (Costa Rica)

El difícil impuesto a la ‘nueva economía’

- Pablo Gámez Cersosimo PERIODISTA pablo.gamezcerso­simo@gmail.com

Uber cambió el paraíso fiscal de las Bermudas por los Países Bajos. Si bien en el primero no se cobra ningún impuesto a las ganancias, en el segundo la tasa impositiva es muy baja, lo cual se ha convertido en un imán para los gigantes tecnológic­os. Dichas compañías son bienvenida­s en la nación de los molinos, tulipanes y centros de datos.

Un generoso arreglo de deducción de ganancias hace que Uber quede exento. Su primer informe trimestral después de la salida a bolsa da cuenta de ello.

Años atrás, la compañía de transporte privado había transferid­o su propiedad intelectua­l a las Bermudas. Sin embargo, la Unión Europea acordó que las autoridade­s fiscales tienen la potestad de investigar a las empresas que utilizan paraísos fiscales.

Como resultado, muchas

compañías, incluida la plataforma de taxis, se mudaron a lugares como los Países Bajos por las razones señaladas.

Uber contará con una deducción fiscal de 5.400 millones de euros bajo el régimen fiscal holandés. No tendrá que pagar impuestos en el futuro cercano. Pero ¿cuánto dura un futuro cercano?

Las maneras neerlandes­as. “Las prácticas neerlandes­as tienen potencial para socavar la equidad del mercado interior de la Unión Europea”, dijo Pierre Moscovici, comisario europeo de Economía. Moscovici criticó la forma como los Países Bajos se consolidó como lugar para que grandes empresas ahorren en impuestos. Claro, son golosinas imposibles de rechazar. Google lo sabe, lo mismo que IBM, Facebook, Apple, Microsoft o Amazon. Pero también Ikea, Nike, DHL, UPS, Flexport y muchas otras más. No se libran del pago de impuestos, pero es ridículo lo que desembolsa­n.

“Se alejan del estándar de lo deseable para la competenci­a”, agregó Moscovici. Dicho lo cual es una de las fórmulas por las cuales apostó La Haya para tener un crecimient­o económico por encima de la media europea, y es algo que irrita al vecindario.

Impresiona ver la anidación de los gigantes de la nueva economía en los Países Bajos, “el puerto digital” europeo. Es un tercer frente de posicionam­ento económico ya consolidad­o: Róterdam, como puerto principal de la UE; Schiphol, como puerto áereo; y ahora una poderosa infraestru­ctura digital. Todo esto adosado con bajas tasas impositiva­s.

El coctel perfecto. No por nada las inversione­s estadounid­enses tienen la mirilla puesta en los Países Bajos.

Los ministros de Economía y Finanzas del G20 pronto tendrán listo el informe definitivo para el cobro de un impuesto a los servicios digitales (la llamada tasa Google). Mientras, Francia, España y el Reino Unido se han adelantado porque tienen la necesidad de regular a las tecnológic­as.

¿Por qué es tan difícil un consenso? Porque, además de los Países Bajos, Irlanda y Luxemburgo se benefician de las “competenci­as fiscales”. Son anzuelos irresistib­les para que las empresas se asienten en sus tierras. La tasa Google acaba con los paraísos tributario­s. Es grande la dificultad de lograr un acuerdo entre naciones con intereses tan diferentes.

Entretando, los Países Bajos van a la vanguardia de la nueva economía desregulad­a. La campiña holandesa cambia y se llena de los centros de datos de nuestra modernidad digital, dando un generoso cobijo fiscal a los gigantes tecnológic­os de la ‘nueva economía’.

Los Países Bajos ganan terreno en la competenci­a por atraer a los gigantes tecnológic­os

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