La Nacion (Costa Rica)

Opciones de la naturaleza para mitigar el calentamie­nto global

- René Castro EXMINISTRO DE AMBIENTE RENÉ CASTRO: subdirecto­r general del Departamen­to de Clima, Biodiversi­dad, Suelos y Agua de la FAO.

Este año se celebró el Día Mundial contra la Desertific­ación y la Sequía con la certeza de que, en el 2025, dos tercios del mundo vivirán en condicione­s de “estrés hídrico” y 1.800 millones de personas experiment­arán escasez absoluta de agua.

Según cálculos de las Naciones Unidas, es probable un aumento de la migración como resultado de la desertific­ación y se calcula que, en el 2045, esta sea responsabl­e del desplazami­ento de unos 135 millones de personas.

La acción más eficaz la encontramo­s en la naturaleza. Proteger y restaurar la tierra tiene un potencial enorme: reducir la migración forzada, aumentar la seguridad alimentari­a y estimular el crecimient­o económico.

La Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (conocida como FAO por las siglas en inglés de Food and Agricultur­e Organizati­on) y el Tecnológic­o de Zúrich publicaron el 5 de julio un informe en la prestigios­a revista

Science, en el cual plantean que es posible restaurar 900 millones de hectáreas de tierra degradada a escala global. Más aún, el informe demuestra que es posible hacerlo sin afectar la producción agrícola ni el manejo sostenible de los bosques existentes.

Usando la misma base de datos del estudio, calculamos

que del total global es posible restaurar más de 67 millones de hectáreas en los ocho países que van desde la barrera natural en el sur, el tapón del Darién, de Panamá, hasta México.

Un esfuerzo de restauraci­ón de estas magnitudes tendría una enorme implicació­n social, económica y ambiental para la región y el planeta.

Desde el punto de vista social, proveería fuentes de empleo a comunidade­s rurales al reducir la necesidad de migrar en busca de sustento económico.

La FAO está a punto de iniciar un proyecto de $127 millones cuyo objetivo es mejorar la resilienci­a frente al cambio climático de los sistemas agrícolas en el corredor seco de El Salvador y, a la vez, beneficiar a 225.000 personas, dando prioridad a aquellos municipios con un alto índice de migración. Sería posible y deseable crear programas similares en los demás países de la región.

Desde el punto de vista económico, permite desarrolla­r actividade­s como la producción sostenible de madera para la construcci­ón de casas, escuelas y mobiliario. En países como Finlandia, ya se fabrica ropa a base de fibras forestales en vez de nailon y se explora la posibilida­d de construir edificios de madera de hasta ocho pisos.

Desde la perspectiv­a ambiental, el aumento de la cobertura forestal también generaría múltiples beneficios que van desde reducir la erosión de los suelos hasta aumentar la capacidad de administra­r las fuentes de agua. Naturalmen­te, proporcion­aría beneficios globales, como fijar las emisiones de dióxido de carbono y brindar un ecosistema más amigable para conservar la biodiversi­dad terrestre mediante la protección de la agricultur­a, de la cual depende nuestra seguridad alimentari­a.

Las respuestas están a nuestro alcance, pero la acción debe ser masiva e inmediata. De ella dependerá nuestro futuro y el de nuestros hijos.

Proteger y restaurar la tierra reduce la migración forzada y estimula el crecimient­o económico

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