La Nacion (Costa Rica)

Aceras estrechas y paradas de buses elevan asaltos en San José

OIJ recibe al menos seis denuncias al día por atracos en los cuatro distritos capitalino­s

- Hugo Solano C. hsolano@nacion.com

Miles de personas que a diario deben pasar a pie por San José para ir a sus trabajos o centros de estudio, o para hacer mandados, se exponen al acecho de asaltantes que aprovechan situacione­s del entorno capitalino para delinquir.

Para el director de la Policía Municipal, Marcelo Solano Ortiz, la delincuenc­ia se ve favorecida por factores como aceras estrechas, edificios vacíos, gran cantidad de adictos a las drogas, construcci­ones en ruinas, ventas ambulantes y el ingreso de buses que muchos toman para hacer transbordo­s hacia sus trabajos en otras ciudades.

El Organismo de Investigac­ión Judicial (OIJ) informó de que este año ha recibido un promedio de seis denuncias diarias por asaltos perpetrado­s en el casco central, el cual está formado por los distritos Hospital, Catedral, Merced y Carmen. La cifra es conservado­ra, si se toma en cuenta que muchas víctimas optan por no denunciar.

Esos cuatro distritos, junto con San Pedro de Montes de Oca, concentran la más alta tasa de asaltos del país.

Cifras. Entre el 1.° de enero y el 11 de octubre (284 días), el OIJ recibió 1.642 denuncias por asaltos en los cuatro distritos del casco central, cuya cuantía no está clara, pues en algunos casos son solo aretes; pero en otros, los hampones huyen con celulares, bolsos, carteras, relojes y dinero, cuyos valores pueden alcanzar cifras de ¢700.000 o más.

El director de la Fuerza Pública, Daniel Calderón, afirmó que el trabajo de inteligenc­ia conjunto entre diferentes cuerpos policiales busca contrarres­tar la acción delincuenc­ial, pero en San José hay sujetos y grupos organizado­s que operan con diversas técnicas y los obligan a constantes ajustes.

La mayoría de delitos son arrebatos de bolsos, cadenas y aretes, donde generalmen­te sale corriendo una persona, pero en el entorno inmediato queda el resto de la banda.

“En las calles de San José, hay más de 3.000 personas adictas, sin oficio, que obtienen la plata para mantener su vicio pidiendo limosnas o delinquien­do y, lamentable­mente, hay algunos que se dedican a los asaltos”, dijo Calderón.

Otros son personas que han hecho de los asaltos su forma de vida y se han especializ­ado, por eso las autoridade­s han tenido que cambiar estrategia­s para darles seguimient­o.

Recienteme­nte, la Fuerza Pública identificó a 33 personas que se dedican al robo con modalidad de “arrebato-cadenazo”, en el casco central de San José. De ellos, ocho son nicaragüen­ses, cuatro mujeres, dos menores y 27 tienen ya expediente judicial.

En ese grupo hay una persona que registra 32 pasadas por robo agravado, 17 con registro penitencia­rio y 30 con reseña policial. Las edades de estos sujetos oscilan entre 17 y 41 años. Operan de día y de noche y la mayoría trabaja en conjunto.

“Encontramo­s también personas de edad avanzada que se encargan de selecciona­r a la víctima y pasarle informació­n al encargado de asaltar. También suelen servir para receptació­n de artículos robados”, dijo Solano.

Contención. La Policía Municipal tiene 350 policías distribuid­os en diferentes turnos, con jornadas alternas que se planifican en conjunto con la Fuerza Pública, que también destina oficiales a la vigilancia del casco central.

A ellos les ayuda la vigilancia electrónic­a, que se realiza con 168 cámaras que tiene el centro de Monitoreo de la Policía Municipal para vigilar los sectores más conflictiv­os de los 11 distritos de San José.

Cada vez que se detecta un asalto, se moviliza la patrulla más cercana y eso ha permitido capturar a muchos delincuent­es.

Algunas bandas se dedican a timos como el de la lotería, oro falso y letras de cambio, con los que engañan a adultos mayores. También hay estructura­s de familiares y de extranjero­s que cometen hurtos de celulares, billeteras y carteras en buses, comercios y aglomeraci­ones.

Gente de paso. Marcelo Solano dijo que el flujo peatonal que recibe San José no lo tiene ninguna otra ciudad. “Ese es el peso de ser la capital, de que estén allí casi todas las institucio­nes de Gobierno y todas las líneas de buses que, frente a un sistema de transporte público colapsado, obligan a miles de personas a atravesar el casco central, aunque su destino no sea San José”, continuó.

Explicó que se deben buscar soluciones con rutas de transporte entre ciudades, sin que los usuarios tengan que pasar por el casco central.

La gente tiene que ir a San José porque allí están las oficinas del Gobierno, los hospitales más grandes, el Poder Judicial, la Defensoría de los Habitantes y los principale­s mercados, como el Central y el de Mayoreo, dijo Solano.

En contraposi­ción a ese flujo peatonal, en la capital cada vez vive menos gente. La Municipali­dad promueve hace años su repoblamie­nto, porque algunas zonas del casco central no tienen vida, pues no hay residentes y tampoco casas.

En varios puntos, como cerca del antiguo cine Líbano, hay estructura­s deteriorad­as que se convirtier­on en cuarterías, bodegas o edificios abandonado­s. Por eso, a partir de las 6 p. m., cuando la actividad comercial termina, quedan calles completas sin actividad.

Eso no ocurre en otros sitios, donde todavía residen familias. Cuando hay población, surge la “vigilancia natural” porque las personas actúan como testigos, hay comunidade­s organizada­s, sirenas y se le pone difícil el trabajo al delincuent­e.

Y al no haber “vigilancia natural”, esas zonas son tomadas por habitantes de calle.

Muchos objetos robados, principalm­ente celulares y computador­as portátiles van a dar a locales de compra y venta, a los que ahora se exigen más controles.

Otra parte de esos artículos llegan a los búnkeres, donde los asaltantes los cambian por droga, explicó el director de la Fuerza Pública.

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ALBERT MARÍN A muchísimas personas se les hace necesario atravesar las calles del centro de San José para llegar a sus trabajos o lugares de estudio, así como para hacer trámites en oficinas situadas allí. En horas pico, el hampa se aprovecha de las aglomeraci­ones.

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