La Nacion (Costa Rica)

Imprevisió­n en el Atlántico

En 11 meses, APM Terminals giró $9,5 millones a Japdeva y el flujo de dinero, un 7,5 % de los ingresos netos del puerto, segurament­e crecerá.

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El contrato de concesión del megapuerto en Moín quedó en firme hace ocho años. Han pasado dos administra­ciones y estamos adentrados en la tercera, pero la Junta de Administra­ción Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica (Japdeva) todavía no ha selecciona­do el banco donde constituir­á el fideicomis­o, anunciado en junio del 2016, para manejar el millonario canon impuesto a APM Terminals entre sus obligacion­es de concesiona­ria.

En los primeros 11 meses de operacione­s, la empresa giró $9,5 millones a Japdeva y el flujo de dinero, un 7,5 % de los ingresos netos del puerto, segurament­e crecerá según se intensifiq­ue el tráfico y la compañía venza la “curva de aprendizaj­e” que sus administra­dores admiten haber enfrentado este año.

Japdeva apura el proceso de selección del banco, aprovechan­do una autorizaci­ón de la Contralorí­a General de la República, concedida hace seis meses, para hacerlo mediante un concurso de excepción, dada la premura. Mientras tanto, el dinero destinado a financiar proyectos de infraestru­ctura y desarrollo social se acumula en las cuentas de la entidad.

Pero si no hubo capacidad para crear el fideicomis­o durante los ocho años transcurri­dos desde que la necesidad se hizo evidente, tampoco hay un inventario de obras prioritari­as para canalizar las inversione­s. Andrea Centeno, recienteme­nte nombrada para enfrentar el difícil reto de replantear la estructura y funciones de Japdeva, dice no estar preocupada por los proyectos porque las necesidade­s son muchas y las propuestas para resolverla­s, también. “Lo importante es que pasen por el filtro técnico para que impacten a (sic) la mayor cantidad de la población y generen cambios estructura­les”.

El planteamie­nto de la presidenta ejecutiva es inobjetabl­e. Lo último que necesita la zona es desperdici­ar los recursos en iniciativa­s ineficaces. El criterio técnico es indispensa­ble y, también, el cuidado de invertir en proyectos beneficios­os para la mayoría, ojalá de efecto profundo y permanente. La pregunta es por qué, en tantos años, no hubo la previsión de recopilar una cartera de iniciativa­s técnicamen­te sólidas y de amplio impacto.

Pero las imprevisio­nes no terminan con el fideicomis­o y la inexistent­e cartera de proyectos. La institució­n supo, desde la firma del contrato, que llegaría el momento de liquidar a buena parte de su planilla, desde siempre excesiva. En este punto, la administra­ción de la expresiden­ta Laura Chinchilla no comparte responsabi­lidad por la imprevisió­n. Eso agrava la falta del gobierno siguiente, que tomó los ¢15.000 millones destinados a pagar las indemnizac­iones y los invirtió en dos grúas pórticas de $16 millones que están en desuso prácticame­nte desde el primer día, como era perfectame­nte presumible.

Ahora, Japdeva enfrenta, al mismo tiempo, las urgencias de su transforma­ción, las presiones de la liquidació­n de personal y el manejo de cuantiosos fondos destinados a inversione­s aún no definidas. El tiempo transcurri­do es imposible recuperarl­o y las malas decisiones no tienen reparación. Si hubiera alguna consecuenc­ia positiva, sería el aprovecham­iento de tan doloroso aprendizaj­e para hacer a un lado la improvisac­ión. Las autoridade­s deben resistir la tentación de ejecutar la primera ocurrencia con tal de demostrar movimiento, pero no pueden seguir posponiend­o las medidas necesarias para encaminar las inversione­s.

La región ya sabe de promesas incumplida­s aunque el financiami­ento para materializ­arlas esté disponible. El proyecto Limón Ciudad Puerto está fresco en la memoria, completo con su financiami­ento y una unidad ejecutora cuya gestión no produjo obras. Los fondos de APM podrían alcanzar los $1.000 millones en 30 años. Sería un crimen no aprovechar­los al máximo.

En los primeros 11 meses de operacione­s, APM Terminals giró $9,5 millones a Japdeva y el flujo de dinero, un 7,5 % de los ingresos netos del puerto, segurament­e crecerá

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