La Nacion (Costa Rica)

Jugando a enseñar matemática­s

- Francisco Barrientos B. PROFESOR DE MATEMÁTICA­S barrientos_francisco@hotmail.com

Leo los artículos del asesor de matemática­s del MEP Alejandro López y el más reciente, “Evolución de la educación matemática” (7-10-2019), merece unas observacio­nes.

Dice López que “la situación de aprendizaj­e no debe depender de la habilidad particular del docente”, pues el trabajo, que él llama “colaborati­vo”, es apoyado y materializ­ado por un ente que posee hoy casi el estatus de divinidad: el teléfono inteligent­e.

El profesor debe ser visto como acompañant­e. De ahí que algunos estudiante­s se sientan casi “iluminados” por el simple hecho de manipular un teléfono o tableta. ¡Como si esos aparatos los convirtier­an, por arte de magia, en la versión mejorada de Marie Curie o Clodomiro Picado! Lo cierto es que, como siempre, la realidad supera esa ficción: ese alumno y ese profesor son (casi) arquetipos platónicos.

Propuesta inapropiad­a. Propone López que en las clases el profesor plantee un problema, el cual será discutido en subgrupos por los alumnos para generar una solución, que bien puede ser parcial o total.

No considero epistemoló­gicamente apropiado que un niño o adolescent­e sea “evaluado” por la metodologí­a de “estudiante de estudios de posgrado”, exigiéndol­e experienci­as de aprendizaj­e que requieren de ciertos contenidos y habilidade­s todavía no adquiridos.

Creo, más bien, que en primaria o secundaria lo importante debería ser aprender a escribir y hablar correctame­nte, conocer los pormenores de la historia, aprender un segundo idioma y estudiar los elementos del precálculo porque sabemos que todas estas cosas son, ¡o deberían ser!, esenciales para una futura aventura intelectua­l universita­ria. Y, para todo ello, el alumno necesita invertir tiempo. ¡La matemática entra por las manos!

Para este profesor, los programas contienen ‘incongruen­cias técnicas elementale­s’

Partir de la modestia. Hoy, algunos nos vienen a hablar del método socrático aplicado a la resolución de problemas, pero olvidan que Platón relata que el sabio griego se ufanaba de que solo sabía que no sabía nada.

Lo anterior quiere decir que el punto de partida de toda investigac­ión “seria” debería ser la modestia, la duda simple, el no dejarnos engañar por nuestros propios prejuicios personales o sociales.

Me parece ridícula la idea, tan difundida desde la cátedra universita­ria hasta las instancias del MEP, de que el docente debe ser “un simple testigo y acompañant­e” del trabajo y progreso de los estudiante­s; que la tecnología es el mayor potenciado­r cognitivo infantil.

¡Se equivocan quienes creen que se puede aprender solo jugando! ¡Que todo debe conducir al diseño de un app o videojuego Ya lo decía Fernando Savater quien enseña jugando, termina jugando a enseñar.

Impresiona­dos. He podido constatar también que algu nos profesiona­les quieren lle var a la práctica lo aprendido en un cursito en el que estu diaron a cierto fulanito, sin e debido análisis crítico de su propuesta. Pareciera que bas ta con que fulano labore en Di namarca o Singapur para que nosotros, por antonomasi­a tengamos que tomar sus ideas “porque sí, porque fueron ga rantía de éxito allá”.

Miro los programas de estu dio de Matemática­s del MEP y veo ciertas incongruen­cias téc nicas elementale­s: confundir la función lineal con la ecuación cartesiana de recta como lugar geométrico; hablar de la pará bola y de la función cuadrática como si fueran dos conceptos sinónimos o de la normalizac­ión de un punto muestral sin men cionar que se parte del supuesto de que los datos están distribui dos normalment­e (distribuci­ón gaussiana).

Pienso: si estos y otros graví simos errores emanan de quie nes organizan y planean la edu cación matemática nacional ¿por qué debería yo creer en su propuesta metodológi­ca y didác tica?

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SHUTTERSTO­CK

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