Juzgar a los jueces
l año termina con apabullantes de rrotas de la cor dura. Por doquier se suman descon suelos de la razón. Crisis se agravan, instituciones se de bilitan, desafíos se posponen estallan gigantescas estafas a la buena fe ciudadana, alian zas se rompen y estallidos po pulares buscan salida frente a viejos descontentos larva dos.
No existe paisaje sin retro cesos. En Europa, la victoria de Johnson abre la más gra ve grieta de la Unión Euro pea, mientras oleadas de re fugiados invaden las costas mediterráneas ante el agra vamiento imparable de las guerras de Oriente Próximo Macron mengua contra las cuerdas y en América Latina los descontentos se vuelven pandemia.
La estabilidad mundia del comercio tiembla debido a la pugna de China con Es tados Unidos y la parálisis del órgano de apelación de la OMC. Ni que decir del cambio climático. Cuando se acer ca el punto de no retorno, la humanidad se encuentra a borde del fracaso frente a su más importante reto como especie. Inútiles son más pruebas científicas del daño que ocasiona la inercia, la división política o la parálisis del sentido de urgencia. En la corteza prefrontal media posterior de nuestro interesa do cerebro, renuente al sacri ficio, prima un área que se ac tiva en busca de un sesgo de confirmación que corrobore una ventaja económica para la indolencia (Kappes et al Nature Neuroscience, 23). La mayor víctima del 2019 fue e sentido común.
Dentro de ese contexto in ternacional de gris a negro los nublados cielos de Costa Rica se abrieron, en el 2019 así fuera ligeramente. No que carezcamos de angustiosos embrollos o que hayamos encontrado rumbo. Los retos desatendidos son enormes desde lo educativo hasta lo so cial, pasando por economía producción y empleo. Parece ría que aquí también vamos en picada. Podría ser, pero no necesariamente. Mientras exista diálogo y entendimien to, no todo está perdido. Por eso, a contrapelo del mundo una inusitada voluntad de concertación, que a nosotros mismos nos asombra, está haciendo una diferencia. Sin embargo, entre bambalinas el confesionalismo amenaza con secuestrar con intransi gencia el escenario público Por eso, y por encima de todo la tarea más trascendenta del 2020 será el rescate de la sensatez.