Crisis global transformó a diseñadora y a pianista en exportadoras de mariposas
Actualmente venden pupas al exterior, imparten cursos de capacitación y reciben a turistas
Cuando en el 2008 la crisis económica mundial golpeó las ventas minoristas de los supermercados, Anabelle González, una diseñadora gráfica, e Ileana Alfaro, una pianista, sintieron también los efectos, pues les brindaban servicios a esos comercios. Había que cambiar de rumbo.
Las socias tenían como actividad complementaria una instalación de vivero ubicada en Escazú, San José, donde cultivaban de manera orgánica en hidroponía y realizaban una feria de productos orgánicos.
En la búsqueda de esa nueva actividad, recordaron que una ingeniera forestal, quien había hecho práctica en el vivero, alguna vez mencionó que el sitio sería interesante para instalar un mariposario.
“Debíamos movernos rápido en ese momento en que teníamos ahorros y habíamos hecho una estructura para un vivero familiar casero”, recordó González acerca de aquellos días.
González y Alfaro fueron al Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), donde, recordaron, toparon con mucha suerte y también les dijeron que tenían en el vivero un sitio idóneo para las mariposas.
Además, les hablaron de un curso que ese mismo día comenzó en Puriscal acerca del tema, al cual decidieron llegar un día después de su inicio.
La inquietud por esos animales ya estaba ahí, pero comenzó a crecer y se estableció definitivamente cuando, en ese curso, las socias escucharon decir a la dueña de un mariposario: “A mí los gringos me pagan un montón de plata por entrar a ver mis mariposas”.
Llegaron a observar aquella instalación y era sencilla, en la casa de la señora y con una variedad de especies exóticas. “Entonces, nos dijimos: ‘Qué bonito en Escazú, cerca de todos los hoteles, en aquella estructura que ya tenemos y es bastante amplia; es decir, algo bonito y también les podemos cobrar algo a los turistas por entrar ahí’”.
Así comenzó todo y en el 2011 abrió oficialmente Butterfly Kingdom, luego de un proceso de aprendizaje acerca de esa actividad. Entraron en un negocio con varias aristas: mariposarios, exportación de pupas, cursos de capacitación y turismo.
En Costa Rica, la exportación de un promedio de 30.000 pupas semanales de mariposa produce ingresos para los exportadores y para alrededor de 150 familias productoras, las cuales, apegadas a las reglas contenidas en la Ley de Conservación de la Vida Silvestre, suministran las pupas para enviarlas al exterior.
Los empresarios del sector calculan que se generan alrededor de $100.000 semanales en esta actividad, a un precio promedio de exportación de $3,30 por cada pupa.
Aplicar conocimientos. Pese al fuerte cambio de actividad, González y Alfaro encontraron cómo aplicar los conocimientos de sus estudios. Una se dedica a diseñar folletos y otros materiales de promoción, así como los cambios de la estructura general del mariposario de exhibición en Escazú, donde reciben a turistas, estudiantes extranjeros de intercambio que vienen a las zonas rurales y a niños escolares.
En esta última parte adquiere relevancia la profesión de pianista de Alfaro. Ella imparte lecciones de música a niños especialmente y, entonces, se siente muy cómoda con los grupos de pequeños que llegan a conocer el sitio. Ahí se les da un recorrido enfocado en la sostenibilidad y preservación de la naturaleza.
La empresa ya empezó a crecer. Establecieron una tienda, cuyo diseño se inspiró en una de las casas antiguas de Escazú; en ella comercializan artesanías y otros productos para los visitantes, tanto nacionales como extranjeros.
En otra etapa del avance, tienen las bases de lo que será un salón de eventos, una expansión que responde al interés de clientes, pues hay demanda para realizar bodas y otro tipo de actividades en el escenario de la belleza que propician las mariposas.
Para las exportaciones de pupas, González dijo que al inicio enviaron una carta “larguísima” para presentarse, luego de formar una base de datos con unos 2.000 lugares en el mundo. Solo un holandés contestó y se convirtió en un gran apoyo para entrar en el
Empresarios ticos estiman en $3,30 el precio de venta promedio de cada pupa
mundo de los envíos de pupas al exterior: cómo tener todos los documentos en regla, cómo hacer los empaques, cómo escoger las mejores rutas de vuelos, entre otros detalles.
Actualmente, ya están prácticamente en todas las fases del negocio, excepto en la producción de pupas, pues las compran con familias especializadas en esa área, como lo hacen prácticamente todos los exportadores.
En el mercado de destino, los importadores adquieren las pupas para que terminen su desarrollo, se conviertan en mariposas y luego pasen a estar en exhibición. Los centros son visitados por turistas locales o extranjeros que pagan por observar este atractivo animal.
Se trata de un buen negocio, tanto que llevó a un giro de la actividad de González y Alfaro, quienes ahora van hacia la consolidación y diversificación de su proyecto.