‘Profe, es que me eché unas cervecitas y no me imaginé’
Cada mes a la sede de la Formación y Capacitación vial de Paso Ancho llegan unas 32 personas por haber perdido cinco puntos o más. El curso cuesta ¢5.000 y lo mismo el manual.
Arturo Steele Cruz, uno de los instructores dice que, generalmente, quienes llegan a reeducación muestran una actitud negativa por volver a clases después de 25 o 30 años de haber sacado su licencia.
Se les explica que todo ha evolucionado y que es necesario un cambio de costumbres y malos hábitos. Otro cambio es que ahora el manual del conductor tiene 10 capítulos con más de 200 páginas.
Por incurrir en faltas graves (de seis puntos) o por mezclar faltas de cuatro puntos, quienes quieran renovar la licencia se ven obligados a asistir al curso. Llegan desde campesinos hasta profesionales muy calificados, hombres y mujeres.
Entre las faltas de cuatro puntos están irrespetar un alto o semáforo en rojo, transportar menores de 12 años sin dispositivo de seguridad o conducir con placas falsas, alteradas o que no sean las del vehículo.
A los de faltas graves les es difícil relatar a sus compañeros porqué están ahí. A los que se animan a hablar se les brinda espacio para así concientizar al resto del grupo y que conozcan las consecuencias de las acciones graves.
“Qué pena, profesor, pero es que me eché unas cuantas cervecitas y no me imaginé”, es parte de lo que narran, dijo Arturo Steele.
Piensan que porque comieron algo mientras tomaban licor se iba a disipar el efecto, pero eso no sucede.
Otra realidad. Al acumular cinco puntos o más deben afrontar una realidad diferente y se les hace muy complicada, pues los cambios son muchos. Antes del 2012 el curso era para toda la vida.
Volver a un refrescamiento implica un mundo distinto, pues desconocían reglas que nunca vieron, eso les genera un impacto psicológico y muchos pierden el curso.
“Ha llegado gente que no está acostumbrada a usar computadora y eso les crea resistencia. Muchos lo superan y ven que es como manejar un celular, pues son pantallas táctiles con preguntas y respuestas, pero otros no”, dijo Rojas.
El vocabulario y los contenidos se revisan, pues llega gente con escolaridad muy baja y algunos términos no los comprenden.
Muchos viven en zonas rurales, por lo que deben asistir a alguna de las 11 sedes regionales, (Río Claro de Golfito, Alajuela, Heredia, San Ramón, Pérez Zeledón, Cartago, Limón, Puntarenas, Nicoya, Liberia y Guápiles).
En tres de ellas no hay instructores, pues se pensionaron el año pasado, razón por la cual en febrero próximo se sacarán algunos de otras sedes para que vayan a Limón un mes para evacuar las pruebas en espera, luego harán lo mismo en Pérez Zeledón y en abril será en Río Claro.