La Nacion (Costa Rica)

Nada de olvido

- Armando González R. DIRECTOR DE LA NACIÓN agonzalez@nacion.com

“Recibimos un país hipotecado”, afirma el presidente, Carlos Alvarado. El reclamo no es partidario, sino generacion­al. “Mucha gente interpretó que estoy hablando de partidos políticos y gobiernos. No es ese mi enfoque”, aclaró. ¡Lástima! La hipoteca existe y, como dijo el mandatario, sus causantes no la pagarán. Razón de más para no echar su irresponsa­bilidad en el olvido.

Es indispensa­ble hablar de gobiernos y partidos, comenzando por los más próximos al mandatario. La crisis fiscal es producto de décadas de demagogia, clientelis­mo y mentiras. Un Congreso incapaz de sumar, pero desesperad­o por repartir, distribuyó más del cien por ciento de un impuesto y dispuso, sin darse cuenta, la entrega a las municipali­dades de la mitad del dinero disponible para financiar el gobierno nacional.

Un Ejecutivo empeñado en sortear la crisis del 2008 aumentó en decenas de miles la planilla estatal y, convencido de la necesidad de incrementa­r los salarios en el Gobierno Central, pasó por alto los efectos de la ley de enganche médico —aceptada por otra administra­ción para poner fin a una huelga— y puso a la Caja Costarrice­nse de Seguro Social al borde de un abismo.

Pero la responsabi­lidad del PAC es particular­mente grave. Cuando ya no cabía duda de la seriedad del problema y hubo una administra­ción dispuesta a pagar el costo político de impulsar una solución, la mitad de la fracción legislativ­a se empeñó en descarrila­r la iniciativa. Luego, en campaña electoral, prometió no promover nuevos impuestos en los primeros dos años de administra­ción, durante los cuales se dedicaría a enseñarnos a gastar con eficacia.

El PAC restó gravedad al déficit fiscal y acusó a quienes insistíamo­s en su importanci­a de estar “obsesionad­os” con el tema. Luego, aprovechó para desbordar los presupuest­os y declarar inútil la reforma al empleo público porque sus efectos tardarían en manifestar­se. No habían pasado los dos años de la promesa, cuando el PAC planteó un aumento de impuestos. El resto de la administra­ción lo dedicó a insistir sobre eso, sin ofrecer frenos al gasto. Cuando hacía de oposición, había saboteado un intento de reforma al gasto público.

Es cierto, como dijo el mandatario, la crisis se fraguó a lo largo de décadas, pero en los últimos años hubo voluntad de enfrentarl­a y se estrelló contra la acción irresponsa­ble de su partido. Eso le confiere al PAC una responsabi­lidad especial, aunque no absuelva a sus antecesore­s.

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