Talante femenino
Experimentamos presencia del liderazgo femenino en nuestro país, pero también su ausencia. No por falta de talento, sino de apoyo empresarial y social.
Algunos ven un asunto de equidad. Otros de rentabilidad. Ambos criterios no son excluyentes. La diferencia entre el hombre y la mujer no es subordinación; es ganancia, complementación y sinergia. Esto es rentable. Hay que partir de las diferencias y sobre ellas construir un entorno más inclusivo.
La óptica puede transformarse. Hay que cambiar de lente. Si queremos generar certidumbre en un ambiente de incertidumbre, necesitamos un pensamiento lateral. Competitividad y colaboración. Resolución y comunicación. Vigorosidad y asertividad. Ser sistemáticos, pero también empáticos. Ser independientes e interdependientes. Racionales e intuitivos. Orientados a los resultados, pero también a las personas. Atender el corto plazo así como el largo. Moderar la impaciencia.
A veces conviene esperar. Centrarnos en la acción, pero también anticipar las consecuencias. Esto aportan el hombre y la mujer cuando trabajan juntos. El talento se despliega en la batalla. En una batalla, no de género, sino de inteligencia de género. Capitalizar la diferencia, las competencias.
La diversidad va mucho más allá del género, va en el fondo a escuchar opiniones diferentes. Para resolver problemas y afrontar incertidumbre necesitamos ambos hemisferios. Una exitosa directiva bióloga afirma: “Lo que sobrevive es aquello que funciona”.
Señala Juan Antonio Pérez López: “Si el siglo XXI va a funcionar es porque la mujer va a estar mucho más presente en las estructuras sociales”. ¿Queremos un modelo más integrado y holístico? El estilo femenino es participativo, da valor al compromiso, tiene mayor tacto. Busca cooperación y consenso más que competición. Ha desarrollado más la empatía y la capacidad de utilizar el poder en colaboración, en resolución de conflictos y suavizando relaciones.
Necesitamos una trayectoria personal, integrada tanto por hombres como por mujeres
Nuria Chinchilla, profesora y directora del Programa de Liderazgo Femenino del IESE Business School, propone utilizar una triple efe como criterio en la toma de decisiones políticas y económicas, a fin de construir una sociedad más humana y sostenible.
Feminidad que aporte complementariedad y cuidado; familia que aporte corresponsabilidad y competencias; flexibilidad que aporte compromiso y confianza. “Estas tres efes deberían ser necesarias en todas las decisiones políticas, empresariales, sociales, para hacer esa sociedad sostenible, productiva y feliz que todos queremos”.
Añade que necesitamos un “modelo de sostenibilidad” que tenga como vértices la familia, la empresa y la sociedad. Asimismo, necesitamos una trayectoria personal, integrada tanto por hombres como por mujeres. Una línea de vida que una todo. Queremos sociedades sanas y sostenibles. Empresas productivas y más humanas. Familias sólidas y personas equilibradas.
Continúa Chinchilla: “Hoy, el cambio necesario es hacia un modelo en el que hombres y mujeres compartan un proyecto común: construir una sociedad justa, inclusiva, cohesionada y feliz, donde se desarrolle el mejor capital humano y social. El entorno VUCA (siglas en inglés de volátil, incierto, complejo y ambiguo), que hoy impregna todos los ámbitos, requiere de una presencia femenina, mucho más flexible, que sepa extrapolar la organización familiar y sus valores al mundo empresarial”. Nos llegó la hora de ir hacia un talante renovador: el talante y talento femeninos.