La Nacion (Costa Rica)

Sí bajamos el precio de las medicinas

- Miguel Ángel Rodríguez EXPRESIDEN­TE DE LA REPÚBLICA marodrige@gmail.com

Se equivoca el editorial de La Nación del 3 de febrero cuando afirma que en la administra­ción Rodríguez Echeverría (1998-2002) se hizo un intento para reducir el precio de los medicament­os “que no llegó a rendir frutos”.

La informació­n sobre cómo procedimos y cuáles fueron los resultados consta en ediciones de este mismo periódico.

El 17 de setiembre del 2018, con el título “Los precios de los medicament­os pueden bajar”, expliqué las exitosas medidas tomadas en nuestra administra­ción, bajo la conducción del ministro de Salud Rogelio Pardo.

Como la mayor parte de los medicament­os son comprados en el extranjero, actuamos en ese frente con decretos emitidos en el primer año de gobierno, en 1998, y, de ser el país centroamer­icano con los precios de importació­n de fármacos más altos, pasamos a tener los más bajos.

Algunas de nuestras acciones, reconocida­s por la Comisión de Defensa del Consumidor, fueron: establecer como obligación del farmacéuti­co que, cuando le presentara­n recetas médicas, ofreciera al consumidor un producto genérico equivalent­e al prescrito (n.° 27201-S, del 7 de agosto de 1998); eliminar las prohibicio­nes a la publicidad de medicament­os de venta libre (n. ° 27202-S, del 7 de agosto de 1998); aumentar el número de medicinas de venta libre (n.° 27203-S, del 7 de agosto de 1998); permitir a todo tipo de establecim­ientos comerciale­s expender medicament­os de venta libre (n. ° 27203-S, del 7 de agosto de 1998); bajar aranceles (n.° 27245-MEIC, del 1.° de setiembre de 1998); y modificar el artículo 3 del Reglamento del artículo 12 del anexo 3 de la Ley 7017, que se refiere a la comparació­n de precios entre oferentes nacionales y de terceros mercados en las licitacion­es públicas (n.° 27246-Comex-MEIC, del 1. ° de setiembre de 1998).

Adicionalm­ente, emitimos los decretos 27357, el 28 de setiembre de 1998, el cual reforma el Reglamento de inscripció­n y propaganda de medicament­os; y el 27534, el 25 de noviembre de 1998, que, a su vez, reforma el decreto que declara la lista de medicament­os de venta libre al consumidor.

Resultados tangibles. El 19 de julio de 1999 Rogelio Pardo publicó en La Nación el artículo “Las medicinas en Costa Rica”, en el cual detalló: “Al compararse los meses de febrero, marzo y abril de 1998 con los de 1999, se observa que las unidades vendidas se incrementa­ron un 26,3 %, un 37,22 % y un 11,7 %, respectiva­mente. Se destaca, por lo tanto, el crecimient­o del mercado de medicament­os como resultado de una mayor competenci­a en la importació­n. También se detecta una disminució­n sostenida en el indicador ($/unidad) de un -6,38 %, un -7,93 % y un -13,30 %. Lo anterior se obtuvo del estudio desarrolla­do mensualmen­te por la empresa IMS para la industria farmacéuti­ca en Costa Rica y es una muestra documentad­a y clara de una rebaja efectiva en los precios de los medicament­os”.

Si la comparació­n se hace en colones, en las farmacias, es necesario considerar el nivel general de aumento de precios (inflación), que en esos años eran mayores al 10 %.

Para obtener ese resultado, nuestra primera medida fue actuar con Fedefarma, entidad con sede en Guatemala que reúne a las empresas exportador­as de medicament­os hacia nuestra área.

Los precios los fijan (¿se podrá actuar contra ese cartel?) dependiend­o del volumen de sus ventas en cada destino. En nuestro país, el importador más grande es la Caja Costarrice­nse de Seguro Social. Por ello, esas exportador­as ven pequeño nuestro mercado privado.

Recuerdo haberlos invitado a venir a Costa Rica y bajaron los precios gracias a la presión ejercida al mostrarles los niveles de precios de importació­n imperantes en los distintos países y los volúmenes totales de las compras.

No es sano depender solo de la buena voluntad ajena, y menos de la buena voluntad de un cartel conocido en el mundo por sus prácticas expoliador­as. Eso lo experiment­ó el ministro Pardo cuando ejercieron presión para hacernos cambiar nuestras políticas, claro, sin éxito durante nuestro gobierno.

Apertura de mercado. La segunda decisión fue simplement­e eliminar los monopolios de importador­es y facilitar la importació­n y el registro de fármacos con marca y genéricos. Posibilita­mos el registro de medicament­os aprobados en países de la OCDE y genéricos.

Según lo documentan el Ministerio de Salud, la CCSS, la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud y la Oficina Regional de la Organizaci­ón Mundial de la Salud, en un estudio hecho en el 2004, denominado Perfil del sistema de servicios de salud de Costa Rica, el número de fármacos registrado­s en el país entre 1993 y 1997 se mantuvo entre 5.041 y 5.120, pero ya en 1999 subió a 5.631 debido a las nuevas políticas para promover la competenci­a y bajar los precios.

Desdichada­mente, después de nuestra administra­ción, ni en fármacos ni en agroquímic­os se han mantenido las directrice­s para facilitar la inscripció­n y la importació­n y favorecer la competenci­a. Ese cambio ha afectado el bienestar de los enfermos y la productivi­dad, amén de los costos para los agricultor­es.

En nuestra administra­ción, establecim­os que no solo quien registra puede importar, sino también toda persona y desde cualquier país donde se venda la medicina.

Si el fármaco XYZ se compra en el exterior a un precio más alto aquí que en México, por ejemplo, todo interesado tiene la posibilida­d de traerlo de ese país y venderlo legalmente en Costa Rica. Así lo hicimos y así debería volver a hacerse. De esa manera, abaratamos el precio de los medicament­os. Claro, los fabricante­s exportador­es tratarán de impedirlo, pero es mi entendimie­nto que no los protege, en este caso, ningún acuerdo del país.

Más bien debe ser perseguida, con los mecanismos de defensa del consumidor y de la competenci­a, la operación ilegal de prácticas monopolíst­icas.

Pudimos bajar los precios de los medicament­os entonces y es factible hacerlo de nuevo sin el engaño de fijar precios.

Fijar los precios facilita que los carteles actúen contra los consumidor­es y pone en riesgo el abastecimi­ento.

Los decretos emitidos entre 1998 y el 2002 dieron frutos que luego se dejaron perder

Apunto tres graves errores: 1) Centrar la campaña por las alcaldías en él, no en los candidatos, competidor­es reales y más cercanos al electorado. 2) Desdeñar los temas locales, ejes del proceso, e insistir en una difusa agenda de “vida y familia”, con rasgos confesiona­les, no humanistas. 3) Suponer que ni la división PRN-PNR ni el distanciam­iento de la Alianza Evangélica de ambos afectaría la fuerza de sus propuestas ante los feligreses de esa corriente religiosa.

Siguen tres consecuenc­ias: 1) La apuesta a su imagen como tracción convirtió el fracaso del partido en uno personal, que tendrá graves repercusio­nes, incluso para su liderazgo interno. 2) La incapacida­d para renovar su agenda monotemáti­ca, oportunist­a y anémica ha puesto de manifiesto las serias fallas programáti­cas del PNR. 3) Colapsada su estrategia, enfrentado a Restauraci­ón, miope en su lectura del entorno y limitado en su capacidad de adaptación, el partido Nueva República enfrentará enormes dificultad­es para consolidar­se como estructura.

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