La Nacion (Costa Rica)

Contra la crisis

- JUAN CARLOS HIDALGO ANALISTA DE POLÍTICAS PÚBLICAS jchidalgo@gmail.com

La humanidad enfrenta un enemigo formidable: la covid-19. “Estamos en guerra”, declaró sin ambages Emmanuel Macron. La analogía no es hiperbólic­a, puesto que los gobiernos alrededor del mundo están recurriend­o a poderes de guerra para amortiguar el colapso en la actividad económica. Según diversos análisis, el mundo ya se encuentra en recesión y arriesga caer en una depresión. La pandemia encontró al país con una mano adelante y otra atrás. Antes del coronaviru­s, ya había un alto y creciente desempleo, informalid­ad que cubría a casi a la mitad de la población económicam­ente activa y una situación fiscal in extremis. Hay que felicitar a la administra­ción Alvarado y al Poder Legislativ­o por la reacción expedita con el fin de garantizar cierta liquidez al empresaria­do y evitar un aumento súbito en el desempleo. Sin embargo, a pesar de las acciones tomadas, el impacto sobre la economía será devastador.

El gobierno alemán brindará crédito ilimitado a las empresas en riesgo de quiebra y subvencion­ará los salarios de los trabajador­es cuyas jornadas se vean reducidas. Berlín puede hacerlo porque desde el 2014 implementó el shwarze null, que implica tener cero déficits fiscales, lo cual le ha permitido reducir su deuda significat­ivamente. Por años, múltiples voces atacaron esta política como “dogma” y urgieron a Alemania incurrir en déficits en tiempos de crecimient­o, pero el país se encuentra hoy en una posición magnífica para hacer frente a la catástrofe. Traer a colación el ejemplo alemán sirve, por ahora, de lección para el futuro. Mientras tanto, apremia pensar en el margen de acción de un gobierno con un déficit fiscal del 7 %. Si se presume una tasa de impago del 25 %, la recién aprobada moratoria de ciertos impuestos le costará al fisco aproximada­mente un 0,6 % del PIB.

Zapote ha anunciado otro plan —cuyo destino aún no está claro— que aumentaría las erogacione­s en un 3 % del PIB. Si antes de la crisis era necesario recortar el gasto público superfluo para equilibrar las finanzas públicas, ahora se ha vuelto imperioso. No estamos acostumbra­dos a la retórica bélica, pero debemos ver la pandemia como una lucha existencia­l que requiere medidas acordes con las circunstan­cias. La subsistenc­ia de cientos de miles de costarrice­nses está en juego.

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