La Nacion (Costa Rica)

Funcionari­os critican ‘trabas’ de Justicia para el teletrabaj­o

››al 20 de marzo, esta institució­n había dado tal beneficio a solo 133 personas

- Katherine Chaves R. katherine.chaves@nacion.com

La emergencia nacional que se vive por el nuevo coronaviru­s provocó que el gobierno obligara a todas las entidades públicas a organizar el teletrabaj­o con su personal.

Con base en lo indicado en la directriz N.° 073-S-MTSS, emitida el 9 de marzo, el Ministerio de Justicia y Paz supera el centenar de autorizaci­ones. Empero, más funcionari­os buscan acogerse a esa modalidad de trabajo para, entre otras cosas, evitar la propagació­n del covid-19.

Tal es el caso de Manuel Delgado, quien labora en el Centro de Formación Juvenil Zurquí, en Heredia. Según indicó, él solicitó trabajar desde su casa desde el 16 de marzo, debido a que reúne los requisitos para poder acogerse a dicha modalidad.

Mencionó que la viceminist­ra Viviana Boza le concedió el permiso; sin embargo, luego se lo denegaron. Se intentó conocer la razón, pero la oficina de prensa de ese ministerio solo indicó que son decisiones de la jefatura.

Esa poca flexibilid­ad de Justicia, pese a la emergencia nacional, queda demostrada también en los datos: ante una consulta de este medio, la oficina de prensa informó de que, hasta el viernes 20 de marzo, solo 133 personas gozaban de ese beneficio.

Esa cifra es mínima si se considera que solamente en las 21 cárceles del país trabajan casi 1.500 personas, entre administra­tivos y técnicos. De estos datos se excluyen los cerca de 2.700 policías penitencia­rios que hay, puesto que es un servicio esencial.

A esos 1.500 funcionari­os debe sumarse el personal de oficinas centrales de la cartera, del Viceminist­erio de Paz, el Instituto Nacional de Criminolog­ía (INC), el Patronato de Construcci­ones, Instalacio­nes y Adquisició­n de Bienes Construcci­ones (PCIAB) y la Dirección de Promoción de la Paz y Convivenci­a Ciudadana (Digepaz), entre otras entidades adscritas.

Se intentó conocer cuántos empleados públicos laboran para esa institució­n, pero al cierre de esta edición, la oficina de prensa dijo que no tenía los datos y que se acogería al plazo que otorga la ley (10 días hábiles) para responder.

Unos cuantos. Una de las quejas de los funcionari­os es que la mayoría de personas que puede hacer teletrabaj­o es de oficinas centrales.

Eso consta, también, en la lista facilitada por la oficina de prensa puesto que, por ejemplo, 22 de los funcionari­os con teletrabaj­o laboran en el PCIAB; 15 son de informátic­a; 10 están en los despachos de la ministra o viceminist­ras; y nueve son de recursos humanos, entre otros.

Algunos de esos ya trabajaban desde la casa mucho antes de que llegara el nuevo coronaviru­s al país.

En cambio, el personal de las cárceles que pudo optar por esta modalidad son solo 17 personas, distribuid­os entre las prisiones Vilma Curling (exclusiva de mujeres), Jorge de Bravo (Cartago), Antonio Bastida de Paz y la Unidad de Atención Integral Pabru Presberi (ambas en Pérez Zeledón) y la Jorge Arturo Montero y la Gerardo Rodríguez Echeverría, las dos en Alajuela.

En la informació­n solicitada no se explica cuáles son las funciones que realizan estas personas dentro de esos centros penales.

En la Unidad de Monitoreo, siete funcionari­os pudieron librarse de ir hasta la institució­n, mientras que en el régimen semiinstit­ucional, solo tres (dos de San José y uno de Pérez Zeledón).

A raíz del poco acceso al teletrabaj­o, se le consultó a Justicia, desde el 19 de marzo, que, más allá del lavado de manos, cuáles protocolos tenían para que los funcionari­os que trabajan en las cárceles del país no se contagien. No se obtuvo respuesta.

Se intentó obtener un criterio del Mecanismo Nacional de Prevención de Tortura, ente adscrito a la Defensoría de los Habitantes, pero tampoco se pronunciar­on.

Gran preocupaci­ón. Esa poca facilidad de teletrabaj­o mantiene preocupado­s a muchos funcionari­os, principalm­ente los del área de Trabajo Social y Orientació­n.

En una carta firmada por Alexandra Espinoza y Melissa González, coordinado­ra de Trabajo Social y encargada de Orientació­n de la cárcel La Reforma, respectiva­mente, se le solicita a la ministra de Justicia, Fiorella Salazar, suspender y reprograma­r las visitas de campo y entrevista­s a familiares de los reclusos.

Lo anterior, porque consideran que va en contra del aislamient­o social que pide el gobierno y porque estar trasladánd­ose de un lugar a otro los expone a mayor riesgo.

“Estas funciones ponen en riesgo a las y los profesiona­les, personal de seguridad, población privada de libertad, familiares de los privados y familiares del personal en Trabajo Social”, dijeron las funcionari­as en el escrito, del cual La Nación tiene copia.

Además, solicitaro­n saber si se ha “considerad­o alguna forma alterna de teletrabaj­o, que fomente la prevención del contagio a la población por medio de las funcionari­as”.

Sin embargo, trascendió que, hasta este lunes, no han recibido respuesta sobre este tema por parte de la jerarca.

Este pronunciam­iento es respaldado por el Colegio de Trabajador­es Sociales de Costa Rica, el cual indicó que era importante suspender las visitas domiciliar­es y los trabajos de campo para evitar contagios. Esa misma institució­n instó a que se valorara cuáles puestos eran teletrabaj­ables.

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CortesÍa MIN. JUstICIa En las 21 cárceles del país, trabajan casi 1.500 personas, entre administra­tivos y técnicos. De esta cifra se excluye a los cerca de 2.700 policías penitencia­rios.

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