Cada uno cuenta
LVelia Govaere a covid-19 se abre paso y nos invita al diálogo. Su narrativa replantea la trascendencia de la política, la importancia de los expertos y el valor de la disciplina de los pueblos. También nos llama a cohesión y prudencia. Es hora de unidad sin ideologías. Evitemos alimentar enfrentamientos que dividan.
Decisiones tempranas demandan sabiduría y valor. No siempre se entienden. Pero para eso están las autoridades, para asumir los riesgos de sus acciones y de sus omisiones. Países como Hong Kong y Singapur marcaron un modelo. Queda esa lección. Desde los primeros anuncios de contagio, cerraron fronteras y decretaron aislamiento social interno. Medidas draconianas muy audaces porque aún no había conciencia internacional de la gravedad del riesgo y, en su propio suelo, el contagio apenas llegaba. Pero frenaron en seco la expansión del patógeno. Su curva es plana como una tortilla. Italia, en cambio, ya lo sabemos, se durmió en sus laureles. ¡Cómo nos duele!
Hace justo 100 años, 50 millones de personas murieron en la gran pandemia de la gripe española. Son de actualidad las lecciones que nos dejó. Su historia cuenta cómo las autoridades pueden reaccionar bien o mal frente a amenazas virales. En setiembre de 1918, en medio de una gripe galopante de días antes, Filadelfia celebró un desfile militar con 200.000 personas. Cuatro meses después, había 12.000 muertos. En San Luis, en cambio, se tomaron medidas extremas después de los primeros casos. Cerraron escuelas, restaurantes, cines e iglesias y prohibieron actos y aglomeraciones. La gripe mató ahí a la mitad menos que en Filadelfia.
Pienso en Costa Rica y Nicaragua. Es la Historia de dos ciudades de Dickens en tiempos de coronavirus. Dos culturas, dos regímenes, dos actitudes. En una, prima la prudencia y drásticas medidas preventivas. En otra, se hace una manifestación para “desafiar” el virus, como al imperialismo o a Somoza. Le va a salir muy caro a nuestros hermanos y estamos demasiado cerca.
Corea manejó la pandemia como San Luis: medidas extremas desde el arranque y, en un inicio, frenó el contagio. Detectó hasta el paciente 30, pero el 31 no, y una sola persona desató el contagio de miles. Tomemos nota: cada uno cuenta.