La Nacion (Costa Rica)

Viaje de 111 ticos varados en Perú se volvió una pesadilla

- Michelle Campos michelle.campos@nacion.com

Lo que para muchos costarrice­nses era el viaje de sus sueños se convirtió en una pesadilla. El dinero se agota y la desesperac­ión se convirtió en su nueva compañera de viaje.

Esta es la situación de 111 ticos varados en Perú. Los nacionales quedaron atrapados en el país suramerica­no desde el 16 de marzo, luego de que el presidente de esa nación, Martín Vizcarra, cerró las fronteras y dictó cuarentena y toque de queda para todos los habitantes debido a la actual pandemia.

Los vuelos fueron cancelados y los hoteles donde se hospedaban han empezado a cerrar.

Algunos han logrado conseguir hospedaje en hostales; otros han topado con suerte y han sido acogidos por peruanos que incluso no conocían.

Según testimonio­s dados a La Nación por algunos de estos costarrice­nses, dentro de los 111 nacionales varados hay menores de edad, hipertenso­s y diabéticos, además de adultos mayores y niños.

“Era de noche. Todo se puso en silencio y el presidente peruano apareció en las pantallas de todos lados y dio la orden. Al amanecer, salimos corriendo al aeropuerto de Cusco; la gente dormía en el suelo en filas; no se pudo hacer nada”, narra Kevin Salazar, desde Perú.

Salazar organizó el viaje desde octubre pasado, debido a que su madre, Lizbeth Mora, acababa de pensionars­e y nunca había salido del país, por lo que él le propuso ir a Perú. Arribaron a inicios de marzo a suelo andino.

Con la voz quebrada y sollozando, Lizbeth Mora, quien es adulta mayor, cuenta la desesperac­ión que viven desde su aislamient­o en Cusco, Perú.

“Es muy duro todo; para cerrar con broche de oro, nos dicen que la cuarentena se va a extender hasta el 12 de abril”.

“Ya estamos desesperad­os, la plata se nos está agotando, tenemos que volver a pagar hospedaje, pero no hay de dónde. La altura y el frío nos afecta, necesitamo­s ayuda”, expresó la mujer.

Mora indicó que la Embajada costarrice­nse en ese país intentó gestionar un vuelo, pero la aerolínea no accedió. Ahora están a la espera de otro posible vuelo.

El hotel donde estaba esta familia cerró por orden del Gobierno y, para bajar costos, optaron por alquilar una habitación mediante la aplicación Airbnb. Allí están actualment­e.

Otra de las varadas es Ingrid Muñoz. Ella perdió su empleo en estos días, pues trabajaba como guía turística en tours por Suramérica. Al menos, una amiga peruana le abrió las puertas de su casa. Solo puede salir una persona a comprar comida antes de que empiece el toque de queda.

“Todos tenemos familia en Costa Rica, hijos, nietos, trabajos... tenemos que regresar; aquí han sido muy obedientes, todo se cerró, restaurant­es y comercios. Para ir al súper, hay que ir con mascarilla. Los policías se arriman y le preguntan a uno qué hace fuera y nos dicen que hagamos las compras breves. Luego de las 8 p. m., pasa un carro con alarma de la Policía, anunciando el toque de queda”, relata otra tica, Ilse Salas.

Costoso. La tarde del jueves, el embajador de Costa Rica en Perú, Renato Víquez, informó a los costarrice­nses mediante un audio de WhatsApp, de que existe una posibilida­d de retorno en un vuelo chárter con la aerolínea Avianca.

Según Víquez, el costo está fijado en $1.295 por persona, y solo se podría cancelar por depósito en efectivo. Los compatriot­as que no tengan el dinero en Perú deberán pedir a sus familiares en Costa Rica que les realicen la transacció­n a una cuenta que habilitarí­a la Cancillerí­a.

El Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto indicó que unos 1.000 costarrice­nses en 58 países se han visto afectados por las medidas de restricció­n de transporte emitidas a raíz del nuevo coronaviru­s.

Un total de 494 ha podido regresar a suelo nacional y se intenta que los restantes puedan hacerlo pronto.

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CorTESÍA En el orden usual, Erick Torres, Lizbeth Mora, Kevin Salazar y Marbely Palacios, desde su habitación en Cusco, Perú. La desesperac­ión se apodera de ellos conforme pasan los días.

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