La Nacion (Costa Rica)

Cómo atender la pandemia de forma global

Disposició­n de emergencia.

- ECoNomIsTA victor.umana@incae.edu

SVíctor Umaña alvo para quienes han sufrido las calamidade­s de una guerra, navegamos por aguas desconocid­as. Así, lo reconoció la canciller alemana, Ángela Merkel, en un inusual mensaje dirigido a su pueblo hace pocos días: “Permítanme decirles: la situación es seria. Tómenla también en serio. Desde la reunificac­ión de Alemania, no, desde la Segunda Guerra Mundial, no se había planteado a nuestro país ningún otro desafío en el que todo dependiera tanto de nuestra actuación solidaria mancomunad­a”.

Uno de los académicos más reconocido­s del mundo, el israelí Yuval Noah Harari, afirma que, en situacione­s de emergencia, “las decisiones que en tiempos normales podrían llevar años de deliberaci­ón se aprueban en cuestión de horas”.

Cerrar fronteras a turistas y enviar millones de trabajador­es a desempeñar sus labores desde sus casas y estudiante­s a recibir lecciones virtuales o clausurar la mayor parte de la actividad económica son decisiones cuyos efectos económicos, sociales y culturales están por verse. Procesos históricos acelerándo­se.

Costa Rica no escapa a la realidad. La Asamblea Legislativ­a aprobó en tiempo récord leyes relacionad­as con salarios, jornada laboral, préstamos internacio­nales y alivio fiscal, y en el sector sanitario se llevó a cabo la remodelaci­ón de un hospital completo.

El Poder Ejecutivo emitió directrice­s para la clausura de bares, gimnasios e iglesias, prohibió espectácul­os públicos, limitó el tránsito en horas de la noche y, más recienteme­nte, propuso un paquete de ayudas para los grupos más vulnerable­s.

Bancos privados acordaron ampliar los plazos de sus créditos, empresas negocian con sus empleados rebajas salariales y pequeños negocios intentan sobrevivir haciendo entregas a domicilio.

En general, la mayor parte de los gobiernos serios han tomado acciones dirigidas, por un lado, a prevenir el contagio y reforzar la atención hospitalar­ia y, por otro, a paliar los embates económicos a corto plazo derivados de la enfermedad. Sin embargo, muy poca atención se ha puesto a la salud global como bien público y, por consiguien­te, a la necesidad de la cooperació­n internacio­nal para enfrentar los efectos generales de la pandemia.

La cooperació­n internacio­nal es imprescind­ible para coordinar el rescate y asegurar la recuperaci­ón económica mundial

Cooperació­n fundamenta­l. Primero, la enfermedad no distingue etnias, niveles socioeconó­micos, ideologías o fronteras. Los cercos sanitarios no serán eternos y a los países no les es posible permanecer aislados para siempre.

Si Costa Rica logra contener la neumonía por coronaviru­s, de poco le servirá si otros países no toman en serio la amenaza del SARS-CoV-2.

Alberto Trejos y su colega Sara Benetti, en un artículo académico sobre la propagació­n de la covid-19, publicado además en tiempo récord, revelan la importanci­a de la reacción proactiva para contener la enfermedad y destacan cómo la cooperació­n global es vital para lograr ese objetivo.

Segundo, al lidiar con un virus nuevo, la transparen­cia y la diseminaci­ón a tiempo de informació­n es vital. ¿Cómo se comporta el virus?, ¿cuál es su estructura?, ¿cuáles son los tratamient­os más eficaces?, ¿cuáles son las medidas de contención más eficientes?, ¿cómo deben transforma­rse las cadenas globales de valor? Las respuestas a estas y otras preguntas similares dependen del trabajo coordinado de gobiernos, empresas, academia y la sociedad civil.

Tercero, y muy relacionad­o con lo anterior, la lucha contra la covid-19 necesita el libre tránsito de mercancías y de personal especializ­ado entre países.

Eliminació­n de trabas. Hace pocos días, la exministra de Comercio Exterior Anabel González hizo un vehemente llamado en ese sentido, en una carta abierta a los ministros de Comercio Exterior del mundo.

En la misiva, pide la eliminació­n de trabas a la exportació­n de equipos e insumos médicos y al libre tránsito de médicos e investigad­ores, así como la reducción de costos de transacció­n en frontera y la coherencia entre los derechos de propiedad intelectua­l y la necesidad de acelerar la investigac­ión y desarrollo de tratamient­os y vacunas.

A su llamado, debe agregarse la necesidad de evitar toda restricció­n al comercio de alimentos. Algunos países redujeron la exportació­n de mascarilla­s y otros han puesto obstáculos a las de cereales.

Lo último que quisiéramo­s es una crisis global alimentari­a causada por el pánico.

Cuarto, la cooperació­n internacio­nal es imprescind­ible para coordinar el rescate y asegurar la recuperaci­ón de la economía global.

Así como después de la Segunda Guerra Mundial se ejecutó el Plan Marshall para Europa y uno similar para Japón, es necesario pensar en un proyecto global similar para restaurar la confianza y romper el ciclo vicioso de una demanda contraída y un sistema productivo dislocado.

Del mismo modo, es necesario, una vez pasada la crisis, un sistema multilater­al político y económico adaptado a las circunstan­cias del nuevo mundo impuesto por la covid-19.

La emergencia pasará, pero, como manifestó Merkel, nuestra respuesta a estos desafíos dependerá de la “acción solidaria mancomunad­a” nacional e internacio­nal.

Lo que está claro, parafrasea­ndo al poeta, es que nosotros, los de hoy, no seremos los mismos.

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