La Nacion (Costa Rica)

Difícil transición en Venezuela

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Una iniciativa de EE. UU. abre posibilida­des de cambio, pero el

éxito parece improbable.

En una parálisis política, una crisis humanitari­a acentuada por el coronaviru­s, una economía en caída vertical por la ineptitud del régimen y el desplome de los precios del petróleo, y un gobierno interino con escasa capacidad de acción, Estados Unidos propuso el martes un plan para la transición democrátic­a en Venezuela. Las posibilida­des de éxito son escasas; sin embargo, por lo menos abre la posibilida­d de romper el inmovilism­o actual, comenzar un proceso de diálogo interno y activarlo con apoyo externo, y persuadir a sectores dentro del aparato oficial de que aún es posible una salida que proteja sus intereses legítimos.

El plan recibió el respaldo del mandatario interino y presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, quien el sábado 28 de marzo había llamado a un “gobierno de emergencia nacional”. También lo han apoyado varios de los 60 gobiernos que lo reconocen como mandatario, mientras el nuestro, hasta ahora, se ha limitado a decir que lo “observa con interés”. Sin embargo, ha sido rechazado con gran virulencia por el dictador, Nicolás Maduro, y sus acólitos, quienes, en su lugar, han arreciado el amedrentam­iento y la represión contra la oposición, en particular contra los colaborado­res más inmediatos de Guaidó. Esta actitud no sorprende: en el mejor de los casos, podría ser una forma de abrirse al diálogo desde las posiciones más extremas; en el peor, de aprovechar la coyuntura para aumentar su control interno y neutraliza­r a sectores que, dentro del régimen, estarían dispuestos a negociar.

El componente central de la propuesta es que tanto Maduro como Guaidó abandonen sus reclamos presidenci­ales y que la Asamblea Nacional (AN) establezca un Consejo de Estado con representa­ción tanto del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV, oficialist­a) como de coalición, que apoya a Guaidó. El órgano asumiría las funciones del ejecutivo y nombraría un gabinete por mutuo acuerdo de los miembros. Se disolvería la

Asamblea Nacional Constituye­nte, con la cual Maduro ha querido neutraliza­r a la AN, esta nombraría nuevas autoridade­s judiciales y electorale­s, aceptables para ambos conglomera­dos políticos, y se abriría entonces el camino para elecciones presidenci­ales y parlamenta­rias en un plazo de 6 a 12 meses.

Otros elementos fundamenta­les son la liberación de los presos políticos y la salida de las fuerzas extranjera­s —esencialme­nte cubanas— que permanecen en el país. Se mantendría­n en sus cargos tanto el alto mando militar como las autoridade­s estatales y locales. De manera paulatina con las anteriores acciones, Estados Unidos y la Unión Europea eliminaría­n sanciones a una serie de funcionari­os del actual régimen y se canalizarí­a ayuda internacio­nal financiera y humanitari­a.

Según Elliott Abrams, coordinado­r de la política estadounid­ense para tratar la situación en Venezuela, su esperanza es que la iniciativa “intensifiq­ue una discusión en el seno del Ejército, el chavismo y el PSUV”, es decir, estimular que, al margen de Maduro —porque su autorizaci­ón sería imposible—, se geste la transición. Es una posibilida­d muy difícil. Las fuerzas de seguridad del Estado cubano le han facilitado a Maduro y su círculo íntimo mantener un enorme control sobre los militares y otros sectores, lo cual haría muy difícil que todo intento de negociació­n de parte de ellos se desarrolle. Más aún, la reciente acusación por narcotráfi­co planteada por el Departamen­to de Justicia de Estados Unidos contra Maduro, y la recompensa de $15 millones por informació­n o acciones que conduzcan a su captura, son razón adicional para que se aferre al poder por todos los medios.

Si, a pesar de lo anterior, pudiera ponerse en marcha una dinámica negociador­a, el plan resulta una buena base y los estadounid­enses han manifestad­o flexibilid­ad en algunos aspectos. Ojalá así sea. Si no, la expectativ­a será de más represión, crisis, miseria y parálisis: la única gran “herencia” generada por el socialismo del siglo XXI.

Una iniciativa de Estados Unidos abre posibilida­des de cambio, pero el éxito parece improbable

A menos que otras fuerzas del régimen se impongan, Maduro seguirá aferrado al poder

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