Economía de colores
La investigación genómica de nuestra biodiversidad debería ser parte del plan de reactivación
Según algunos autores, Costa Rica alberga entre el 4 % y el 5 % de la biodiversidad del planeta y, probablemente, sea el país con más especies por kilómetro cuadrado.
Esta diversidad no representa, per se, una ventaja estratégica para el país. Costa Rica, sin embargo, ha sabido utilizarla para su desarrollo económico y social, principalmente a través del ecoturismo.
Si bien es cierto que los turistas tienen más destinos, además de nuestros parques nacionales, estos son un factor significativo en la promoción del país.
Cabe destacar que solamente el 1 % del área de nuestros parques nacionales es dedicado a la recreación y deja a la conservación, otro de sus fines, casi la totalidad del área protegida.
Un tercer fin de las áreas de conservación nacionales es la investigación científica, la cual se lleva a cabo en un puñado de localidades, a pesar de tener una relevancia estratégica y un potencial económico enormes.
Giro. A finales de los ochenta y principios de los noventa, una serie de desarrollos tecnológicos en biología molecular generaron un cambio de paradigma en el estudio de la biología al permitir la secuenciación de fragmentos de ADN de manera eficiente.
Esta primera revolución culminaría, tras años de esfuerzo, con la publicación del genoma humano en el 2001.
Solo cuatro años después, un nuevo desarrollo tecnológico volvió a revolucionar la biología al secuenciarse en paralelo miles de fragmentos de ADN, reduciendo así el costo por nucleótido secuenciado y el tiempo necesario para completar un proyecto de esta naturaleza.
La llamada secuenciación de próxima generación, en el 2008, ya permitía secuenciar en cuestión de semanas a un costo muy inferior un genoma humano.
Una década más tarde la investigación biológica mundial gira en torno al uso de estas tecnologías, las cuales han hecho posible secuenciar los genomas no de cientos, sino de miles de especies, usando aparatos cuyo tamaño y precio se ha reducido al punto de hacerlos casi universalmente asequibles.
Para nuestro país, este cambio fundamental en la manera como se lleva a cabo la investigación biológica representa una oportunidad única para explotar, con métodos mínimamente invasivos, los recursos genómicos resguardados en nuestras áreas protegidas.
Posibilidades infinitas. El recurso biológico costarricense, el cual incluye ecosistemas localizados desde las profundidades de nuestros océanos hasta las cumbres de nuestras cordilleras, en ambientes tan extremos como los que existen en algunos de los volcanes, es, para efectos prácticos, infinito.
La utilización racional debe ser fuente de desarrollo económico para el país. La atracción de inversiones destinadas a la investigación genómica de nuestra biodiversidad con miras al desarrollo de productos biotecnológicos de alto valor agregado debería ser una parte integral de nuestra estrategia de promoción como destino de negocios.
No hace mucho revivió la discusión en torno a la exploración y posible explotación petrolera en el país. Quienes la promueven alegan que prohibirla sería cerrar las puertas del progreso. El oro de nuestro país no es negro, sino verde y azul. Está en nuestros bosques y en nuestros mares.
Con los años, hemos aprendido a protegerlo, conservarlo y valorarlo. Es hora de que aprendamos también a usarlo.
Gracias a la tecnología, la exploración y explotación racional están mucho más cerca de nuestras manos de lo que estuvo de las de nuestros padres y abuelos.
En tiempos cuando nuestro país enfrenta una pesada crisis fiscal y una pandemia que ha arrodillado a las grandes economías del globo, debemos hacer todo lo posible para utilizar nuestra biodiversidad para nuestro desarrollo y pintar nuestra economía de colores.