Día de fiesta
Quienes amamos el Colegio de San Luis Gonzaga desde nuestra infancia y, además, somos docentes en él, tenemos un arraigo en nuestra casa de enseñanza, más que en las aulas universitarias.
Seguramente, la docta instrucción vivida en la adolescencia, así como el amplio sentido de identidad, al saberse hijo de Cartago que forma la vanguardia, ha calado con hondura un sentimiento de místico romanticismo, generación tras generación.
Por si fuera poco, existe una vetusta arquitectura, cuyo frontispicio (articulado en aristocráticos cúpula y templete de columnas toscanas), se decanta en una filosofía de vida de profundos y acertados alcances epistemológicos, materiales y espirituales. Asimismo, trae como consecuencia que la Vieja Metrópoli sea cada vez nueva, si se está ligado a la omnipresencia del coloso de 178 años.
Con la mirada perdida en el “ahora” (un ayer, un presente y un futuro atemporales), sigue siendo el espacio de la alma mater un promisorio horizonte, pues su población de hombres y mujeres ha forjado simientes de grandeza, en cualesquiera actividades laborales y socioculturales.
El 21 de junio ha de ufanarse de ser parte de un glorioso establecimiento de luces y devenires, que cultiva una suprema academia y forja de un buen ciudadano. El 21 de junio vive una fase para poblar los corazones y mentes de una vida buena, en favor de la colectividad, a fin de construir, tendiendo puentes de oportunidades que generen crecimiento en todos los ámbitos.
El 21 de junio, en definitiva, debe evocar con alborozo y auspiciar estaciones de prosperidad personal, profesional y familiar. Felices fiestas, en este 21 de junio.
Ernesto Guzmán Campos Cartago