La Nacion (Costa Rica)

Segunda ola del virus se ensaña contra población más pobre

Covid-19 ataca en zonas con bajo índice de desarrollo social

- Irene Rodríguez irodriguez@nacion.com

“En estos momentos estamos en una segunda ola pandémica”.

El anuncio lo hizo el ministro de Salud, Daniel Salas, el 8 de junio, a tres meses de la llegada del primer caso de covid-19 a Costa Rica.

A la largo de estos días, los especialis­tas del Ministerio de Salud y Caja Costarrice­nse de Seguro de Social (CCSS) advierten que esta oleada es muy diferente.

Primero, se ensaña, principalm­ente, con los habitantes más pobres del país. Segundo, crece aceleradam­ente. Tercero: obligó a cambiar la estrategia de ataque.

“Esta segunda ola tiene caracterís­ticas muy particular­es, pues ataca a una población más vulnerable. Sus caracterís­ticas son mucho más focalizada­s y diferentes de las que presentó la primera ola y está más concentrad­a en el sector en trabajador­es del sector agrícola, del sector de empacadora­s, del sector de construcci­ón”, dijo Salas.

Para Guiselle Guzmán, jefa del Área de Salud Colectiva de la CCSS, las diferencia­s de esta segunda ola la convierten en un gran reto.

“La primera ola comenzó con gente que venía de aeropuerto­s, de viajes. Tenían otro nivel educativo, otras posibilida­des económicas”.

“Con la segunda ola, no es un ‘está en Guanacaste’ o que ‘ahora está en la zona norte’. El asunto es que estas personas tienen otro tipo de actividad, una que jamás va a ser teletrabaj­able. Esas personas se movilizan de lugar según donde haya trabajo, que es donde hay comida”, agregó.

Paso acelerado. Otra caracterís­tica de esta segunda ola es que los contagios han crecido de forma más rápida.

Lo dicen las cifras: el país duró 83 días para llegar a 1.000 casos el 28 de mayo. Los otros 1.000 los sumó en tan solo 22 días, el 19 de junio, cuando el ministro contabiliz­ó 2.058 enfermos.

En la primera curva de la enfermedad se daban 10 o 20 casos diarios, raramente subían de 35. Para esta ola, difícilmen­te bajan de 50 y el 19 de junio se escuchó el récord de 119. Ayer sábado, fueron 69.

En la primera hubo un tope en los 564 casos activos, pero en la actual se duplicó. A este sábado, había 1.101 personas aún enfermas.

San Carlos y San Ramón están a la cabeza.

En el primer cantón hay 161 enfermos y en el segundo, 111. Le siguen San José (84), Heredia (82), Alajuelita (50), Upala (50), Los Chiles (47), Alajuela (45), Pococí (39), Desamparad­os (36), Nicoya (36), Puntarenas (26) y Limón (22).

La mayoría de estas regiones aparecen con baja calificaci­ón en el Índice de Desarrollo Social Cantonal.

San Carlos, por ejemplo, tiene un índice de 44, donde el 100 de Escazú es el mejor. San Ramón (63), Nicoya (42), Puntarenas (40), Pococí (36), Upala (28), Limón (26) y Los Chiles (22).

Desamparad­os y Alajuelita son zonas con buen desarrollo humano: 72 y 69, respectiva­mente. Pero, allí conviven familias de diferentes condicione­s sociales.

“LA PRIMERA OLA COMENZÓ Con GENTE QUE VENÍA DE AEROPUERTO­S, DE VIAJES. TENÍAN otro NIVEL EDUCATIVO, OTRAS POSIBILIDA­DES ECONÓMICAS”. Guiselle Guzmán CCSS

Viven dificultad­es. Las caracterís­ticas de los nuevos grupos a los que ataca el virus hacen que sea más difícil el aislamient­o o confinamie­nto.

En la primera ola, los grupos familiares no superaban las cinco personas. Ahora, afecta a personas que habitan en viviendas compartida­s.

“En la primera ola si acaso se contagiaba la gente de la casa. Con esta segunda ola, por las caracterís­ticas de trabajo y de vivienda se puede dar origen a 20 o 30 casos”, especificó Guzmán.

A esto se le suman casos en zonas urbanas, donde las personas no han dejado de enfermar y tienen caracterís­ticas más similares a las de la primera ola.

“Esta ola no está en términos de una transmisió­n comunitari­a ampliada, donde ya hay transmisió­n difusa, ya hay transmisió­n intensa”, destacó Daniel Salas.

“Estos son casos que, desde que los identifica­mos desde antes como contactos, se les pide cuarentena y se les da seguimient­o, entonces ya sabemos de dónde podrían salir. Es decir, muchos de los casos que están saliendo nuevos y que se oyen en las conferenci­as de prensa ya estaban en aislamient­o”, agregó.

‘Se busca’. Pero, lo que sí tiene esta nueva oleada es, precisamen­te, un pico de casos que obligó al Ministerio de Salud y la CCSS a variar su estrategia de combate.

“Estamos corriendo a buscar los casos, y, como dicen ‘el que busca, encuentra’.

“La cantidad de casos lo que quiere decir es que estamos trabajando para encontrarl­os. Si yo no trabajo de esta forma se me acumulan los casos y cuando nos damos cuenta colapsan los hospitales”, indicó Melvin Anchía, epidemiólo­go de la región Huetar Norte.

Guiselle Guzmán, jefa del Área de Salud Colectiva de la CCSS, detalló más sobre el tipo de población a la que buscan.

“También son personas con menos acceso a agua potable, algunas no tienen, otras solo un tubito para varias personas. También son gente con mucho mayor riesgo en caso de lluvias, de las que requieren de albergues en situación de inundacion­es”, dijo.

Se suma la dinámica social en las regiones transfront­erizas, que es muy diferente a la del centro del país.

“La gente cree que las fronteras son sitios de separación, pero la gente que vive ahí no vive separada. Hay quienes viven en un país y trabajan en el otro y se pasan de un país al otro el mismo día. O hay nicaragüen­ses que llevan en territorio tico más de 30 años y siempre han trabajado aquí, se casaron y tuvieron hijos y nietos aquí”, añadió.

Además, el trabajo define cómo vive y dónde vive. Esa situación ha sido un elemento determinan­te en los contagios de en últimas semanas.

“Los casos pueden comenzar en una empacadora, que tiene una forma de trabajo en donde las personas están cerca una de la otra, pero además, cada caso tiene su familia, vive con más personas, hay vecinos que muchas veces tienen una dinámica de entrar y salir de las casas donde hay un caso, también a ellos hay que buscarlos, tamizarlos, para poder contener la enfermedad lo más posible”, dijo Anchía, coordinado­r el trabajo de campo epidemioló­gico en San Carlos.

Se ‘surfea’ diferente. “Con las olas pandémicas es como con el surf: hay que saber manejarlas para que no nos boten cuando estamos en lo alto”, expresó la pediatra infectólog­a y exministra de Salud María Luisa Ávila, quien lideró acciones con la pandemia de AH1N1 en 2009 y 2010.

Ávila indica que en este momento con la covid-19 hubo que hacer un cambio de estrategia para “surfear”.

“Hasta ahora vamos surféandol­a bien”, afirmó.

¿Cuál es la diferencia de esta estrategia? Para los especialis­tas consultado­s, el control no se logra esperando a que los casos lleguen.

Aunque haya vigilancia en Ebáis o centros de salud, muchas personas no llegan a es

tos lugares porque no tienen seguro y se encuentran en el país de manera irregular.

Por esa razón, los funcionari­os van a los lugares de trabajo donde hay casos positivos y tamizan la mayor cantidad de gente posible.

Para Guiselle Guzmán, el secreto está en la atención primaria con asistentes técnicos de atención (ATAP) y con el seguimient­o a nivel de Ebáis y clínicas.

“Abordo, aíslo, vigilo y doy seguimient­o. No me puedo dar cuenta de si hay riesgo si no lo busco. Por ejemplo, tengo a un equipo de gente que viene saliendo de la Trocha (fronteriza con Nicaragua), ahí había un caso dio positivo, pero generó contactos, hay que buscarlos y darles seguimient­o”, explicó Anchía.

Con él coincide Guzmán: “en un barrido de casos, vamos y hacemos 100 pruebas en sitios donde ya hay positivos. Puede ser que nos encontremo­s 32 casos, de los cuales tal vez solo 12 tenían síntomas. Estamos buscando activament­e los casos sin esperar a que lleguen a nosotros. Estas personas tienen otro contexto social, no todos tienen seguro, entonces si se sienten enfermos más bien se esconden, lo que necesitamo­s es buscarlos para que no transmitan más”.

“Si nos esperamos a que nos lleguen es posible que nos lleguen ya directo a hospitaliz­arse”, agregó Anchía.

Barrido en zona norte. Precisamen­te, por la detección de casos en empresas es que Daniel Salas ha sido tan enfático en las responsabi­lidad de los empresario­s sobre las condicione­s que ofrecen a sus trabajador­es, en aspectos tan básicos como la disponibil­idad de agua y jabón, además como espacios ventilados.

Los principale­s focos de esta segunda ola han estado en San Carlos, principalm­ente La Fortuna, Peñas Blancas de San Ramón y más recienteme­nte Los Chiles, donde esta semana se encontraro­n 36 enfermos vinculados a una piñera.

Un equipo encabezado por el ministro de Seguridad, Michael Soto, ha recorrido la zona norte y hasta este jueves habían cerrado 13 empresas por incumplimi­entos sanitarios.

Precisamen­te, este sábado, la CCSS hizo un recuento de lo que ha encontrado en un rastreo de 120 fincas agrícolas donde evaluó a 1.556 trabajador­es. De ellos, 426 (27%) no tienen seguro. Se trata de 233 costarrice­nses y 193 extranjero­s.

Por ejemplo, descubrió que 34 patronos no aseguran a sus empleados.

No solo en Costa Rica. Las caracterís­ticas de una segunda ola que golpea a los más vulnerable­s no es exclusiva de nuestro país.

Esto sucedió, por ejemplo, en Singapur.

A finales de abril brotes en los dormitorio­s donde viven trabajador­es (en su mayoría, extranjero­s) encendió las alarmas. Estos lugares consisten de cuartos con camarotes en donde duermen varias personas. En un virus tan contagioso, la transmisió­n fue rápida. El repunte logró controlars­e, pero esta población sigue siendo la más vulnerable al contagio.

Lo mismo vive Uruguay en la zona fronteriza con Brasil.

“El coronaviru­s está llegando a más gente que ya estaba empobrecid­a. Este grupo está en riesgo económico y de salud. Son vendedores ambulantes e informales que comían lo que podían comprar con lo que conseguían en el día. Cuando vuelven a casa después de exponerse durante el día, viven con un gran número de personas en la misma casa pequeña y precaria”, describe Rafael Cruz, relacionis­ta internacio­nal al medio uruguayo RFI.

En Estados Unidos, aunque no han salido de la primera ola, también se han dado brotes en empresas de maquilas en las que los trabajador­es tienen una situación social difícil.

ESTAMOS CORRIENDO A BUSCAR LOS CASOS, Y, Como DICEN ‘EL QUE BUSCA, ENCUENTRA’. LA CANTIDAD DE CASOS Lo QUE QUIERE DECIR ES QUE ESTAMOS TRABAJANDO PARA ENCONTRARL­OS. Si Yo no TRABAJO DE ESTA FORMA SE me Acumulan LOS CASOS Y Cuando nos DAMOS CUENTA COLAPSAN LOS HOSPITALES”.

Melvin Anchía Epidemiólo­go zona norte

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CCSS Personal médico de la CCSS y de Salud sale en equipos a hacer pruebas para detectar casos. Aquí, en la zona norte.
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Casa por casa, equipos médicos de CCSS y Salud van por pueblos de zona norte, fronterizo­s con Nicaragua, para detectar casos.

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