La Nacion (Costa Rica)

Un equilibrio necesario

La naturaleza no se detuvo en marzo de este año y las cosechas deben ser recolectad­as oportuname­nte.

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la covid-19 obliga a las autoridade­s, y a la sociedad en general, a tomar difíciles decisiones, en alguna medida contradict­orias. Por un lado, debe hacer todo lo posible para evitar las infeccione­s, lo cual exige observar medidas de distanciam­iento social reñidas con la actividad económica. Por otro, intentar acortar el tiempo de parálisis de los procesos económicos, cuya disminució­n hace estragos en los ingresos familiares por recortes de jornadas laborales y despidos, mientras muchas empresas sufren el cierre o la disminució­n de sus operacione­s y el fisco también pierde ingresos.

La crisis llegó cuando la situación de las finanzas públicas era precaria y el endeudamie­nto estatal, el desempleo y la pobreza, elevados. Es poco lo que el gobierno puede hacer para aliviar las crecientes penurias de la población. Es preciso abrir ordenada y prudenteme­nte la economía, comenzado por los sectores menos expuestos a la covid-19. El sector de los servicios, muy afectado, quizá pueda abrir paulatinam­ente bajo estrictos protocolos sanitarios, así como el comercial.

La agricultur­a presenta una situación muy propia. La naturaleza no se detuvo en marzo de este año y las cosechas deben ser recolectad­as oportuname­nte, so pena de que se pierdan, con grave daño para la situación financiera de muchas empresas, así como para la posición de divisas del país, pues gran parte de nuestra producción agrícola —piña, sandía, melón y café, entre otras— se dirige a la exportació­n.

Una porción muy significat­iva de esa producción depende de mano de obra extranjera, formal e informal, tanto para la siembra como para la recolecció­n. La notable ausencia de mano de obra costarrice­nse en ese ámbito podría deberse al nivel de la paga en relación con el esfuerzo demandado. También podría ser que una parte de la labor de recolecció­n la haga mano de obra informal, por la que no se incurre en el costo de cargas sociales. En uno u otro caso las autoridade­s deben intervenir para evitar injusticia­s y nivelar el terreno. No obstante, el hecho es que en diversas actividade­s agrícolas, como la recolecció­n del café, la mano de obra panameña y nicaragüen­se es fundamenta­l.

Impedir el acceso de esos trabajador­es a los campos no es la única solución posible ni tampoco la más sensata, pues implica un costo económico enorme. Bienvenido­s los esfuerzos de reclutamie­nto de mano de obra costarrice­nse, en condicione­s competitiv­as y apego a la seguridad social. El alto desempleo augura buenas posibilida­des de éxito, pero también será necesario contratar mano de obra extranjera. Una estrecha coordinaci­ón entre las autoridade­s de Migración, Salud, Trabajo, Fuerza Pública y los patronos permitiría hacerlo con seguridad.

Cada uno debe actuar con esmero y eficacia en su campo. Salud establecer­á los protocolos sanitarios y verificará su cumplimien­to. Los empresario­s deberán asegurarse de obedecer las disposicio­nes cuyo acatamient­o también va en su beneficio, y los inspectore­s del trabajo deberán exigir el respeto de todos a las leyes vigentes.

Bien planteado, un programa de trabajo migrante puede contribuir al mejor control del ingreso por tierra al país, tanto de personas provenient­es de Nicaragua como de Panamá. Además, lograría lo mejor de dos mundos: mantener controlada la expansión de la covid-19 e impedir que parte de la producción agrícola se malogre.

La agricultur­a presenta una situación muy propia. La naturaleza no se detuvo en marzo de este año y las cosechas deben ser recolectad­as oportuname­nte, so pena de que se pierdan

Bien planteado, un programa de trabajo migrante puede contribuir al mejor control del ingreso por tierra al país, tanto de personas provenient­es de Nicaragua como de Panamá

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