Un presupuesto cuidadoso
La pandemia de la covid-19 afectó el presupuesto de varias entidades públicas, notablemente el de la Caja Costarricense de Seguro Social, a causa de la reducción del nivel de empleo, y el del Gobierno Central, por la notable caída de la actividad económica. La covid-19 obliga a incurrir en nuevos gastos para atender a parte de las familias cuyos ingresos se redujeron. Por eso, las autoridades se han visto compelidas a elaborar presupuestos extraordinarios que reflejen las nuevas circunstancias y prioridades, a fin de no recurrir innecesariamente a un mayor endeudamiento público.
En el caso del Gobierno Central, para que el ejercicio de revisión presupuestaria sea eficaz, es necesario tener presente la posibilidad de que no se pueda compensar todo el efecto adverso sobre el déficit de los nuevos gastos y la baja en la recaudación. Es necesario recortar gasto público, como lo ha anunciado el ministro de Hacienda, Elián Villegas, pero sin lesionar la eficacia de las funciones estatales. No obstante, el recorte debe ser significativo. El jerarca de Hacienda anuncia la meta, para lo que resta del año, de una reducción del gasto en unos ¢355.000 millones, equivalentes a un 1 % del producto interno bruto (PIB). Para un nutrido grupo de diputados, la medida va en la dirección correcta, pero la suma debería ser mayor.
En cualquier caso, no es apropiado recortar proporcionalmente los presupuestos institucionales, pues no todas las funciones tienen la misma prioridad. Es necesario actuar, principalmente, sobre el gasto corriente, no sobre el de capital, e idealmente deberían recortarse programas completos que no sean prioritarios dado el nuevo entorno causado por la pandemia. Es preciso actuar sobre las remuneraciones a los servidores públicos, por mucho el principal renglón de gasto del Gobierno Central. En cambio, no es posible tocar la partida de intereses sobre la deuda pública, salvo para reflejar el efecto de canjes favorables de unos títulos por otros con más bajas tasas de interés.
Algunas entidades del sector social podrían requerir refuerzos en sus partidas de gasto, y no disminución, para atender a los grupos afectados por la pandemia. Eso sí, es indispensable asegurar beneficios directos para los beneficiarios. Podría haber ajustes temporales, mientras dure la pandemia, aunque algunos podrían ser permanentes.
Los presupuestos, tanto de empresas privadas como públicas, son la expresión anual de un plan de trabajo que varía según las circunstancias imperantes en cada momento. Ante nuevas circunstancias, como las de la pandemia, la reducción presupuestaria no puede ser proporcional, “a lo largo de todo el presupuesto”, como afirmó el jerarca de Hacienda. Debe ser selectiva y cuidadosa, a fin de no lesionar la capacidad del Estado para atender las necesidades de la ciudadanía.
Confiamos en que el presupuesto extraordinario que envíe el Poder Ejecutivo a la Asamblea Legislativa, para reconocer la caída de ingresos tributarios, reasignar gasto según prioridades y recortar partidas, satisfaga exigencias de calidad y de óptima asignación de los escasos recursos públicos en el entorno impuesto por la pandemia.
También esperamos que los diputados estudien y valoren el proyecto de presupuesto extraordinario siguiendo criterios de eficiencia como los señalados, no con consideraciones de conveniencia partidista, y que adopten las decisiones más aptas para servir a los intereses del país.
Confiamos en que el presupuesto extraordinario satisfaga exigencias de calidad y óptima asignación de los escasos recursos públicos en el entorno impuesto por la pandemia
La reducción no puede ser proporcional, ‘a lo largo de todo el presupuesto’, como afirmó el jerarca de Hacienda. Debe ser selectiva y cuidadosa, a fin de no lesionar las capacidades del Estado