La Nacion (Costa Rica)

“Uno se ‘pica’ cuando le dicen que está viejo”

su aporte, a los casi 37 años (los cumple en octubre), le valió que saprissa le renovara el contrato un año más; sin duda, Michael es una pieza clave

- José Pablo Alfaro R. jose.alfaro@nacion.com

Tenía una espinita”, confiesa Michael Barrantes, feliz por el título, pero también porque los exámenes médicos confirmaro­n que la aparatosa lesión que sufrió en el dedo durante la final fue una luxación y no una quebradura.

Pieza clave en la corona 35 de Saprissa, el volante confiesa que este título lo mastica de forma distinta. Sabe que a sus 36 años (casi 37) podría ser uno de sus últimos trofeos en la vitrina, aunque todavía se siente muy bien para seguir jugando.

Precisamen­te, este jueves, su equipo informó de que el volante seguirá vinculado un año más.

El veterano reconoce que hubo tres factores que lo “picaron” para elevar su rendimient­o: los tropiezos en los últimos torneos que le habían impedido levantar la copa, los comentario­s sobre su edad y el que un sector de la prensa asegurara que Saprissa no era favorito.

––¿Cómo sigue del dedo?

—Nada más fue una luxación. Por dicha, no fue una quebradura ni una lesión más seria, ahora nada más toca chinearlo. Estoy con medicament­os y con hielo.

––Esta lesión reflejó muchas cosas, sobre todo el hecho de que siguiera en el partido a pesar de lo doloroso de la lesión. De alguna manera, el aficionado se sintió identifica­do.

—He recibido muchos mensajes de ánimo, de apoyo y también de felicitaci­ón, porque, la verdad, no fue nada bonito, pero lo importante es que sabíamos que estábamos en una final. Teníamos que ser campeones de la forma que fuera, costara lo que costara. Esta lesión me pasó a mí, pero lo que les dio a todos fue más carácter y más ganas de luchar por este título.

––Cuando se da la lesión del dedo, ¿en algún momento pensó: ‘me va a tocar salir’?

—Cuando me doy cuenta de la gravedad de la lesión, estoy con la adrenalina a tope y full concentrac­ión, entonces no me pasa por la cabeza salir. Pero ya después de que el doctor hizo su trabajo y me ayuda a devolver el dedo a su posición normal, yo ingreso al campo y empiezo a sentir un dolor muy fuerte y una dolencia en la mano, como si el dedo estuviera despegado por completo de mi mano.

––Fue un torneo muy inusual por la pandemia y el hecho de que tuvieran que entrenar desde sus casas un buen tiempo. Ya en frío, ¿cómo se asimila todo lo que pasó?

—Fue un título sufrido, en un año atípico. No somos la excepción del mundo en esto de la pandemia y, la verdad, fue un título con mucho sentimient­o porque estábamos contra el archirriva­l y ellos también tenían mucha sed de triunfo. Entonces, sabe mucho, tiene un sentimient­o especial.

––De alguna manera, ustedes también sintieron en carne propia las dificultad­es que viven el país y las empresas, con despidos de compañeros, amigos y personas cercanas.

—Sí, la verdad el mensaje fue con mucho cariño. Todos estamos pasando momentos difíciles, pero imagínese las personas que se quedan sin trabajo y no pueden llevar el sustento a las casas. Es más duro y difícil e imagínese ahora, salir a buscar empleo en medio de la pandemia, es una situación distinta.

––En algún momento se percibe a Michael Barrantes como el director de orquesta de Paté dentro de la cancha, ese jugador que lleva los hilos de la ‘S’. ¿Cómo fue asumir esa función y de qué modo evolucionó con

el paso de los juegos? —Tengo las cosas claras y sé cuál es mi línea, sé hasta dónde puedo llegar. Yo respeto mucho las decisiones del cuerpo técnico y del área administra­tiva y, en este caso, lo único que quise hacer fue aportar mi granito de arena. Me dieron la oportunida­d de expresarme, de ayudar al equipo en diferentes zonas y momentos, sin sobrepasar la línea ni desubicarm­e. ––¿Cuál fue la instrucció­n táctica

que pudo influir para que se viera una versión muy acertada de Barrantes?

—Creo que lo que hizo relucir esa versión es que tenía una espinita guardada, que era haber estado tan cerca en los últimos torneos de conseguir el título y no lograrlo.

––¿Y en qué momento se corrigen esos detalles y se tiene la autocrític­a para mejorar?

—Más que autocrític­a, fue un análisis y darnos cuenta de que no eran grandes cosas en las que estábamos fallando. Creo que nos unimos más, nos enfocamos más.

––Le preguntaba a Christian Bolaños cómo vivió el título a los 36 años. En su caso, ¿qué significad­o tiene volver a ganar y a una edad avanzada?

—Todos los títulos se sienten y se viven igual, pero no voy a ocultar que puede ser uno de los últimos títulos que gane y, por eso, sabe más. El gran semestre que tuvimos ambos, lo disfrutamo­s igual y teníamos la responsabi­lidad de volverle a dar a la afición ese título, que estaba ansiosa por celebrar. ”Yo creo que mis actuacione­s han hablado por mí, siempre me voy a esforzar al máximo. Intenté prepararme cada día mejor, pero soy consciente de que ya tengo cierta edad. No estoy diciendo que me voy a retirar y tampoco que no puedo seguir jugando, pero también tiene que empezar a surgir gente joven, que asuma responsabi­lidades”.

––¿Lo ‘picó’ que se hablara tanto de las edades de los jugadores durante el torneo?

—Sí claro. No voy a ocultarlo, uno se pica cuando dicen cosas de la edad, de que estoy viejo, pues claro que llega a picar. Esa fue otra ‘punzadita’ y otra herida para buscar más el título. He sido muy respetuoso con la prensa, pero algunos no pusieron al equipo como favorito al inicio de torneo. El que no se ponga a Saprissa en la pelea por el título, eso también pica. Uno cuando siente y tiene pasión por lo que hace tiene que pellizcars­e, enojarse y picarse. Uno tiene que salir a trabajar y hacer todo para ser campeón.

––Le voy a ser sincero, a mí me parecía que Saprissa tenía buen equipo, pero dudaba de la idea de Wálter Centeno y el hecho de que estuviera tan cerrado con su propuesta. Al final, da la impresión de que cambió y evolucionó.

—Te soy sincero, no hay ningún problema en dudar, eso es muy diferente a no postular al equipo en la lucha por el título. Hay historia que nadie puede borrar. Hay equipos a los que los respalda la historia, no los últimos semestres. Uno tiene pasión y es saprissist­a y eso a mí me pica.

––¿Qué opina de la frase: ‘Los jóvenes ganan partidos; los viejos, campeonato­s’?

—(Piensa) Desde mi punto de vista, tiene mucha razón, pero al verlo en frío, uno se da cuenta de que los mayores no jugamos solos. Yo necesité de Luis Hernández, de Manfred Ugalde o de Jonathan Martínez.

––¿Ha evoluciona­do Paté como entrenador desde que lo dirigió en Grecia?

—El equipo tuvo muy buenos partidos, partidos muy malos y regulares. Al salir campeón y teniendo autocrític­a, yo creo que se sacan más cosas positivas que negativas. Y creo que el crecimient­o de Wálter Centeno fue bueno.

“Llegué a un punto alto en este torneo porque tenía esa espinita guardada de ser campeón y para eso había que corregir esos pequeños detalles que faltaban”.

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