La Nacion (Costa Rica)

De seguro no vendrán

- Abraham Stern abogado astern@lawgical.cr

Por más que lo intento no puedo dejar de rascarme la cabeza y tratar de encontrar una justificac­ión medianamen­te razonable a la decisión gubernamen­tal de imponer al turista extranjero un seguro contra la pandemia, que costaría cientos de dólares.

Por más extraño que parezca, y a pesar de vivir en un mundo globalizad­o, de políticas internacio­nales de cielos abiertos y pasajeros curtidos, conocedore­s al dedillo acerca de las pólizas de viajes, nuestras autoridade­s ignoraron todos estos antecedent­es y, a golpe de tambor, recetaron a nuestros valiosos visitantes un seguro que no solo es irrisoriam­ente costoso, sino que solo es posible comprársel­o al actor predominan­te en ese mercado: al estatal Instituto Nacional de Seguros (INS).

Parece una escena cantinfles­ca, pero no lo es y, aunque cueste creerlo, sucede. Algunos sectores económicos pusieron el grito en el cielo, y con justa razón. La crisis originada por la pandemia de la covid-19 no distingue clases sociales, pero sí afecta diferencia­damente a los actores económicos del sector privado.

Nadie puede negar que dentro de ellos los más golpeados son las industrias hoteleras, los alquileres de autos, los restaurant­es y el resto de las empresas que deben actuar en armonía para brindar al turista una experienci­a “esencial Costa Rica”.

Exigir póliza a los turistas es dejar ir la oportunida­d de diferencia­rnos del resto de los países

Cierre de puertas. A la queja de aerolíneas y hoteles, los analistas del INS responden que harán un replanteam­iento para ofrecer seguros más asequibles y pretenden, con un ajuste de números, revertir algo que nunca debió suceder.

Lo que no logran entender es que no hace falta replanteam­iento alguno porque en el mundo hay una variedad enorme de seguros para los miles de turistas con intención de hallar en Costa Rica un escape a las tribulacio­nes de esta terrible pandemia.

De nuevo dejamos pasar una oportunida­d de oro y divisamos cómo las ocurrencia­s de unos pocos terminan descarrila­ndo lo que pudo ser el elemento diferencia­dor de Costa Rica en relación con el resto del mundo.

Imaginemos más bien una directriz del gobierno que invite a los turistas a venir a Costa Rica sin pagar seguro alguno.

Sí, así como suena, y sin encender llamados alarmistas.

Recuerdo haber llegado a Panamá hace algunos años y recibir del oficial de Migración una tarjeta donde se me invitaba a ir gratuitame­nte a los centros médicos estatales en caso de una emergencia durante mi estadía.

¿Pueden ustedes imaginar lo que representa­ría en la época de esta endemoniad­a pandemia ofrecer un destino turístico con tales ventajas comparativ­as y “sin ingredient­es artificial­es”?

¿Locura o vanguardis­mo? Por supuesto que no debemos escatimar esfuerzos en asegurarno­s de que recibiremo­s turistas sanos, que cumplan estrictame­nte las medidas sanitarias lógicas, pero instaurar un seguro a rajatabla lo único que logrará es una cosa: garantizar­nos que no vendrán.

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Foto shuttersto­ck

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