La Nacion (Costa Rica)

Por qué ser voluntario para probar vacunas contra la covid-19

Unas 30.000 personas de 140 países ya se inscribier­on para someterse a las pruebas de exposición al SARS-COV-2

- Peter Singer e Isaac Martínez

El mes pasado, el grupo provacunas 1Day Sooner publicó una carta abierta a Francis Collins, director de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, instando a los reguladore­s a autorizar y comenzar los preparativ­os para llevar a cabo pruebas “de exposición” con las vacunas para poner fin a la pandemia de la covid-19 lo antes posible.

En estos ensayos, a voluntario­s bien informados se les inyectarán potenciale­s vacunas (o un placebo) y luego serán “expuestos” intenciona­lmente al SARS-COV-2, el virus causante de la covid-19.

Más adelante en este mes se enviará una carta similar a las autoridade­s de los departamen­tos de salud gubernamen­tales en varios países donde se está llevando a cabo la investigac­ión para la vacuna contra la covid-19 y a Keva Bain, presidenta de la Asamblea Mundial de la Salud, organismo a cargo de las decisiones de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS).

El día en que se difundió la carta abierta a Collins, Adrian Hill, director del Instituto Jenner en la Universida­d de Oxford y firmante, declaró que cree que las pruebas de exposición serían “factibles y reveladora­s” en los próximos meses.

El Instituto Jenner está entre los líderes en la búsqueda de una vacuna contra el SARS-COV-2 y este es el primer anuncio por parte de un desarrolla­dor que indica su apoyo a las pruebas de exposición.

En mayo, el Grupo de Trabajo de Orientació­n sobre Pruebas de Exposición a la Covid-19 afirmó que serían “significat­ivamente más rápidas” que los ensayos estándar en campo, para los cuales los investigad­ores deben esperar a que haya una cantidad suficiente de personas expuestas antes de poder determinar si la vacuna funciona.

Una demora en la obtención de la vacuna podría significar cientos de miles de muertes más, meses adicionale­s de confinamie­nto, mayor desempleo y, en muchos países, que millones de personas carezcan de alimentos suficiente­s.

Profesiona­les apoyando. Quince premios nobel, más de cincuenta filósofos profesiona­les y muchos otros intelectua­les prominente­s han firmado la carta. La participac­ión de tantos filósofos —incluso quienes a menudo tienen enfoques diferentes sobre la ética y se ponen de acuerdo en muy pocas cosas más— es notable.

No todas las cuestiones derivadas de las pruebas de exposición correspond­en a la pericia de los científico­s; los filósofos —más específica­mente, quienes se especializ­an en bioética— estudian la ética de la investigac­ión, un campo que incluye preguntas sobre cuán aceptables son las pruebas de exposición, y se basan en informació­n provista por los científico­s para sus reflexione­s, discusione­s y eventuales juicios éticos.

No podemos hablar por todos los filósofos que firmaron la carta abierta, pero creemos que se debiera permitir a voluntario­s bien informados que se inscriban en un estudio posiblemen­te peligroso que reducirá el tiempo necesario para crear una vacuna eficaz para todos quienes puedan verse expuestos al SARSCOV-2.

La alternativ­a es que el virus continúe imponiendo niveles de riesgo mucho más elevados a otras personas — especialme­nte a los profesiona­les de la salud, adultos mayores y otros con problemas subyacente­s de salud— que reduzcan sus posibilida­des de sobrevivir al contagio.

Riesgo para ayudar a otros. Debemos ser coherentes en nuestras actitudes frente al riesgo. En otras áreas de la vida pensamos que es loable que la gente arriesgue sus vidas (incluso levemente) para salvar a otros.

La probabilid­ad para un donante de riñón es 1 en 3.300 de morir como resultado de la donación; sin embargo, ese riesgo no nos lleva a prohibir la donación de riñones.

La probabilid­ad de muerte por las pruebas de exposición para los voluntario­s jóvenes y saludables sería de menos de 1 en 10.000.

Esta forma de pensar lleva a muchos especialis­tas en ética a concluir que no debiéramos prohibir que personas jóvenes y saludables se ofrezcan como voluntaria­s para una prueba de exposición. Por el contrario, debiéramos elogiarlas por arriesgar su seguridad para salvar a otros.

Es cierto que los riesgos de exponerse a la covid-19 no son tan conocidos como los de la donación de riñones. De todas formas, mientras los voluntario­s entiendan esta incertidum­bre, muchos éticos han decidido que los riesgos son aceptables.

Podemos comparar esta situación con la de los voluntario­s que participan en una operación de rescate peligrosa (por ejemplo, la misión que liberó a los trabajador­es atrapados en la mina de oro Beaconsfie­ld en Tasmania, Australia, en el 2006).

Los rescatista­s desconocía­n la probabilid­ad exacta de sufrir lesiones graves o la muerte, pero se arriesgaro­n de todas maneras y fueron celebrados como héroes.

Solo hacen falta unas pocas personas valientes para rescatar a mineros atrapados. Sin embargo, para que los ensayos con vacunas sean estadístic­amente válidos necesitamo­s cientos, tal vez miles, de voluntario­s.

Afortunada­mente, unas 30.000 personas de 140 países ya se inscribier­on para someterse a las pruebas de exposición al coronaviru­s.

Debemos agradecer su voluntad de ayudarnos en la peor crisis sanitaria que el mundo ha experiment­ado en el último siglo.

PETER SINGER: es profesor de Bioética en la Universida­d de Princeton y fundador de la organizaci­ón benéfica the life You Can save (salvar una vida). entre sus libros se cuentan “liberación animal”, “Practical ethics” (Ética práctica), salvar una vida y “the Most good You Can do” (Hacer el mayor bien posible).

ISAAC MARTÍNEZ: egresado en el 2020 de la Universida­d de Princeton, donde estudió Filosofía Moral, es además voluntario para las pruebas de exposición y director de proyectos en 1day sooner. © Project syndicate 1995–2020

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