Navidad adelantada
Nuestros líderes podrían dar un regalo de Navidad por adelantado al pueblo costarricense: un acuerdo patriótico para evitar la debacle social y económica del país.
Qué maravilloso sería que gobernantes, diputados, precandidatos, alcaldes, empresarios, rectores y sindicalistas dejaran de lado la mezquindad, la calculadora y los tambores de guerra. Qué esperanzador sería que todos ellos salieran de la torre de Babel en donde se han encerrado y empezaran a hablar un mismo idioma para buscar soluciones.
Hay asuntos muy urgentes que reclaman el esfuerzo, el talento, la creatividad y, sobre todo, una enorme capacidad para consensuar de los tomadores de decisiones.
Setiembre se vislumbra como un momento muy complicado de la pandemia, pero también ofrece la ocasión ideal para empezar a construir una hoja de ruta. ¿Cómo enfrentar la covid-19 y al mismo tiempo reactivar la economía? ¿Cuáles son las medidas que debemos tomar para frenar el crecimiento galopante del déficit fiscal?
Estas son algunas de las preguntas apremiantes que, por lo visto en los últimos meses, no podremos responder a menos que todos los sectores estén dispuestos a ceder en algo. Ninguno de nuestros líderes desconoce los serios riesgos que enfrentamos y la total inconveniencia de que la desesperación destape una olla de presión.
A nadie, absolutamente a nadie, le conviene que Costa Rica se convierta en un país convulso, a donde turistas, empresas e inversionistas ya no quieran venir.
No nos conviene que sigan disparándose el desempleo y la pobreza, pero tampoco que se paralicen los programas sociales, las obras públicas y el pago de pensiones.
Sin duda, este momento histórico nos obliga a realizar esfuerzos extraordinarios para encontrar una salida a partir del diálogo, la negociación transparente y el bien común. Por favor, siéntense a conversar ya. Definan un temario de asuntos urgentes, fijen un método y un plazo para tomar acuerdos, y comprométanse ferozmente con ellos. Cuanto más rápido se pongan de acuerdo, más rápido podremos comenzar a caminar y, tal vez así, al llegar diciembre, podamos comernos un tamalito con la esperanza de que el 2021 será un año mejor.