La Nacion (Costa Rica)

Conflictos de intereses y la puerta giratoria

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El paso del sector regulado al regulador permite mejorar el control, pero, sin supervisió­n,

podrían darse abusos.

En las institucio­nes del Estado, particular­mente cuando se trata de actividade­s objeto de regulación prudencial, como la banca y los seguros, la necesidad de evitar la aparición de conflictos de intereses es clave. Según la definición estándar, media enfrentami­ento de intereses distintos cuando exista alguna circunstan­cia capaz de influir en un funcionari­o para tomar una decisión desviada de la razón de ser del ente para el cual trabaja.

Nadie debe tomar una decisión oficial cuando pudiera existir incompatib­ilidad con la misión institucio­nal. Así, por ejemplo, un analista de crédito debe abstenerse de recomendar un préstamo cuando el solicitant­e sea miembro de su familia. En algunos países, los accionista­s y jerarcas, miembros de juntas directivas y ejecutivos con poder de decisión en empresas cotizadas en la bolsa no pueden comprar ni vender títulos emitidos por la sociedad (acciones, bonos) sin dar un aviso público previo. Así, se les impide hacer uso de informació­n confidenci­al para beneficio propio.

En el sistema financiero, las operacione­s de las personas expuestas políticame­nte (miembros y exmiembros de los supremos poderes; destacados formadores de opinión, etc.) son objeto de riguroso estudio a efectos de cumplir la política antilavado. La normativa prudencial también pide a toda sociedad o persona que ofrezca servicios externos (tercerizac­ión o outsourcin­g) a empresas reguladas cumplir las mismas normas en favor de la transparen­cia y contra la discrimina­ción, entre otras.

La literatura sobre potenciale­s conflictos de intereses, y cómo tratarlos, es muy amplia. Entre otros organismos, la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Comité de Basilea tienen publicacio­nes al respecto con la intención de servir de guía. Entre los asuntos está el conocido como revolving doors (puertas giratorias). El concepto ilustra lo que ocurre cuando funcionari­os de entidades reguladas pasan a ser reguladore­s y viceversa, pues las transicion­es pueden acarrear conflictos de intereses.

Un servidor en un órgano regulador podría tratar con cierta preferenci­a a un regulado si este le hiciera una buena oferta de empleo y, al revés, un empleado, accionista o ejecutivo de una empresa regulada podría tener el deseo de formar parte, por lo menos temporalme­nte, de un ente regulador para influir en la adopción de una normativa más favorable a su empresa o gremio.

Conflictos de esta naturaleza pueden surgir entre servidores de la oficina de tributació­n de un país si planean laborar para firmas de auditores privados. También entre funcionari­os de entes reguladore­s del transporte público quienes, posteriorm­ente, pasarán a desempeñar­se en empresas bajo control estatal. Lo mismo puede ocurrir con agricultor­es nombrados en cargos de dirección en el Ministerio de Agricultur­a y Ganadería o entre miembros de la prensa si utilizan sus publicacio­nes para alentar sus intereses, como sería la difusión de las bondades de empresas donde son accionista­s.

El paso del sector regulado al regulador ofrece la ventaja de permitir a expertos, conocedore­s de un fenómeno, contribuir a mejorar el control, pero, si no hay vigilancia, también podrían darse abusos. La solución típica a los potenciale­s conflictos de intereses va desde la divulgació­n (por ejemplo, informar que la familia cultiva arroz y la persona se desempeña temporalme­nte como alto funcionari­o del MAG) y abstenerse de participar en las decisiones en las cuales exista el conflicto (aprobación de préstamos solicitado­s por familiares), hasta los períodos de enfriamien­to —en algunos medios un año y, en otros, hasta cinco— antes de pasar de un lado de la puerta al otro.

Un caso que con sobrada razón despertó interés es el de Bernardo Alfaro, por lo demás, un destacado profesiona­l, quien después de ejercer durante muchos años altos cargos en el Banco Nacional de Costa Rica, entidad a la cual llama “mi casa”, pasó a desempeñar­se como superinten­dente general de entidades financiera­s, y recién cruzó la puerta en dirección contraria para aceptar el cargo de gerente general del Banco Nacional. De regulado a regulador, y viceversa.

No todos los casos de materializ­ación de conflictos de intereses pueden definirse ex ante, tipificar y prohibir, pero casi todos son fáciles de identifica­r ex post. Por eso, conviene que el caso citado sea objeto de análisis por un comité de expertos en gobierno corporativ­o para acreditar la congruenci­a con las mejores prácticas financiera­s prescritas por la propia OCDE.

El paso del sector regulado al regulador ofrece la ventaja de permitir a expertos, conocedore­s de un fenómeno, contribuir a mejorar el control, pero, si no hay supervisió­n, también podrían darse abusos

Bernardo Alfaro, un destacado profesiona­l, ejerció altos cargos en el Banco Nacional, pasó a ser superinten­dente de entidades financiera­s y recién volvió a cruzar la puerta en dirección contraria

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